“El Capitán Bracamonte, romántico soñador, ante un altar llora y reza, ante un altar de pasión”. Así es como da comienzo La leyenda de Vilaflor, un poema de narración oral que recupera, en clave lírica, el episodio según el cual uno de los primeros conquistadores españoles sucumbió a la belleza de una joven guanche encontrada en los bosques de Chasna. Primero cautiva de los españoles, y luego fugada sin dejar huella, la locura de amor del capitán por esta joven resultó incurable, y se dice que ya sólo pudo gritar incansablemente: ¡Vi la flor de Chasna!
De ese grito ahogado, según apunta la toponimia local, es de donde proviene el actual nombre del municipio sureño Vilaflor de Chasna —popularmente abreviado como Vilaflor—. Se trata de un pintoresco y muy tranquilo municipio localizado en las medianías del sur de Tenerife, y que, junto a los términos municipales de Tegueste y El Rosario, comparte la peculiaridad de no disponer de litoral. Conformado por los pueblos de La Escalona, Jama, Trevejos y por su capital municipal Vilaflor, la población conjunta del municipio rondaba los 1.700 habitantes en el año 2014, cifra muy baja si tenemos en cuenta su extensión.
- Uno de los pueblos más altos de España. Historia y arquitectura de Vilaflor
- El Pino Gordo y otros árboles centenarios. Naturaleza alrededor de Vilaflor
- Qué comer en Vilaflor
Uno de los pueblos más altos de España. Historia y arquitectura de Vilaflor
Por lo demás, Vilaflor es tierra de cultivo de papas, de vid y de almendros, salpicada tanto de pinares como de paisajes lunares. Su patrimonio natural, con altos picos y árboles centenarios, compite con el amplio patrimonio histórico que atesora en sus cascos antiguos. A pesar de la altura a la que se halla, el pueblo de Vilaflor resulta fácilmente alcanzable tanto por medio de la carretera TF-21 —atravesando el Parque Nacional de Las Cañadas del Teide—, como por la carretera TF-1. Una vez allí, su centro histórico despliega ante el recién llegado todo el encanto acumulado durante siglos. Distribuidas de manera escalonada, como si de balconadas se tratase, las calles y casas encaladas de Vilaflor contrastan con el inesperado verdor de sus alrededores naturales. Por su parte, El Sombrerito, una elevación cercana al municipio situada a 2.400 metros de altitud, permanece omnipresente durante todo el tiempo que dura la estancia.
La iglesia de San Pedro Apóstol, construida a mediados del siglo XVII sobre los cimientos de una antigua ermita, es, sin lugar a dudas, el punto de partida ideal en cualquier ruta por Vilaflor. Ubicada en la plaza Doctor Pérez Cáceres, dicha iglesia fue mandada construir como homenaje al marqués Pedro Soler, el fundador originario del pueblo. En su interior aún acoge, de aquella época, una imagen de alabastro de San Pedro.
En un extremo de la plaza sobre la que se asienta la iglesia, aparece otro atractivo histórico de gran fama. Se trata del santuario del Santo Hermano Pedro, un mítico templo de peregrinación dedicado a San Pedro de San José Betancur, primer santo canario y fundador de la orden de los Betlemitas durante sus años como misionero en Guatemala. Comenzado a construir durante el siglo XVIII, el santuario no se remataría hasta 1980, a causa de la paralización de sus obras por orden real.
Resulta increíble descubrir otras dos grandes atracciones históricas a tan sólo unos metros de la misma plaza. La hacienda de los Soler, situada a espaldas de la iglesia de San Pedro Apóstol, es uno de los más antiguos y mejor conservados ejemplos de arquitectura civil canaria del siglo XVII. Por su parte, los restos del molino de Agua, perfectamente conservados, nos ilustran el sistema a través del cual los vecinos de Vilaflor molieron el grano a través de la fuerza motriz del agua desde 1644 hasta 1915.
Y, para terminar, ascendiendo la calle Castaños en paralelo a los campos de papas, encontramos el último gran atractivo del pueblo. Los lavaderos del Chorrillo, el viejo inmueble que permitía a los vecinos más humildes lavar sus ropas, conserva su estructura original de pilas rectangulares, las cuales en su día estaban conectadas al sistema de canales de agua de la zona.
El Pino Gordo y otros árboles centenarios. Naturaleza alrededor de Vilaflor
Como decíamos, el encanto de Vilaflor resulta doble, porque el rico patrimonio histórico que acoge en su interior se complementa con la naturaleza exuberante que vive en su exterior. Para acceder a la misma, nada mejor que adentrarse por alguno de los senderos balizados que el pueblo abre a disposición de los interesados:
- El sendero PR-TF 72, por ejemplo, consiste en un recorrido circular de 13 kilómetros de longitud que se inicia a través del antiguo Camino Real de Chasna —antigua vía de comunicación entre el norte y el sur de Tenerife—. Tras una caminata por pinares y barrancos, el sendero nos deja ante el paisaje lunar, un conjunto de formaciones de origen volcánico cuyas caprichosas formas evocan paisajes extra planetarios.
- El sendero PR-TF 77.5 —o Camino del Pino Enano—, a su vez, es seguramente la mejor opción si queremos disfrutar de vistas espectaculares del municipio. Partiendo desde la parte alta del pueblo, entre el albergue y el campo de fútbol El Salguero, este breve recorrido atraviesa numerosos miradores antes de alcanzar el Pino Enano, un ejemplar de extraña y menuda silueta.
Por último, a escasos doscientos metros del centro del pueblo se puede visitar tanto el famoso Pino Gordo, como el cercano pino de las Dos Pernadas, los cuales asombran por sus dimensiones gigantescas. Tan grandes son ambos que están considerados los más altos de toda España; y el Pino Gordo, en concreto, aparece incluso representado en el escudo de Vilaflor.
Qué comer en Vilaflor
Vilaflor, siendo un municipio eminentemente rural, basa gran parte de su actividad económica en la agricultura, especialmente en el cultivo de papas y viñas. Por esta razón, en Vilaflor se puede disfrutar de una cocina típicamente canaria con sabor 100% tradicional. Papas arrugadas, mojo picón, conejo al salmorejo y carne de cabra son sólo algunos de los platos estrella que se encuentra en la región. El pasatiempo, entonces, pasa por buscar el restaurante o tasca que más nos enamore.
El asador Rincón de Chasna (camino los Cortados, 15), situado en una antigua casona a las afueras del pueblo de Vilaflor, ofrece por un precio comedido una extensa variedad de platos tradicionales. Sus carnes a la brasa (como el chuletón de buey), acompañadas de buenos vinos blancos y tintos de la tierra, son la combinación más demandada.
De igual manera, de camino a La Escalona, uno de los pueblos que conforman el municipio, encontramos el negocio de ambiente familiar tasca La Taguara (Carretera General El Hoyo, s/n). Más humilde que el anterior, su trato cercano y su comida casera sorprenden a todo aquel que se asoma. Su escaldón de gofio, su conejo frito con cebollas, o su carne de cabra no dejarán indiferente a nadie.