La calle Colón (carrer Colom, en valenciano) es la calle que nunca duerme en Valencia, por ser en ella donde se aglutinan los comercios más importantes de la ciudad. Su acera derecha (en el sentido actual del tráfico) sigue el antiguo trazado de la muralla medieval que protegía a Valencia de incursiones enemigas, y es por ello uno de los ejes principales del ensanche que la ciudad conoció a finales del siglo XIX. Bulliciosa como pocas, es también una de las calles más caras de la Comunidad Valenciana, tanto para vivir como para abrir un negocio. Por ello, no sorprende que las tiendas que acoge sean unas de las pocas en Valencia con libertad horaria comercial, con las consiguientes críticas que esto despierta, dada la difícil conciliación familiar a la que empuja a sus trabajadores.
Desde la plaza de la Puerta del Mar, hasta la Plaza de Toros de Valencia, su recorrido no sólo da la oportunidad de comprar ropa, zapatos, bolsos o complementos, sino también de asistir a una gran colección de edificios decimonónicos, muy ligados a la arquitectura modernista valenciana.
Nacimiento y madurez de la calle Colón
Hubo un tiempo en el que Valencia no era más que un conjunto irregular de calles medievales, hoy conocido como Ciutat Vella, en el que aún no existía la calle Colón ni sus aledaños comerciales. En su lugar, se extendía el trazado sureste de la muralla, de la cual hoy todavía quedan restos en la parada de Metro de Colón —plaza de los Pinazo—. Y es que, la aparición de esta calle, considerada gran espina dorsal de Valencia, tendrá lugar en el momento exacto en el que la muralla se derribe, en pro de la ampliación de la ciudad a través de nuevas manzanas de viviendas.
Tampoco fue foco de la actividad comercial valenciana en sus inicios. Hasta el traslado de El Corte Inglés en 1977, la estampa de la calle Colón había sido salpicada de carros tirados por caballos, raíles de tranvías y gente humilde de paso. Los más ancianos recuerdan que en ella se aglomeraban tiendas de recambios de automóvil, que al llegar el fin de semana cerraban sus rejas y vaciaban de actividad la calle. La llegada de los grandes almacenes en los años 80 desplazó el foco comercial desde la tradicional calle Barón de Cárcer a la calle Colón, siendo desde entonces un auténtico imán para las grandes franquicias.
La calle Colón en la actualidad
Hoy en día, la calle Colón es de una sola dirección, con tres carriles que la convierten en una de las más anchas de la capital del Turia. Por eso, y por sus fachadas salpicadas de nombres de grandes marcas, resulta inevitable que algunos la comparen con la Gran Vía madrileña. Si quieres ir de compras en Valencia, la calle Colón es tu calle. Eso sí, recientemente un estudio la señaló como la quinta calle más cara de España, por lo que sus establecimientos dejan poco espacio al bolsillo ajustado.
En cuestión de moda, se cuentan hasta veintiuna tiendas, siendo Zara y el resto de la familia Inditex las más numerosas. Y si hablamos de accesorios y zapaterías, la oferta se reduce a ocho, con referencias de la bolsería como Misako; o de la bisutería, como Parfois. La cosmética también está presente, con Yves Rocher o Rituals; y la electrónica, con Apple y Media Markt.
Sin embargo, como ya adelantábamos, la calle Colón es mucho más que la calle en sí misma. La reciente restauración del vecino Mercado de Colón, impulsó aún más si cabe la actividad comercial de la zona, poblando las calles del Ensanche de tiendas más discretas, pero también mas exclusivas. Así que, si antes nos permitíamos la analogía de la Gran Vía de Madrid, en el caso de los aledaños del Mercado de Colón la comparación nos evoca la Calle Serrano.
Arquitectura modernista entre compra y compra
Pero no todo iba a ser compras y derroche. En la calle Colón, además de letreros insinuantes y escaparates de ensueño, se localiza una de las grandes aglomeraciones de edificios modernistas de Valencia. Construcciones interesantes con más de cien años a sus espaldas, cuyo diseño romántico nos impregna de aquellos inicios del siglo XX en los que Valencia mudaba su aire provinciano por uno de vanguardia.
Si bien el ya mencionado Mercado de Colón acapara todas las miradas, en las inmediaciones de la calle Colón hay otras tantas muestras. En el número 29 de la calle Cirilo Amorós, el edificio Ferrer encandila con las curvas fantasiosas de su fachada; mientras que en el número 74 de la misma calle, el edificio Peris destaca por su profusa ornamentación floral. Por su parte, la Gran Vía Marqués del Turia también esconde algunos de estos edificios, siendo la Casa Ortega y el Edificio Chapa los más emblemáticos. Sin embargo, el broche de oro lo pone la Casa de los Dragones, cuyo sugerente nombre no hace sino rendir homenaje a las criaturas aladas que decoran su fachada. Y si aguzamos la vista, podremos encontrar más muestras del denominado medievalismo fantástico que encarna, tales como locomotoras con alas o grandes ornamentos florales. Aún más curioso resulta conocer que el partido de la Falange española estableció sus oficinas en este edificio tras la victoria del dictador Francisco Franco en 1939.