La afición a los toros en Valencia viene de lejos. Ya desde el siglo XI, se sabe que en la Plaza del Mercado y otros espacios de la ciudad se improvisaban corridas taurinas, montando plazas improvisadas en fechas señaladas como las Fallas, la Feria de Julio o Navidad. Con el tiempo, la pasión por los toros fue tal que las plazas desmontables no fueron suficiente, así que a finales del siglo XVIII se proyectó una plaza fija a extramuros de la ciudad, junto a la Puerta de Ruzafa. El primer intento apenas duró unos años: en 1808, durante la invasión napoleónica, el Gobierno local se percató de que el edificio, por estar junto a la antigua muralla, era susceptible de ser tomado por el enemigo para atacar la ciudad, así que lo derribaron. Sobre las ruinas de esta primera se construiría la Plaza de Toros de Valencia que hoy conocemos, en los años 50 del siglo XIX.
Pese a que el proyecto inicial contemplaba una plaza de proporciones gigantescas -147 metros de diámetro-, finalmente se acabó reduciendo a 98 metros de diámetro, con un ruedo de 52 metros, lo que sigue convirtiéndola en una de las más grandes de España. De estilo neoclásico inspirado en las grandes obras de ingeniería romanas, su fachada de ladrillo, con tres galerías superiores y 384 arcos orientados al exterior, tiene el aspecto de un coliseo dedicado al toreo, con una capacidad actual para 12.800 espectadores. Fue construida por el arquitecto valenciano Sebastián Monleón Estellés, e inaugurada el 22 de junio de 1859 por el diestro Francisco Arjona «Cúchares». Sería solo el primer día de 160 años de historia repletos de grandes gestas sobre la arena.
¿Una plaza de toros propiedad de un hospital?
Una de las cosas que más llama la atención de la plaza es que es propiedad del Hospital General Universitario de Valencia, aunque está administrada por la Diputación General y una empresa privada. Y el asunto viene de lejos. En 1625, percibiendo el gran negocio que era la organización de fiestas taurinas en la ciudad, la Junta del Hospital de Valencia solicita al rey Felipe IV el privilegio de la explotación de la actividad. El monarca accede a condición de que los ingresos fueran a parar al mantenimiento de las instalaciones sanitarias y el cuidado de los enfermos, como había propuesto el hospital. La cédula real se fue prorrogando cada 20 años hasta que en, 1739, el rey Felipe V concede al hospital “la gracia, merced y privilegio perpetuo para todas las corridas de toros que se celebren dentro de la ciudad, en las plazas de los arrabales y en los lugares de la particular contribución, que comprenden media legua.”
Así, sería el hospital el que, junto a las autoridades, proyectaría las dos plazas fijas que ha tenido Valencia en sus propios terrenos. Y a día de hoy, nada ni nadie ha vulnerado el privilegio a perpetuidad del Hospital General de Valencia, probablemente la única institución sanitaria en el mundo que lleva casi cuatro siglos organizando festejos taurinos.
Días que hicieron historia en el coso valenciano
Los aficionados a la tauromaquia evocan muchas tardes de gloria en la arena del centenario ruedo valenciano. Como la “corrida patriótica” que se organizó en mayo de 1898 para levantar la moral a un pueblo golpeado por la pérdida de las últimas colonias del Imperio español. O la despedida de los ruedos en 1893 de “Lagartijo”, el gran torero de la época.
Aquí han nacido pases del mundo del toreo como la “chicuelina”, que se inventó en una tarde de abril de 1922 el sevillano Manuel Jiménez Moreno «Chicuelo». Y han tomado la alternativa reconocidos toreros como Curro Romero, en 1959, o dos de la dinastía de los Ponce: Rafael Ponce Navarro, en 1935, y su sobrino nieto Enrique Ponce, que debutó aquí en 1990.
Museo Taurino de Valencia
El recorrido por la plaza puede complementarse con una visita a su museo taurino, que hace un repaso de la evolución de la tauromaquia valenciana desde el siglo XVIII. Se encuentra justo enfrente de la Escuela de Tauromaquia de la ciudad.
Fundado en 1929 con fondos donados por los coleccionistas taurinos Luis Moróder Peiró y José Bayard Badila –quien también fue picador-, el centro atesora unas 3.000 piezas entre fotografías, carteles, documentos, trajes antiguos, utillaje taurino y taxidermias de cabezas de toro; aunque solo están expuestas unas 300. Su exposición permanente repasa la historia del toro de lidia, la formación del torero, la liturgia asociada al mundo taurino y la evolución de la Plaza de Toros de Valencia. Cuenta también con exposiciones temporales, una biblioteca especializada y una videoteca.
Otros usos de la Plaza de Toros de Valencia
En los últimos dos siglos, no solo ha habido toros en la plaza. El recinto ha acogido tradicionalmente otras actividades populares como la quema de fallas, óperas, obras teatrales, proyecciones de cine, conciertos o eventos deportivos. Sin ir más lejos, en los últimos tres años la plaza ha acogido la Feria de Fallas, una feria turística, un torneo de pressing catch, actuaciones de músicos como Alejandro Sanz, Bunbury y Sabina, y el torneo de la Copa Davis en 2018.
Su función más triste tuvo lugar durante la Guerra Civil, cuando el edificio se convirtió en prisión y campo de concentración donde se llevaron a cabo fusilamientos.