Tal vez Valencia sea una de las ciudades que más se transforma al cruzar la medianoche, porque lo que durante las horas del día se presenta como un lugar cálido y familiar, por las noches se vuelve vibrante y bullicioso. No es para menos. Estamos hablando de la ciudad que introdujo, a través de la mitificada Ruta del Bakalo, la cultura del clubbing en España, cuando tan sólo hacía unos pocos años que la democracia había llegado para quedarse. Quizá por eso los valencianos cargan con el estereotipo de “reyes de la noche”, y aunque como todo estereotipo su veracidad es limitada, lo cierto es que nadie podrá negar que en Valencia hay ocio nocturno para rato. Desde restaurantes en los que cenar, hasta pubs en los que comenzar a tomar las primeras copas, pasando por toda una propuesta de discotecas y salas de concierto ligadas a distintos estilos musicales.

Por las noches, en los barrios de Ruzafa y El Carmen, en el Puerto de Valencia o en la calle Juan Llorens, oirás de pasada muchas veces “una cassalleta i mon anem”, que traducido al castellano significaría “una casalla y nos vamos”. Chupito de casalla, por supuesto, un clásico de las bebidas valencianas que sirve de excusa para que la noche no acabe nunca. Quien sabe, tal vez te sorprendas diciéndolo tú mismo cuando los primeros rayos del sol asoman.

Salir por Ruzafa, de juerga por el Ensanche

El barrio de Ruzafa —Russafa en valenciano— pertenece al distrito de Eixample y según muchas voces, tiene todas las papeletas para acabar convirtiéndose en el Lavapiés valenciano. Porque sus calles son hábitats en permanente eclosión durante todo el día, gracias a una enérgica vida social, cultural y gastronómica de carácter marcadamente popular. Si durante la etapa andalusí de Valencia los terrenos de Ruzafa sirvieron como finca de recreo para el gobernador árabe, hoy dicho barrio continúa siendo, valga la analogía, un gran lugar de esparcimiento para valencianos y visitantes, gracias a un impresionante despliegue de restaurantes, pubs de copas y discotecas.

 

 

Antes de empezar con las copas, lo más importante es asentar el estómago, y en Ruzafa lo puedes hacer con recetas de todas las partes del mundo. La conservera (C/ Literato Azorín, 18) rinde culto a las conservas portuguesas; y el Nozomi Sushi Bar (C/ Pere III el Gran, 11) se corona como referencia número uno de la cocina nipona en Valencia. En Ancón (C/ de Lluís de Santàngel, 20) se pueden degustar los mejores ceviches peruanos de la ciudad, y en La Llorona (C/ Pintor Salvador Abril, 29), totopos caseros con guacamole para chuparse los dedos. El toque nacional lo aportan el Maipi (C/ Mestre Josep Serrano, 1), una cervecería tradicional que no defrauda con sus caracoles en salsa; o La Tasqueta del Mercat (C/ Mestre Aguilar, 2), con generosas raciones cuya materia prima ha sido adquirida en el cercado Mercado de Ruzafa.

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Ruzafa

Ahora bien, si preferimos matar dos pájaros de un tiro, picando unas raciones mientras se degustan las primeras copas de la noche, debemos dirigirnos al menos a uno de estos dos rincones: el Café-Pub Cyrano (C/ Pintor Salvador Abril, 10), con marcada tradición underground a sus espaldas; o el Olhöps Craft Beer House (C/ Sueca, 21), un local de diseño minimalista con 10 tiradores de cerveza artesanal y cerca de 100 referencias en botella. Sin embargo, el plato fuerte en Rufaza lo encontramos en sus discotecas, muchas de ellas de público mayoritariamente LGTB. El Nylon Club (Gran Via de les Germanies, 31), con una decoración que roza lo psicodélico, abarca estilos musicales que van desde la electrónica hasta el indie o el grunge. Por su parte, el Pub Planet (C/ Sueca, 63) pincha tanto hits actuales como pasados; y Radio Transito (C/ Literato Azorín, 6) sigue su estela con un claro estilo ochentero, además de una amplia carta de gin-tonics, futbolín y billar incluidos.

Paella y discotecas en el Puerto de Valencia

Como suele suceder en muchas ciudades costeras del Levante peninsular, gran parte del ocio nocturno termina arremolinándose en torno a su puerto marítimo. La explicación es casi intuitiva: brisa marina, vistas al mar Mediterráneo, música y baile, ¿qué más se puede pedir? En el Puerto Deportivo de Valencia podemos encontrar desde restaurantes en los que cenar una buena paella valenciana, como el L’Estimat y La Pepica en plena Avenida Neptuno; hasta clubes nocturno en los que tomar la primera ronda de copas. Por ejemplo, el Malabar, una cervecería ubicada en la primera planta del Veles e Vents, un edificio de estilo sencillo y minimalista inaugurado durante la celebración de la Copa América de Vela en 2007.

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Discoteca en el puerto de Valencia

En cuestión de discotecas, la zona marítima acoge diferentes propuestas, cuyo denominador en común es el público turista, y la fiesta estilizada. Tanto el High Cube como el Akuarela Playa, cuentan con grandes terrazas de verano en las que es posible bailar —principalmente música house— de mano de DJ´s nacionales e internacionales, con bonitas vistas a la playa de la Malvarrosa y el mar.

Ocio nocturno alternativo en Juan Llorens

La zona de Juan Llorens se inscribe dentro del distrito de Extramuros, aquella zona de Valencia que surgió durante el ensanche de la ciudad a finales del siglo XIX ,de una manera más humilde, frente al llamado ensanche rico del distrito de Eixample. No por ello su ocio es menor, aunque sí algo alternativo. Atravesando el barrio de La Petxina de norte a sur, la calle Juan Llorens (y sus aledaños) se proclama todo un referente de la noche valenciana, con especial gusto por la salsa, el rock y el pop. Lo es por méritos propios desde la década de los noventa, gracias a una incesante actividad llevada a cabo por pubs emblemáticos y todo tipo de restaurantes.

La Bodeguita (C/ Joan Llorenç, 60), con decoración acogedora, y tapas y arroces por doquier, puede ser un buen punto de arranque. Asimismo, la Taula de Paula (C/ Pintor Vila Prades, 6) puede ser otra opción, encontrando en ella una carta mediterránea que incluye caracoles en salsa, carnes a la brasa y verduras de temporada.

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Salir en Valencia

Ahora bien, para empezar a mover el esqueleto nuestra mirada debe posarse en otros locales míticos de la zona, como el Akuarela Pub (C/ Joan Llorenç, 49), cuyos karaokes arrastran historia y cuyas consumiciones permiten acceder gratuitamente a su terraza homónima en el Puerto. Sin embargo, si por algo destaca la zona de Juan Llorens es por su música variada, pudiendo encontrar desde espectáculos flamencos en el Café del Duende (C/ Túria, 62), hasta conciertos de garage-rock y punk en los locales Magazine Club (C/ Pérez Escrich, 19) y El Loco (C/ l’Erudit Orellana, 12).

El Carmen, de fiesta por el barrio que vio nacer a Valencia

Una vez cubiertas las zonas de fiesta de los dos ensanches y el puerto, no podíamos olvidarnos del casco antiguo de Valencia. El Carmen es uno de los barrios que conforman el distrito de Ciutat Vella, un barrio milenario en el que es fácil encontrar historia y arte, pero también restaurantes, locales de copas, pubs y discotecas.

Para cenar hay una amplia variedad de restaurantes, muchos familiarizados con el concepto de cocina de mercado —aquella elaborada con ingredientes comprados ese mismo día—. Por ejemplo, La Lola (C/ de la Subida del Toledano, 8), especializada en arroces valencianos; o si no La Comisaría (Plaza del árbol, 5), centrada en tapas de fusión asiático-mediterránea.

Para las primeras copas de la noche podemos acercarnos a un par de cafés que se transforman en bar de copas pasada la medianoche. El Café de las Horas (C/ Conde Almodovar, 1), un local mítico en el barrio, conjuga bien excentricidad con diversión; y el Café Lisboa (Plaza del Doctor Collado, 9), disfrazado de local de los felices años veinte, no nos defrauda con sus cócteles caribeños.

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Salir en Valencia

Por su parte, el Fox Congo (C/ Cavallers, 35) representa el híbrido perfecto entre pub y discoteca, y su ambiente más animado nos sirve como puente hacia destinos decididamente más nocturnos. Destinos como el Peter Rock Club (C/ de Quart, 26), un local que ofrece conciertos en directo de tipo indie; o el Jimmy Jazz Glass Bar (C/ de Baix, 28), el cual hace lo propio con actuaciones de jazz en un entorno íntimo y misterioso.