Al norte del centro histórico, el portal fortificado de las Torres de Serranos marca, frente al curso del río Turia, lo que fueron los límites de la Valencia medieval amurallada durante siglos. Considerada como uno de los mejores ejemplos de arquitectura militar del siglo XIV, fue la puerta principal de entrada a la ciudad y debe su nombre a su orientación hacia la comarca de Los Serranos, al norte, en el camino hacia Zaragoza. Es el único vestigio, junto a las Torres de Quart, que sobrevive de los accesos de la antigua muralla, desmantelada a mediados del siglo XIX para desahogar la expansión de urbe. La puerta fue declarada Monumento Histórico Artístico Nacional, y sus terrazas almenadas ofrecen unas bellas vistas de Valencia y el río Turia.
Breve historia de la construcción de la puerta
A finales del siglo XIV y ya superada la guerra contra Castilla (conocida como la Guerra de los Dos Pedros), cuando se había construido a toda prisa una muralla cristiana que protegía más terreno que la antigua de origen medieval, la ciudad de Valencia se propone reforzar la cara norte del muro y construir una gran puerta defensiva que simbolice, además, el poderío económico de la urbe. La Fábrica de Muros y Valladares recibe el encargo del Consejo General de Valencia, y es el maestro de obras Pere Balaguer quien la ejecuta entre 1392 y 1398. El resultado fueron las robustas Torres de Serranos, un edificio de grandes muros de mampostería, recubiertos de sillares de piedra, que se compone de una puerta central de arco de medio punto flanqueada por dos torres de planta poligonal.
Inspirado directamente en la Puerta Real del Monasterio de Poblet, el portal se convirtió en el acceso principal a la ciudad, recogiendo hasta el 95% del tránsito, y se estableció en él un puesto de cobro de peaje a las mercancías que entraban y salían.
De 33 metros de altura, las torres fueron rodeadas de un foso defensivo y encaran el puente también llamado de Los Serranos, que cruza el Turia. En la fachada posterior, las torres se achaflanan y presentan varias estancias abovedadas abiertas a la ciudad. De este modo, se pretendió que ni enemigos ni los propios militares que las defendían pudieran hacerse fuertes en ellas y utilizarlas contra la ciudad. Además, estas estancias funcionaban como tribunas desde donde las clases nobles de Valencia observan la entrada en la ciudad de embajadores y reyes. Desde esta fachada parte una escalera por la que podemos acceder a estas salas nobles, cubiertas con bóvedas de crucería, y a la terraza superior.
De puerta defensiva a ‘refugio’ de obras de arte: los variados usos de las Torres de Serranos
Con el tiempo, la puerta perdería su utilidad defensiva y ceremonial para servir a otros menesteres. Así, un incendio provocado en 1586 en la cárcel de la Casa de la Ciudad obligó a las autoridades a trasladar a los presos, nobles y caballeros, a otros lugares como las Torres de Serranos. La puerta se acondicionó para su nueva función –se cerraron las salas abiertas al interior de la ciudad-, que no abandonaría ya hasta 1888. Fue precisamente este uso carcelario el que, entre otras cosas, salvaría a las torres de ser demolidas junto al resto de la muralla a mediados del siglo XIX. Tras la salida de los últimos presos, comenzó la restauración de la puerta y se restableció su foso original.
Durante todo este tiempo, la puerta contó con un pequeño elemento que fue cambiando su función de acuerdo al uso del edificio. Junto al arco de entrada, en la fachada que da a la Plaza de los Fueros, una pequeña campana verde de bronce pasa hoy desapercibida para la mayoría de turistas. Fue instalada tras la construcción de las Torres de Serranos, en 1399, para alertar de los peligros que acechaban la ciudad, si bien la campana ya había cumplido esta función desde 1363, cuando Valencia sufrió el asedio de Pedro I de Castilla. Cuando la puerta comenzó a funcionar como prisión, la campana se siguió tocando para avisar a los vecinos de las fugas de presos. Si uno se acerca, podrá constatar que la campana está rajada en la parte inferior: quedó muda el 7 de enero de 1812, cuando fue dañada por una granada durante el asedio de las tropas napoleónicas a la ciudad.
Ya en el siglo XX, durante la Guerra Civil española, las Torres de Serranos fueron elegidas por su robustez como depósito de varias obras de arte del Museo del Prado, amenazadas por los bombardeos de la aviación franquista en la capital. A tal fin, se construyó en el primer piso una gruesa bóveda de hormigón armado que protegiera los cuadros en caso de derrumbamiento por un bombardeo. Para preservar las obras en buenas condiciones, también se instaló un sistema automático de control de humedad y temperatura.
Las Torres de Serranos en la actualidad: un símbolo de Valencia
En el siglo XXI, las Torres de Serranos han perdido todas sus utilidades pasadas para adoptar una función de símbolo de la ciudad, al igual que lo es el Miguelete de la Catedral. Al haber quedado atrapada en el centro de Valencia, que se expandió en el siglo XIX, algunos de los miles de turistas que suben cada día por sus entrañas desconocen que fue un día la entrada principal de la ciudad medieval amurallada. Su mayor utilidad simbólica ocurre el último domingo de febrero, cuando la fallera mayor proclama desde la puerta la inauguración oficial de las Fallas, en un acto conocido como La Cridà.