Cada jueves, en la parte derecha de las arcadas de la Puerta de los Apóstoles de la Catedral de Valencia, que da a la plaza de la Virgen, se reúne el Tribunal de las Aguas, una institución de justicia que viene actuando desde antes de la reconquista. Sus ocho miembros van vestidos con los blusones negros típicos huertanos. Cada uno representa a una de las acequias principales que riegan los campos de cultivo que hay a alrededor de la ciudad.

Durante la dominación musulmana del territorio valenciano se dotó a la huerta de una red de canalización, que dio lugar al comienzo de las sesiones Tribunal de las Aguas de la Vega de Valencia para regular los riegos. Se trata de un complejo sistema de acequias madre, que con sus “sequiols”, va tomando el agua del río Turia. Tras la reconquista, el Rey Jaime I mantuvo y perfeccionó el modelo que ha llegado hasta nuestros días. Actualmente son ocho las acequias.  En el margen derecho del río las de Quart, Benáncher y Fitanar, Mistala-Chirivella, Favara y Rovella. En el margen izquierdo del Turia son Tormos, Mestalla y Rascaña. Mediante 138 filas, variables, en función del caudal que tiene el río en el lugar donde arrancan las acequias, se distribuye el agua de forma que se asegura que llegará hasta la última de ellas. Prueba de la eficacia del Tribunal de las Aguas es el hecho de que nunca ha sido necesario llegar a la justicia ordinaria para solucionar un problema con el reparto del agua.

Esta Milenaria institución es uno de los bienes más preciados del legado cultural valenciano por su singularidad y correcto funcionamiento. En 2009 fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.  A las doce del mediodía, se reúne la que está considerada la institución de justicia más antigua de Europa, pues sus primeras sesiones se remontan a finales del siglo IX. Este tribunal dirige los litigios que surgen con motivo del reparto del agua de riego, para lo que se sigue un procedimiento sumarísimo, exclusivamente verbal y en valenciano. Sus fallos son ejecutivos e inapelables. Las multas se expresan en lluires, una moneda local ya desaparecida.

 

 

Una sesión del Tribunal de las Aguas

Dan las doce del mediodía y los ocho miembros del tribunal toman asiento. Un alguacil pasa lista y los miembros dan a conocer si hay alguna queja del uso inadecuado de las aguas. En caso de que exista alguna, el denunciado también tiene que estar presente en el juicio. Puede ser uno de los empleados de una acequia, uno de los ocho representantes o alguien totalmente ajeno que haya realizado algo no permitido respecto al reparto del agua.  Tiene hasta tres oportunidades para comparecer a la citación tras admitirse la denuncia, en caso de que no asista, a la tercera se le juzga en rebeldía.  Las citaciones se hacen por el mismo orden que las acequias cogen el agua del río, comenzando por la de Quart y terminando por la de Rovella. El guarda de la acequia expone su caso y termina con la frase “Es quant tenia que dir” y es el turno del acusado para defenderse.

Habitualmente las denuncias están relacionadas con roturas de canales, falta de limpieza de las acequias o pequeños desvíos de agua no permitidos. El litigio se resuelve sin firmar ningún papel, basta la palabra ante el presidente y el alguacil, también llamado Guarda Mayor. En ocasiones se pueden proponer testigos o una inspección ocular.

Durante la deliberación del caso no participa el representante o “síndico” de la acequia a la que pertenecen los implicados, para garantizar una neutralidad. Permanece como norma el hecho de que la sentencia sea propuesta por los síndicos de las acequias situadas al lado contrario del denunciado, es decir, si el denunciado pertenece a la derecha del río, la sentencia es propuesta por los de la izquierda de la misma parte del río. Los representantes de cada acequia se eligen cada dos años de forma democrática por parte de los demás regantes.

Tendrás suerte si llegas a ver una sesión con sentencias y multas, porque puede darse el caso de que ese jueves no haya quejas y se levante la sesión sin tener que resolver nada. Eso sí, si has decidido ir a verlo, ten en cuenta que se suele arremolinar mucha gente alrededor con la misma intención que tú y el espacio es pequeño, así que ve con tiempo para asegurarte de que ves algo.

Cuando termina la sesión, los representantes van juntos a la casa-vestuario frente a la Puerta de los Apóstoles para tratar asuntos comunes, aquí se incorpora el síndico de Chirivella. Este es el momento de hablar sobre la situación del caudal del río y decidir el grado de apertura de las acequias. Incluso se puede solicitar agua de la antigua acequia Real (acequia de Moncada) amparándose en antiguos privilegios concedidos por el Rey Jaime II, en 1321.

Tras la primera Ley de Aguas se han visto en la necesidad de dejar por escrito en un Libro de Registro algunos datos de cada juicio como la acequia, el nombre del denunciado y denunciante, motivo de la denuncia, fallo y fecha.  Pero esto no ha hecho que pierda la inmediatez en sus juicios y sentencias, que permite que sea un proceso ágil y útil a los regantes que no se pueden permitir verse envueltos en largos litigios burocráticos mientras sus cultivos se ven afectados.

Guarda Mayor

La figura del alguacil es de gran importancia. Antiguamente se le denominaba Guarda Mayor y es el verdadero “atandador”, es decir, el encargado de dar el agua y levantar las compuertas o, también denominadas paradas.  Además de su vestimenta específica, el alguacil lleva un arpón de latón dorado de dos púas con una de ellas encorvada. Esto es lo que utilizaba para separar las tablas de las ranuras de los partidores de las acequias. También era de gran utilidad para liberar de obstáculos la acequia o incluso para recuperar la tabla que se podía escapar agua abajo.

La Fuente de la Plaza de la Virgen

En la misma plaza de la Virgen verás una gran fuente que es un símbolo de todo este proceso. En esta fuente, la gran figura masculina recostada con un cuerno de la abundancia es una representación del río Turia y la riqueza que suponen sus aguas para la vega valenciana. A su alrededor se reparten ocho figuras femeninas con cántaros que echan agua en la fuente. Éstas son las ocho acequias que riegan los campos valencianos con el agua del río. Es obra de Manuel Silvestre Montesinos y se inauguró en 1976.