El Parque de Castrelos, también llamado la Finca de la Marquesa, es un lugar único en Vigo para pasear y dejarse invadir por los olores, los colores y la disposición armoniosa de sus edificios y jardines, de estilo inglés y francés.

En mitad de este pulmón verde que discurre junto al río Lagares, emerge el Pazo de Quiñones de León como un privilegio para todo el que se acerca a visitar esta zona.

En sus orígenes, este era el lugar donde se levantó una de las torres que se utilizaban en la ciudad para alertar a la población de la llegada de los piratas a la costa gallega.

Hoy es un edificio imponente, con unos increíbles jardines que son en sí mismo una joya para visitar, que acoge el Museo Quiñones de León.

  1. Historia del Pazo Quiñones de León
  2. Qué puedes ver en la visita al Pazo de Quiñones de León
  3. Exposición permanente de pintura
  4. Información para la visita

Historia del Pazo de Quiñones de León

Los pazos fueron el símbolo más visible del poder aristocrático en Galicia y eso se nota desde la entrada del edificio con el escudo de armas que habla ya de su larga historia. El de Quiñones de León se remonta al antiguo Pazo de Lavandeira, que originariamente tendría la forma de una torre del homenaje. Hacia 1641, debido a la guerra por la independencia de Portugal, el edificio fue destruido en parte.

De esas ruinas, el capitán Juan Tavares levantó el primer pazo en 1670, después de haber fundado su propio mayorazgo unos años antes, como aparece en el escudo de armas que se levanta sobre la puerta principal.

El palacio pasó en el siglo XVIII a la familia de los Montenegro y en el XIX, definitivamente, al Marquesado de Valladares. De hecho, a finales de ese siglo es la marquesa María de los Milagros Elduayen la que hereda el título y el solar con su palacio. Su marido, Fernando Quiñones de León, también marqués pero de Alcedo, es quien lo reforma y le da nombre y quien finalmente acaba decidiendo su destino: a la muerte de la marquesa, es su hijo Fernando quien hereda el pazo. Pero en 1918 muere sin descendencia y es su padre quien, en 1924, lo dona al pueblo de Vigo con una condición: que fuese museo y parque público.

Qué puedes ver en la visita al Pazo de Quiñones de León

Solo el edificio del palacio y sus jardines merecen una visita puesto que es uno de los mejores ejemplos que quedan en pie de la arquitectura palaciana gallega del barroco.

De hecho, el conjunto está considerado un Bien de Interés Cultural gracias, entre otras bellezas, a su jardín sensorial, un recorrido adaptado a personas con deficiencias de visión, a través de estímulos táctiles y olfativos que ha sido reconocido hasta por la Unión Europea como un lugar único.

Pero si cruzamos el portón de entrada, el Pazo de Quiñones de León alberga dos tipos de museos que merecen la pena recorrer de forma tranquila, respirando el ambiente de las edificaciones típicas de la Galicia aristocrática.

Uno de los espacios lo ocupa el Museo Arqueológico Municipal de Vigo, que cuenta con piezas arqueológicas recogidas por toda la región; y el otro lo llena una seleccionada colección de pinturas de los siglos XVII y XVIII.

Además es imposible recorrer estas estancias sin fijarse en el mobiliario, las lámparas, las alfombras y la decoración. La planta baja estaba dedicada a las habitaciones del servicio, la cocina y los almacenes, por lo que la arquitectura es más funcional. Sin embargo, si ascendemos a la planta noble es donde encontramos los salones y los cuartos donde podemos imaginarnos cómo el pazo celebraba todo su esplendor en su época. Eso sí, no guarda la misma disposición exacta del original puesto que el edificio se ha remodelado en varias ocasiones.

La pena es que todo lo mágico que podemos ver en el mobiliario y la decoración del palacio no es original del Pazo puesto que en la cesión que se hizo del inmueble al pueblo de Vigo no se incluía su ajuar, que se perdió. De hecho, lo que ahora vemos en la visita es gracias al trabajo que ha hecho el Concello de Vigo recopilando muebles y objetos de la época para ir dando vida a las estancias de este increíble palacio.

Cuenta también con una pequeña capilla del Pazo de Quiñones de León dedicada a la Virgen del Carmen, muy austera y presidida por un retablo plateresco del siglo XVI del que no se sabe su origen. Lo más curioso de la imagen es que sólo conserva dos cuerpos para poder adaptarlo al espacio.

Pero si hay algo que no podemos dejar de ver, sobre todo si vamos en invierno, es el gran secreto que guarda el pazo y su jardín. En la zona boscosa, el pazo tiene un inmenso camelio centenario, de más de 15 metros de diámetro de copa, que cuando florece es un espectáculo sobre el frío y húmedo paisaje. De hecho, este árbol es el punto de arranque de una famosa Ruta de las Camelias que recorre los mejores sitios de Vigo para ver esta flor.

Exposición permanente de pintura

El Museo Quiñones de León cuenta con 29 salas de exposición permanente en total, que acoge casi 1.500 piezas de arte. Si el pazo es público gracias al empeño de Fernando Quiñones de León, el arte llegó de la mano de otro mecenas y filántropo amante de Vigo, José Policarpo Sanz.

Fue Policarpo Sánz quien donó a su muerte su importante colección de arte europeo, entre las que destacan obras de los pintores flamencos, franceses e italianos. De hecho, algunos expertos aseguran que hay también algún Goya auténtico.

La mayoría de estas piezas decorativas de pintura y escultura están ubicadas en la planta baja e incluye igualmente depósitos del Museo del Prado y del antiguo Museo Nacional de Arte Moderno.

Pero el Museo Quiñones de León también reserva un edificio anexo a una importantísima exposición de arqueología gallega y más concretamente de Vigo y de su región. El Museo de Arqueología expone piezas que van desde el Paleolítico hasta la Edad Media, además de los hallazgos de las famosas excavaciones en el Monte do Castro.

Información para la visita (horarios, precios…)

La entrada al pazo de Quiñones de León tanto en la zona de exposición permanente como en las muestras temporales es gratuita y libre. El horario de exhibición es de martes a viernes, de 10.00 a 14.00 h., los sábados, de 17.00 a 20.00 h., y los domingos y festivos de 11.00 a 14.00 h. Todos los lunes está cerrado.

El museo de este pazo ofrece igualmente visitas guiadas, que hay que consultar con antelación, además de una biblioteca donde se puede entrar con permiso previo.