Situada en el extremo suroeste de la ría de Vigo, esta antigua villa marinera está marcada por siglos de historia. Su pequeña bahía, convenientemente protegida de los embates del Atlántico, ha visto ir y venir, desde siempre, los barcos de pescadores y comerciantes, incluyendo una de las embarcaciones más famosas de toda la historia, La Pinta, que arribó al puerto de Baiona en 1493, anunciando el hallazgo del Nuevo Mundo.

Interesantes sitios históricos y tesoros artísticos y culturales, una naturaleza abrumadora y una extraordinaria gastronomía hacen de este destino uno de los atractivos más potentes de la provincia de Pontevedra y, por lo tanto, un lugar de visita obligada.

  1. Castillo de Montreal, más de dos mil años vigilando Baiona
  2. Carabela La Pinta, herencia colombina
  3. Centro histórico de Baiona, un viaje en el tiempo
  4. Vírgen de la Roca, monumental panorámica
  5. Las mejores playas de Baiona
  6. Dónde comer en Baiona
  7. Qué ver en los alrededores de Baiona

Castillo de Monterreal, más de dos mil años vigilando Baiona  

Emblema indiscutible de la ciudad, esta fortaleza defensiva asentada sobre el Monte Boi, en la península que cierra la bahía de Baiona por el sur, es un tesoro histórico de primer nivel.

Rodeado por tres kilómetros de murallas, el castillo como ahora se conoce comenzó a levantarse en el siglo XII, aunque hay vestigios tan tempranos como el siglo II a.C. Celtas, fenicios, romanos, visigodos, musulmanes…, todos han dejado marcadas sus huellas en el lugar. En cualquier caso, su fisionomía actual tiene más que ver con modificaciones realizadas a partir del siglo XVI.

Flanqueado por el mar chocando contra las rocas, un agradable paseo rodea el Monte Boi y las murallas, y permite ir descubriendo puntos clave del recinto, como la Torre del Príncipe, la cetárea de Serrápio, los restos castreños, el monumento a los marineros, la torre de La Tenaza y la Puerta del Sol (la más antigua de las tres que franquean el perímetro), entre otros. Además, desde 1966, el castillo alberga el Parador de Turismo Conde de Gondomar.

Carabela La Pinta, herencia colombina

El 1 de marzo de 1493, Martín Alonso Pinzón recalaba con La Pinta, una carabela de unos 15 metros de eslora y tres palos (trinquete, mayor y mesana), en el puerto de Baiona. Era el primer barco que volvía de la travesía trasatlántica encabezada por Cristóbal Colón.

Hoy, más de quinientos años después de aquella proeza, La Pinta sigue siendo una pieza clave del patrimonio de Baiona. En primer lugar, gracias a la réplica exacta de la histórica carabela que se puede visitar en el pantalán del Paseo Alfonso IX, así como a las distintas referencias marineras y colombinas que se pueden descubrir en la Casa de la Navegación, un pequeño pero interesante museo ubicado a dos pasos del mismo paseo marítimo.

La otra referencia ineludible es la fiesta de La Arribada, que conmemora, cada primer fin de semana de marzo, la llegada de Martín Alonzo Pinzón y La Pinta a Baiona, en 1493. Músicos, juglares, artesanos y demás personajes de época hacen de la festiva recreación histórica uno de los momentos más señalados en el calendario de esta singular villa medieval.

Centro Histórico de Baiona, un viaje en el tiempo 

Recorrer el casco antiguo de Baiona es también una buena manera de viajar en el tiempo. Un periplo que supone descubrir joyas como la excolegiata de Santa María, del siglo XIII. O como el cruceiro de la Santísima Trinidad, una cruz monumental cubierta con un baldaquino, del siglo XIV, que marca una de las tres entradas a la villa y subraya el papel de la propia Baiona en el itinerario del Camino Portugués de la Costa hacia Santiago de Compostela.

También es una pieza clave del patrimonio de la ciudad la capilla de Santa Liberata, del siglo XVII y consagrada en honor a la primera mujer crucificada en el mundo (en el año 139). O la pequeña ermita de Santa Marta, ubicada en la península del mismo nombre y quemada por el pirata Francis Drake en 1585 (reconstruida más tarde). Las casas asoportaladas, las plazas y plazoletas, las estrechas calles empedradas y demás rincones llenos de encanto terminan por hacer del casco antiguo de Baiona –declarado Conjunto de Interés Histórico-Artístico– un lugar muy especial.

Virgen de la Roca, monumental panorámica 

En el extremo oeste de la ciudad, sobre los acantilados que se asoman a las aguas del Atlántico, una enorme estatua de 15 metros de altura corona el monte Sansón. Inaugurada por el obispo Antonio García y García, el 14 de septiembre de 1930, la Virgen de la Roca es una singular imagen mariana, construida en granito (salvo la cara y las manos, que son de mármol blanco, y la corona, realizada en porcelana), que sostiene una barca-mirador con la mano derecha. Un lugar al que se puede acceder por una escalera de caracol, elaborada también en piedra, que sube por el interior de la propia imagen. Sobra decir que las vistas hacia el mar, la costa y el Monte Boi desde esa altura son, simplemente, espectaculares.

Alrededor de la imagen, el parque Mercedes de la Escalera es un extenso espacio recreativo, arbolado, con mesas y bancos, en el que también se realiza anualmente, en agosto, una romería dedicada a la Virgen.

Las mejores playas de Baiona 

En pleno casco urbano, el largo arenal de Praia Ladeira es, quizás, el más emblemático de la ciudad. Un lugar perfecto para bañarse, dar un buen paseo (mide cerca de 1.700m de largo), e incluso para echar un vistazo al maravilloso Esteiro da Foz, protegido por la propia playa y la enorme barra llamada Punta da Foz o Punta Ladeira, que separa el estuario del río Miñor y el mar.

En el extremo opuesto, del otro lado de la península de Santa Marta, la pequeña playa del mismo nombre también es muy frecuentada. Y ya a los pies del Monte Boi y el Castillo de Monterreal, las playas de Os Frades, A Ribeira, A Cuncheira y Barbeira son pequeñas pero no por ello menos espectaculares.

Dónde comer en Baiona 

En general, las Rías Baixas son un paraíso gastronómico, y Baiona, desde luego, no es la excepción. Tanto en el casco histórico como en las zonas más modernas de la ciudad, se pueden degustar todo tipo de delicias. Y para muestra, un pequeños botón:

Restaurante Naviera.- En pleno paseo marítimo, frente a la lonja, Casa Naveira es, desde 1940, toda una referencia en Baiona. Mariscos, pescados, arroces, carnes, postres caseros y vinos de Galicia.

A Taberna do Abrente.- Entre el puerto y la colegiata de Santa María, este local es una fiesta de sabores gallegos de toda la vida, de mar y de tierra, desde caldeirada de pescado y pulpo hasta churrascada y postres caseros.

Casa Rita.- En la zona donde la península del Monte Boi se une con el casco urbano, este restaurante ofrece solamente los productos más frescos que llegan diariamente a la lonja (no cuenta con una carta fija). Y todo ello acompañado por más de 300 referencias de los mejores vinos.

Paco Durán.- Subiendo hacia la Serra da Groba, en las afueras de Baiona y con unas vistas espectaculares hacia el casco histórico y la ría, este restaurante especializado en mariscos y cocina tradicional gallega es, también, una excelente opción para disfrutar de la mejor gastronomía.

Por supuesto, además de los muchos restaurantes de la zona, el propio Parador de Baiona es una excelente referencia para disfrutar de la mejor cocina gallega en cualquiera de sus dos restaurantes, el elegante Torre del Príncipe y el Enxebre A Pinta, más informal y de ambiente marinero.

 

Qué ver en los alrededores de Baiona 

Más allá del entorno propiamente urbano de la villa, Baiona ofrece todo tipo de tesoros naturales, históricos y culturales. Lugares llenos de encanto que, desde luego, merecen una visita.

Islas Cíes.- Ubicadas en plena boca de la ría de Vigo, a manera de barrera natural, las 3 islas de este fantástico archipiélago se han convertido, por derecho propio, en uno de los atractivos turísticos más visitados no solo de las Rías Baixas sino de toda Galicia. De hecho, la playa de Rodas, la más larga de la isla de Monteagudo, de finísima arena blanca y aguas cristalinas, ha sido considerada la mejor playa del mundo.

Visitar este paraíso natural sin parangón es casi una obligación, aunque, por suerte, el acceso a las Islas Cíes está limitado y su conservación (como parte del Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia) es una prioridad indiscutible.

Esteiro da Foz.- La desembocadura del río Miñor, que separa Baiona de Nigrán, es también un entorno natural privilegiado; 90 hectáreas de estuario y marismas llenos de flora y fauna. Incluido en la Red Natura 2000, este ecosistema de gran valor se puede visitar, a pie o en bicicleta, a través de distintos senderos, paseos, pasarelas y miradores (algunos equipados con códigos QR para facilitar la observación de aves) distribuidos por la zona. Incluyendo el icónico puente románico de la Ramallosa, que atraviesa el río desde hace unos ocho siglos.

Monasterio de Santa María de Oia.- A unos 20 kilómetros al sur de la ciudad se encuentra este antiguo monasterio cisterciense fundado en el siglo XII que es un auténtico tesoro. Ubicado a orillas del mar, en una estrecha cala, el cenobio muestra elementos románicos, góticos y barrocos, y tras años de abandono, e incluso una temporada funcionando como campo de concentración para los presos republicanos de la Guerra Civil, el lugar ha sido recuperado por un grupo privado. Además de su riqueza histórica y arquitectónica, el monasterio ofrece habitualmente una atractiva programación cultural que incluye música, conferencias, catas y demás propuestas, así como una exposición permanente sobre los famosos grafitos que los presos republicanos que lo habitaron entre los años 1937 y 1939 dejaron marcados a lápiz en sus paredes.

Faro Silleiro.- Marcando la entrada a la ría de Vigo por el sur, el Cabo Silleiro es un punto estratégico tanto del municipio de Baiona como de la costa atlántica gallega en su conjunto. En su entorno se encuentran antiguas estructuras militares defensivas, maravillosos miradores y, sobre todo, el famoso faro rojiblanco de Silleiro, de principios del siglo XX y unos 30 metros de altura. Y aunque el edificio y la torre del faro no son visitables como tal, sí qué merece la pena acercarse para disfrutar de las maravillosas vistas y la imponente arquitectura de este singular conjunto histórico.

Serra da Groba.- A espaldas de la ciudad y el propio cabo Silleiro, el terreno se eleva, como desafiando al mar, para dar lugar a otro gran tesoro natural de la zona. Un lugar ideal para disfrutar de las vistas y los paisajes de mar y montaña, recorrer diversas rutas senderistas y practicar todo tipo de actividades deportivas y de ocio. Lugares como O Chan da Lagoa, O Cortelliño, O Montouto y, sobre todo, el yacimiento de arte rupestre de Outeiro dos Lameiros, con su colección de petroglifos con más de 4.000 años de antigüedad, son algunos de los puntos que destacan en este fascinante territorio que abarca unos 50 km2.