Muy pocos saben que Pontevedra cuenta con un centro histórico increíble, el segundo mejor conservado de toda Galicia si exceptuamos a Santiago de Compostela. Tampoco muchos saben que en sus plazas empedradas se alza la única iglesia en forma de concha de toda la península o uno de los primeros relieves de un santo con gafas.
Hasta su nacimiento es una leyenda. Ya en el Renacimiento, se contaba que fue Teucro, un héroe de la Guerra de Troya, quien fundó esta ciudad al otro lado del mundo conocido. En lo que no se ponen de acuerdo es en cómo llegó Teucro al río Lérez. Una de las historias asegura que fue guiado por una sirena.
- Qué ver en Pontevedra ciudad
Qué ver en Pontevedra ciudad
Ruinas de Santo Domingo
Este antiguo convento en ruinas se levanta elegantemente en el centro de Pontevedra. Fue construido en el siglo XIII por un grupo de dominicos y destruido por las incursiones inglesas. Aunque se trató de reconstruir con una nueva iglesia en el siglo XVIII, el convento fue vendido y no se terminó el proyecto.
Sin embargo, las ruinas que quedaron en pie, la cabecera de la iglesia con cinco ábsides y un muro lateral con una portada y un rosetón, guardan una presencia casi mística en la ciudad, de un pasado de fe y guerra.
Estas ruinas forman parte del Museo Provincial de Pontevedra que, de hecho, durante años lo utilizó para exhibir sepulcros y piezas de la época romana. Sin embargo, ahora las piezas arqueológicas más valiosas están guardadas para evitar el deterioro provocado por la climatología.
Se puede visitar desde Semana Santa hasta octubre y aún guarda algún tesoro entre restos de capillas y ventanas.
Plaza Peregrina
Esta plaza es el corazón de Pontevedra aunque su construcción se realizó, en un principio, fuera de la muralla que rodeaba la ciudad en el siglo XVIII. Estaba situada junto a una de las puertas de entrada a la ciudad y dentro de la marca del camino portugués hacia Santiago de Compostela, por lo que era paso obligado de los peregrinos que seguían esta ruta.
Lo que más llama la atención de esta animada plaza empedrada, sin duda, es la iglesia de la Virgen de la Peregrina, la única en España en forma circular. Concretamente, tiene forma de vieira, el símbolo de los peregrinos, acabada en cruz. Su fachada convexa y el atrio son dos de los puntos claves de una iglesia que recuerda la importancia de los peregrinos y del camino para Pontevedra.
Justo delante de las escaleras, que han sido varias veces modificadas, había una fuente que durante años fue retirada pero que acabó reconstruyéndose en su estado natural.
Otro lugar muy popular en la plaza es la estatua del Loro Ravachol, la mascota del famoso farmacéutico Perfecto Feijóo que vivía en un baúl en esa misma plaza, a principios del siglo XX. Hoy en día sólo podemos ver su sombra puesto que hasta la farmacia ha desaparecido.
Convento de San Francisco
Este gigantesco convento e iglesia, del siglo XIV, se construyó, según cuenta la leyenda, por el deseo del mismo San Francisco de Asís, que habría pasado por Pontevedra en su camino portugués hacia Santiago de Compostela.
Los datos nos dicen que el recinto fue levantado en una zona fuera de la muralla, entre los años 1310 y 1360 y gracias a las generosas donaciones de la familia de Paio Gómez Charino, un almirante y trovador pontevedrés que pertenecía a una de las casas con más poder adquisitivo de la zona.
El templo, con un interior gótico tardío, y las estancias del convento fueron la envidia del momento entre otras órdenes religiosas que veían cómo sus arcas crecían por las donaciones de familias ricas temerosas de la enfermedad de esos siglos: la peste.
De hecho, en la iglesia, junto al altar mayor, aún se conserva la sepultura del propio Paio Gómez Chariño, junto a la de dos matrimonios de la época que no se sabe quiénes son.
Destaca también otra escultura mucho más moderna pero igualmente venerada, la del Nazareno, que atrae a muchos fieles.
Basílica de Santa María de la Mayor
Esta basílica, por obra y gracia de Juan Pablo II, que fue el que la elevó a esa categoría en 1962, es el monumento religioso más importante de Pontevedra. Fue construida en el siglo XV gracias a las donaciones del Gremio de Mareantes (o pescadores) que hicieron suyo el templo durante siglos.
En el lugar donde hoy se levanta imponente “esta perla del arte gallego», como se la conoce muchas veces, había una antigua iglesia que fue derribada para construir una fachada principal ideada como un retablo gigante, sobre unas escaleras de piedra que confirman la perfección de la arquitectura renacentista en la zona.
Muchas son las leyendas que señalan los aspectos más novedosos de esta basílica como que el San Jerónimo aparezca con una especie de anteojos o gafas, una de las primeras representaciones de este elemento en el arte; o que se haya incluido un relieve con una imagen de Pontevedra, la más antigua que se conserva de la ciudad, y que nos da una idea de cómo era en la época.
Otro de los relieves que llaman la atención están en el interior de la fachada donde se mezclan las sátiras de los pecados capitales con la representación de algunas escenas de la vida de santos.
Dentro del templo, además de las bóvedas de crucería y los ventanales, no hay que perderse las tablas pintadas en el siglo XVI, el Cristo de los Marineros (s. XVIII) y el del Desenclavo (s. XVI).
Plaza de la Verdura
Si Vigo es ahora mismo la ciudad de las luces de Navidad en España, pocos saben que Pontevedra fue la segunda ciudad del país en tener alumbrado público (marzo de 1888) y todo gracias a la fábrica de la luz que se instaló en esta plaza.
Hoy en día, estas instalaciones, en las que destaca su chimenea industrial, son las oficinas de turismo y permiten que este espacio, animado casi a cualquier hora del día, sea un lugar obligado de visita y paso.
En este espacio empedrado se celebraba desde el siglo XV un mercado diario de hortalizas y verduras, de ahí el nombre de la plaza. Los edificios que la rodean, algunos con casi 500 años de antigüedad, guardan en sus soportales el gusto por tomarse un buen vino y una buena tapa en tabernas típicas, por lo que es un lugar perfecto para comer o cenar cualquier día.
Plaza de la Leña
Nadie puede marcharse de Pontevedra sin haber visitado la Plaza de la Leña y haberse hecho una foto increíble. Es uno de los lugares del casco histórico más buscados y con una vida constante a cualquier hora del día gracias a las numerosas terrazas que la rodean.
Este espacio, bastante regular, se llama la Plaza de la Leña porque era lo que se vendía en el pasado cuando se utilizaba este material para las cocinas.
Su armonía parte del crucero en el centro y de las hermosas casas que la rodean, pazos urbanos, que dan una idea de cómo eran las casas tradicionales de Pontevedra en el siglo XVIII. No te pierdas ni un detalle de los soportales y de los balcones de piedra. Uno de esos edificios es precisamente el Museo Provincial.
Los alrededores de esta plaza acogen a los mejores lugares de la ciudad para un vino y una tapa.
Museo de Pontevedra
Los pontevedreses están muy orgullosos de este museo que cuenta con hasta seis sedes en la ciudad y no es para menos ya que está considerado como uno de los más importantes de España en su estilo y por tener uno de los archivos y bibliotecas más valiosos de Galicia.
El recorrido por estas seis sedes, Castro Monteagudo, el edificio García Flórez, Fernández López, Sarmiento, las ruinas del Convento de Santo Domingo y un moderno sexto edificio entre las calles Serra y Padre Amoedo, son un recorrido por la arqueología y el arte gallego.
En la primera sede, la de Castro Monteagudo, en la plaza de la Leña, se conservan colecciones de arqueología, entre ellas joyas prerromanas, orfebrería y platería popular.
El segundo inmueble, el de García Flórez, acoge una exposición de azabaches, grabados, escultura religiosa, y hasta la reproducción de la cámara de la fragata Numancia, construida en el siglo XIX para intentar recuperar el orgullo naval español tras Trafalgar.
Otros de los puntos a destacar son las ruinas del Convento de Santo Domingo que guardan una increíble colección heráldica y de sepulcros medievales de importantes caballeros o el último edificio construido para este museo que está destinado a distintas exposiciones.
Plaza de la Pedreira
Esta plaza es otro de los rincones de Pontevedra que respiran señorío y armonía, sobre todo gracias al Pazo de Mugartegui, ubicado en este lugar.
A la zona se le conocía así por la actividad que muchos canteros realizaban en la zona y que puede verse incluso en las fachadas en piedra de los edificios nobles.
Este pazo, ejemplo de arquitectura barroca, fue construido entre los siglos XVII y XVIII y cuenta con un increíble pórtico de siete arcos sobre columnas y pilastras.
En la puerta principal podemos ver el escudo realizado en piedra de los Figueroa, Araújo, Miranda y Quirós, además de un reloj de sol, hecho igualmente de este material, coronando el arco de entrada.
Hoy en día acoge al Consejo Regulador del Vino de la Denominación de Origen Rías Baixas y, como anécdota, hay que decir que es el lugar preferido para las bodas civiles que se celebran en el Consistorio pontevedrés.
Cruceiro de la Plaza das Cinco Rúas
Situado en una plaza del casco antiguo en la que desembocan cinco calles, de ahí su nombre, este cruceiro fue levantado en 1773 y es un increíble ejemplo del arte popular de la época.
El cruceiro está situado muy cerca de la que fue la casa de José María del Valle Inclán, por lo que las figuras que se muestran en la base de la columna acompañaron en varios momentos la vida del escritor gallego. De hecho, otro escritor, Castelao, lo hizo famoso en una de sus obras.
Lo primero que llama la atención es Adán y Eva justo en el momento en el que el hombre toma la manzana prohibida del árbol y aparece una serpiente desde la base hasta la parte frontal. Pero no es lo más inquietante del cruceiro ya que en otro de los lados se muestran dos ánimas en mitad de las llamas que acompañan a una inscripción o plegaria por las almas del purgatorio.
En lo alto de la columna, aparece San Antonio de Padua con el niño Jesús en brazos.
Qué ver en los alrededores
Parque Nacional de las Islas Atlánticas
Este parque nacional incluye las islas más bonitas de esta parte de la costa gallega: las Cíes, la de Ons, Sálvora y Cortegada. Y por eso, en esta zona protegida está, según algunos medios extranjeros, la playa más bonita del mundo: la de Rodas.
La arena fina y las aguas transparentes se han mantenido así, entre otras cosas, por las restricciones que han ido protegiendo cada vez más esta zona que, en el caso de las Cíes, solo se abre al público en verano y con pases contados.
Merece la pena tomarse unos días para visitar con calma estas islas que fueron refugio de piratas y rebeldes del mar para, por ejemplo, escuchar a las gaviotas gritando desde el faro de las islas Cíes. Recorrer las misteriosas furnas de Ons, es decir, las cuevas marinas que según decían llegaban hasta el mismo infierno. O recordar la mala suerte del barco Santa Isabel que se hundió frente a las costas de esta isla en 1921 muriendo casi todos sus pasajeros.
Península O Grove
Este punto conocido como el Caribe gallego cuenta con algo muy importante en Galicia a su favor: un clima más cálido y menos lluvioso. Por eso, algunas de sus playas como la de Lanzada son un lugar único para disfrutar de una arena blanca y fina y de las frías aguas del Atlántico.
Pero no es la única zona de baño que merece la pena. Además, podemos subir al Monte Siradella y disfrutar de las magníficas vistas o practicar senderismo por el camino de las Piedras Negras y hasta coger un barco hacia la isla de la Toja.
Ahora bien, si lo que queremos es terminar de disfrutar del día, busquemos un buen sitio donde comer uno de los mejores mariscos de la zona.
Combarro
El llamado pueblo de los hórreos, Combarro, está considerado uno de los más bonitos de Galicia y de España en todas las listas que se hacen sobre el tema. Los culpables son, sobre todo, la tira de hórreos que se conservan a la orilla del mar y que, cuando sube la marea, forman una imagen idílica de la ciudad, y los cruceiros, hasta nueve, que jalonan el pueblo de cruces de caminos y de vírgenes que sólo miran hacia el mar para proteger a los marineros.
Aunque no es lo único que visitar porque no hay que perderse sus plazas, calles empedradas y las tabernas que emergen junto a los hórreos y junto al mar donde se puede comer marisco bueno, sabroso y no muy caro.
Pazo de Lourizán
La historia de este elegante edificio señorial se remonta al siglo XV, cuando se instaló una granja en esos terrenos de la que sólo queda el palomar. Sin embargo, lo que ahora vemos en San André de Lourizán es la casa residencial y el lugar de verano de Buenaventura Marcó del Pont, uno de los armadores más importantes del país en esos momentos, que lo adaptó al gusto romántico del siglo XIX y a la posición económica y social de la familia.
Nada más llegar, destaca su escalera de corte imperial, jalonadas por estatuas que marcan el camino hacia el interior del palacio, y unos inmensos jardines a la altura del edificio.
En este pazo vivió Eugenio Montero Ríos, el que fuera presidente del Gobierno español en 1905, por lo que muchos vecinos lo conocen como A Granxa de Montero Ríos.
Illa da Arousa
Este pueblo ubicado en mitad de la ría es famoso no sólo por sus espectaculares playas sino por el amable trato de sus gentes. Aunque parezca mentira, el pueblo estuvo conectado únicamente por mar hasta los años 80, cuando se inauguró uno de los puentes más largos de España que lo unen tierra adentro.
El puerto y la playa de Cabodeiro son los más concurridos de la zona puesto que cuenta con todos los servicios que podamos necesitar. Además, está cerca del pueblo marinero con sus casas de distintos colores y mirando a la fuente de vida del pueblo: el mar. Los atardeceres en esta zona son preciosos, sobre todo en el Faro de Punta Cabalo, uno de los lugares más visitados en Illa da Arousa.
Se puede visitar la isla para llegar a algunos de sus miradores y sobre todo para recorrer el increíble parque natural de Carreirón.
Ribera Sacra
Esta zona conocida por sus vinos, sus paisajes y su historia es un lugar único donde disfrutar de una naturaleza indómita por momentos. Entre ríos que se enredan en las montañas, se pueden ver algunos de los viñedos que han hecho famosa la gastronomía de esta comarca de Pontevedra.
Pero también se puede disfrutar de monumentos creados por la mano del hombre como el río de Os Peares, de la escuela de Eiffel, en el lugar donde se cruzan el Sil y el Miño, o los monasterios de Santa María de Xunqueira y de Santo Estevo.
El de Santa María de Xunqueira es uno de los más visitados y eso que ahora sólo se conservan algunas partes del monasterio, la iglesia y el claustro. El de Santo Estevo, de estilo románico, está situado en un cañón único del río Sil por lo que la imagen es increíble.
Si queremos ver Ribera Sacra desde el agua, remontando el río Sil, podemos llegar hasta el embarcadero de Santo Estevo y coger un catamarán.
Hoteles para alojarse en Pontevedra
Una de las mejores opciones para descansar después de visitar Pontevedra es el hotel Occidental Vigo, situado muy cerca del corazón de esta ciudad pero también perfectamente comunicado con la estación de tren de Urzáiz y la futura estación del AVE, con el aeropuerto y con la autopista.
Ubicado en la vía Norte está a un paso del centro y de la zona de compras y goza de unas vistas directas a la ría de Vigo.
Sus 104 habitaciones están perfectamente equipadas para recobrar energías en el descanso y ofrecen una gran cantidad de detalles únicos.