Fue un poeta el que habló de Redondela como la ciudad caída del cielo. En concreto, Federico García Lorca que, en su camino hacia Santiago, pasó por aquí y, viendo los dos viaductos que rodean esta villa tuvo por seguro que su origen tenía que haber sido divino.

También dicen que Lorca contó tiempo después que fue en esta vista la primera vez que sus oídos oyeron palabras en gallego, por lo que nunca olvidó el pueblo. 

  1. Historia de la localidad de Redondela
  2. Qué puedes ver en Redondela
  3. Dónde comer
  4. Qué ver en los alrededores

Historia de la localidad de Redondela 

Esta zona de la ría de Vigo estuvo habitada desde la prehistoria, como lo atestiguan los castros que se han encontrado y que hablan de sus primeros habitantes. Pero si algo marca la historia de Redondela son, sin duda, sus leyendas marineras que hablan de los misterios de la isla de San Simón o la historia de San Brandán o el gran tesoro de la Batalla de Rande. Esta lucha naval sí tiene su fecha en la Historia, 1702, cuando las armadas española e inglesa pelearon en este rincón de Pontevedra por el trono de España en plena Guerra de Sucesión. Los gallegos apoyaban a los Borbones y los ingleses, al candidato de la casa de los Habsburgo. Cuentan que los barcos que se hundieron en esta zona de la ría iban cargados de oro y grandes tesoros. La leyenda se extendió durante siglos y hasta Julio Verne la incluyó en su libro ‘20.000 leguas de viaje submarino’.. 

Qué puedes ver en Redondela 

Aunque lo que más llama la atención de Redondela son los dos viaductos que la rodean, el de Pontevedra y el de Madrid, son muchas las opciones turísticas que ofrece este pueblo para los visitantes. 

Lo primero es su Iglesia de Santiago, de origen románico, aunque las obras que se han ido realizando a lo largo de los siglos han desvirtuado un poco su estilo original. Está coronada por una estatua de Santiago en su fachada principal y guarda otra escultura muy curiosa del santo peregrino en su interior. 

La ciudad siempre contó desde el siglo XVI con un hospital de peregrinos que atendía a todos los que caían enfermos en el camino de Santiago. El edificio fue también una escuela, casa rectoral y hasta la casa del maestro. A finales del siglo XX se decidió que el albergue de peregrinos tenía que estar en un espacio único y se eligió el antiguo palacio renacentista de los García Prego de Montaos para construir uno de los más bellos de todo el camino.  

Una de las visitas más curiosas en Redondela es a su cementerio, considerado uno de los más bonitos de España. Os Eidos fue construido en 1830 y cuenta con mausoleos y panteones de diferentes estilos que se reparten entre un jardín romántico que inspira cierta paz solamente con pisarlo.  

Varios son los pazos que merecen la pena visitar, pero el de Petán o Santa Teresa tiene la curiosidad de su torre almenada del siglo XVII, una joya de esta villa.  

No podemos irnos de Redondela sin visitar el Museo de Rande, situado junto al estrecho donde se produjo la batalla, en una antigua conservera conocida como la Fábrica do Alemán, puesto que fue un empresario germano quien la compró durante el siglo XX. 

Dónde comer 

En Redondela también podemos probar los famosos furanchos, restaurantes que nacen en casas privadas y que tienen una carta no muy amplia pero sí auténtica. El Furancho Cadaval, en O Viso, es uno de los más populares junto con el de Reboraina, situado en el Pazo de Reboreda. 

Un local tradicional de gastronomía gallega es, sin duda, Antolín. Su carta se mueve en función del pescado y el marisco que se saque de la ría cada día. Además, cuenta con unas vistas y un entorno increíble.  

Si queremos buenas vistas sobre la ría y hasta ver las Islas Cíes, Bahía de Chapela también es buena opción. Es un restaurante familiar de comida tradicional con pescados y carnes exquisitos. 

Qué ver en los alrededores 

Cerca de Redondela están las míticas islas de San Simón y la de San Antón que podemos visitar para conocer su historia y sus leyendas. Son dos pequeños enclaves que están unidos a la tierra por un puente de unos 600 metros, lo que facilita su visita. 

En la más grande, San Simón, cuenta la leyenda que hubo un monasterio del que sólo quedan unos sarcófagos que pudieron pertenecer a estos monjes. También se dice que los Templarios crearon ahí una ermita en honor a San Simón, aunque el centro religioso más estable fue construido en el siglo XVI. 

Entre ataques piratas, varias órdenes religiosas pasaron por la isla hasta que en el siglo XIX se construyó un lazareto para evitar la propagación de enfermedades con los viajeros que venían del mar.  

En la Guerra Civil, ambas islas se convirtieron en un campo de concentración por donde pasaron muchos represaliados, quedándose el destacamento militar en la isla de San Antón y los presos en el antiguo lazareto de San Simón.