La basílica de Santa María la Mayor es el edificio religioso más importante de Pontevedra y uno de los más destacados de Galicia puesto que une el gótico tardío con el Renacimiento y es, a día de hoy, una rara avis en esta región. Además de su riqueza artística, esta iglesia está llena de leyendas y de representaciones curiosas como la de un santo con anteojos.
Historia de la basílica
Esta basílica gótica tardía se levanta sobre los restos de una antigua iglesia románica que fue derribada antes de su construcción. De hecho, en algunas excavaciones que se han realizado posteriormente se han encontrado restos de una necrópolis que estaría unida a esta primitiva iglesia y, además, se sabe que Fernando II de León, ya en el siglo XII, estableció que la mitad de las rentas que se obtuvieran en Santa María se destinaran al convento benedictino de Poio.
Sin embargo, el increíble edificio que hoy podemos ver es un empeño del Gremio de los Mareantes de la ciudad que en el siglo XVI era uno de los más importantes de toda Galicia y ejercía mucho poder en Pontevedra.
Fueron ellos, los marineros que habitaban en el pujante barrio de la Moureira, los que sufragaron esta joya religiosa que mezcla elementos del gótico tardío con algunos del Renacimiento.
El encargo, según consta en los planos, se lo hicieron a Diego Gil y Juan de los Cuetos, aunque su fachada, en estilo plateresco y uno de los ejemplos más importantes en toda Galicia, ha sido atribuida al famoso cantero portugués Juan Noble y el escultor Cornelis de Holanda
Pontevedra carece de una catedral, pero fue el papa Juan XXIII el que en el año 1962 elevó la categoría de este templo a basílica tanto por su importancia artística como por lo que representa en términos religiosos para la ciudad.
Arquitectura
Como hemos dicho, esta basílica de tres naves de diferente altura aúna elementos del gótico tardío con otros ya renacentistas. Las naves están divididas por ocho columnas y se rematan en unas increíbles bóvedas de crucería que, según se sabe, fueron terminadas en el año 1559.
En plano, la iglesia sigue los preceptos de los templos tardogóticos, sobre todo en las capillas laterales que dan una forma de cruz a la planta, pero luego se fueron añadiendo elementos decorativos propios del isabelino y hasta del churrigueresco, como algunos retablos.
Una de sus principales joyas es la fachada principal, que se empezó a construir en 1541, por el famoso escultor Cornelis de Holanda y su compañero cantero Juan Noble. Se realizó a modo de retablo plateresco de tres cuerpos, profusamente decorados y donde se encuentran la mayoría de los secretos que cuenta este templo. Además, destaca por su gran escalinata para acceder a la basílica que aún realza más la impresión que causa en el visitante cuando llega a sus pies. Algunas teorías aseguran que este desnivel se debe a la puerta de Santa María que se abría en este mismo lugar en la vieja ciudad amurallada que se derribó en el siglo XV.
Cabe destacar la crestería en piedra que remata el ábside del templo y todos los muros, de estilo manuelino y un elemento muy distinguido que no siempre podemos disfrutar en su totalidad.
Información de interés para la visita
Varios aspectos hay que tener en cuenta para programar la visita a la basílica. La primera es el horario y la segunda que el centro de Pontevedra es un lugar complicado para llegar en coche, por lo que lo mejor será dejar el vehículo en un parking y caminar.
La visita a esta joya del arte gallego se puede realizar todos los días pero a distintas horas. La basílica está abierta de lunes a sábado desde las diez de la mañana a la una y media y por la tarde desde las cinco hasta las nueve de la noche.
Los domingos y festivos la apertura es desde las diez hasta las dos del mediodía y desde las seis hasta las nueve, igualmente.
Eso sí, los responsables del templo agradecen que cuando se esté celebrando misa en este horario se interrumpa la visita por respeto.
Qué podrás ver
Antes de entrar en la basílica hay que apreciar la fachada plateresca, obra de Cornelis de Holanda y Juan Noble, llena de tesoros y leyendas. En el arco de medio punto de entrada podemos ver a un lado a San Pedro y San Pablo y, por encima, la Dormición de la Virgen. Pero uno de los aspectos que más llama la atención son las representaciones de santos entre las que destaca uno con anteojos. Se trata de San Xerome, que era el padre de la iglesia en el siglo IV y que lleva unas lentes muy curiosas en esta puerta.
También podemos ver otras figuras como la de Teucro, el héroe griego que se cree que fue el fundador de Pontevedra, o a Hércules, que simboliza a los marineros de la ciudad, y hay hasta quien dice que también están Cristóbal Colón y Hernán Cortes a ambos lados del rosetón.
Además, en la contraportada de la basílica también se puede ver esculpida en piedra la imagen más antigua que se conserva de la ciudad de Pontevedra.
Ya en el interior, nos encontramos con el Cristo del Buen Viaje, una imagen muy venerada por los marineros y, sobre todo, los que cruzan el océano. Aunque no es la única figura de Cristo que merece la pena disfrutar, también está el Cristo del Desenclavo, del siglo XVI.
Entre las capillas, cuelgan tablas renacentistas de Francisco de Teide y retablos y esculturas barrocas y neoclásicas de importantes figuras gallegas. De 1909 es el retablo mayor neogótico y el púlpito.