No lo dudes: hay mucho y muy interesante que ver en Bratislava. En comparación con las riquezas y el patrimonio histórico de las vecinas Viena, Praga y Budapest, pudiera parecer que no es tanto, pero lo que nadie puede negarle a esta mediana ciudad es un gran encanto, favorecido por su privilegiada situación a orillas del Danubio.
Conviene saber, además, que esta ciudad tuvo una gran importancia para el Imperio Austro-Húngaro y, de hecho, entre los siglos XVI y XIX fue aquí donde tenía lugar la ceremonia de coronación de sus reyes.
Lo ideal para conocer la ciudad Bratoslava sería estar unos tres días con dos noches, pero en un solo día también es posible llevarse una buena impresión. A continuación te contamos lo que que puedes ver y hacer en una escapada a la capital de Eslovaquia.
- El Castillo de Bratislava
- La Iglesia azul
- Puerta de San Miguel
- Catedral de Bratislava
- Palacio Grassalkovich
- Centro Histórico de Bratislava
- Las estatuas de Bratislava
- Slavin
- Donde comer en Bratislava
El Castillo de Bratislava
El Castillo de Bratislava es el principal referente monumental, sin duda. Situado sobre la colina que domina la ciudad, su origen se remonta al siglo X. No obstante, diferentes avatares históricos supusieron su destrucción y reconstrucción en siglos posteriores. El aspecto actual data de una reconstrucción de finales de los años 60 del siglo XX, inspirado en la estructura que el edificio tenía en el XVIII.
Es la principal sede institucional y representativa del país y, de hecho, aquí se ratificó la independencia de Eslovaquia, en 1992. Sus dependencias albergan, además de la residencia oficial del presidente de la República, el Museo de Historia de Bratislava y la Cámara del Tesoro.
La Iglesia Azul
Quizás lo más llamativo de esta iglesia sea el tono azul pastel con que está pintada. Pero no solo eso: lo cierto es que la iglesia de Santa Isabel está llena de sorpresas y detalles decorativos y arquitectónicos de buen guso. De hecho, al arquitecto que la levantó a principios del siglo XX, Ödön Lechner, se le conoce como el Gaudí húngaro y el estilo de esta obra es puro Art Nouveau, es decir lo que en España se conoce como Modernismo.
Tan impresionante como el exterior del templo, caracterizado por la suavidad y geometría de arcos, columnas, cúpulas y la torre del campanario, es el interior, donde el color azul sigue siendo predominante. Bajo el altar mayor se custodian los restos de la titular del templo, Santa Isabel, junto a los de San Clemente Romano, Santa Vicenta y Santa Teodora.
La Puerta de San Miguel
Este lugar es el reducto, aunque muy modificado respecto al original, de lo que fue la muralla que rodeaba la ciudad medieval de Bratislava. El origen de esta puerta, una de las cuatro por las que se podía acceder a la villa, es de principios del siglo XIV y su imagen actual se corresponde con la reforma acometida a mediados del siglo XVIII, en un claro estilo barroco. Esta intervención la dotó con la llamativa torre del reloj, de 53 metros, rematada por una de esas características cúpulas con forma de cebolla tan habituales en Centroeuropa.
El edificio en que se ha transformado la primigenia puerta medieval alberga el Museo de la Ciudad de Bratislava, donde se narra la historia de la fortificación y se exponen algunas de las armas utilizadas para su defensa.
La Catedral de Bratislava
El titular de este templo de finales del siglo XIII es San Martín y el edificio ha experimentado varias modificaciones a lo largo del tiempo como consecuencia de diversos desastres, entre ellos un rayo, que destruyó el campanario.
La actual torre tiene 85 metros de altura y en su punta hay una impresionante réplica de la corona de San Esteban, de 300 kilogramos de peso, que recuerda que en este templo eran proclamados los reyes de Hungría. Hecho que se produjo durante casi 300 años y hasta 1830.
Aunque se trata de una construcción bastante sobria desde el punto de vista ornamental, merece mucho entrar en ella y admirar su cripta, donde están enterrados algunos de los personajes más notables del país. Entre ellos, buena parte de la familia noble Pálffy y diversas autoridades religiosas.
Palacio Grassalkovich
El que durante siglos fue uno de los principales puntos de encuentro de la aristocracia del país, el Palacio Grassalkovich, es hoy la sede de la presidencia de Eslovaquia. Es decir, el lugar donde reside la máxima autoridad del Estado. Antes, durante el periodo en que el país estuvo unido a Chequia, este palacio fue también la sede eslovaca de la República de Checoslovaquia.
Se trata de un complejo compuesto por varias alas y pabellones, que comenzó a construirse a mediados del siglo XVIII en el estilo imperante en buena parte de Europa: el Rococó. El arquitecto responsable del proyecto fue Anton Mayerhofer, por encargo del conde Antal Grassalkovich.
No obstante, conviene saber que lo que hoy se puede ver es la reconstrucción terminada en 1996, pues el complejó sufrió un grave deterioro durante los diferentes acontecimientos bélicos ocurridos durante el convulso siglo XX.
Teniendo en cuenta su función oficial, el palacio como tal no está abierto al público general. No obstante, sí se puede admirar la belleza de los jardines situados frente a la fachada posterior del palacio, diseñados en más puro estilo francés.
Centro histórico de Bratislava
El núcleo histórico de la capital eslovaca es relativamente asequible si se quiere conocer a pie y se corresponde con lo que históricamente fue la ciudad intramuros. No obstante, también se puede conocer de una forma más cómoda, a bordo de los tranvías que lo cruzan y circundan.
Aquí es donde se concentran la mayor parte de los reclamos monumentales de Bratislava, entre los cuales destacan (aparte de los mencionados con anterioridad), el Antiguo Ayuntamiento, el Palacio Grassalkovich, la iglesia de la Trinidad y el Teatro Nacional.
Pero el centro histórico de Brastislava también tiene un paseo fluvial ribereño al Danubio y, aparte de la dimensión turística y oficial (aquí están las sedes de las principales instituciones estatales y locales), también es una zona residencial. Al oeste de esta zona, es muy agradable pasear por la colina sobre la que se asienta en castillo y donde está el Parque Horský.
Las estatuas de Bratislava
Estas estatuas son uno de los elementos más peculiares y divertidos de la visita al centro histórico de Bratislava. Un total de cinco obras (aunque hubo otra más) realizadas en bronce, repartidas por diferentes calles y plazas y que representan a personajes reales de diferentes épocas. Se instalaron durante los años 90 del pasado siglo XX, en un intento de la municipalidad por humanizar la urbe después de la sombría etapa en la que estuvo sumergido el país en décadas anteriores.
De todas las estatuas de Bratislava, quizá la que representa al personaje más querido sea Čumil, un obrero, con su casco, que se asoma desde una tapa de alcantarilla para observar, con una sonrisa bien pícara, el paso de los viandantes. No menos simpático resulta el personaje conocido como el bello Ignaz que, ataviado con su levita, saluda galante a quien pasa por su lado: emula a un mendigo que habitó en Bratislava a principios del siglo XX y que (dicen) regalaba flores a las mujeres que eran de su agrado.
No menos llamativas son las estatuas que representan a un soldado napoleónico (está en la Plaza Mayor) apoyado en el respaldo de un banco, otro soldado en su garita (en esa misma plaza) o el paparazzi apostado en una esquina de la calle Laurinská.
Slavín
El cementerio de Slavín, situado a unos 2 kilómetros del Danubio y del casco histórico de Bratislava, es muy conocido por el enorme memorial dedicado a los caídos durante la II Guerra Mundial.
En el mausoleo y el resto de tumbas distribuidas en torno a él reposan los cuerpos de unos 6.000 soldados fallecidos durante la liberación de la ciudad por parte de las tropas soviéticas y frente a los ocupantes de la Alemania nazi. Se recuerdan los nombres de cada uno de ellos en las placas que recubren la zona baja del monumento.
Éste se inauguró en 1960 sobre la colina de uno de los barrios residenciales de Brastislava. De él destaca el gran obelisco de 38 metros de altura sobre el que hay un soldado enarbolando la bandera soviética mientras pisa una esvástica.
Dónde comer en Bratislava
Son muchísimas y muy buenas las opciones para comer bien en Bratislava, fundamentalmente gastronomía centroeuropea, pero también hay algunas propuestas internacionales. Por ejemplo, Soupa Bistró (Kozia, 11), que explora el amplio capítulo de las sopas, pero también de la contundente cocina tradicional eslovaca. En días de diario tienen un menú de mediodía a muy buen precio.
Otra interesante opción es la de Meštiansky pivovar (Devrevená 575/8), cervecería histórica en la que, aparte de conocer las diferentes variedades de esta bebida, se pueden degustar los platos más representativos de la cocina local, con protagonismo de las carnes de cerdo.
Muy divertida y ecléctica es la propuesta de Mecheche Snack Bar (Nedbalova 453/12), lo más parecido a un bar de tapas y pinchos que se puede encontrar en Bratislava. De hecho, algunos de los platos tienen intención de parecerse a las raciones españolas, pero también a los aperitivos italianos, mexicanos, peruanos…