La abadía de Chiaravalle toma su nombre de la localidad borgoñesa de Clairvaux, en Francia, cuna de las primeras abadías de la orden del Císter. San Bernardo, que en el siglo XII contribuyó a poner a esta orden en un lugar predominante en la jerarquía de la Iglesia, fundó esta abadía en 1135.
Los monjes cistercienses, llegados allí durante el siglo XII, fueron los encargados de drenar estos terrenos pantanosos para conseguir una tierra fértil y cultivable. Gracias a esto, se desarrolló en torno a la abadía de Chiaravalle un pequeño burgo dedicado a trabajar sus tierras, lo que supuso un incentivo económico muy importante para la ciudad de Milán. La abadía es, además, uno de los primeros ejemplos del gótico francés en Italia.
Doctrinas revolucionarias en la abadía de Chiaravalle
La abadía de Chiaravalle ganaría una fama legendaria a partir del siglo XIII, gracias a las revolucionarias doctrinas de una noble italiana, hija del rey y duque de Bohemia Ottokar I. Guglielma de Bohemia, que vivió en una pequeña habitación del monasterio, consagró su vida a predicar una visión feminista del cristianismo, en la que ella misma anticipaba su reencarnación como el Espíritu Santo. Se abriría entonces una nueva etapa en la Iglesia, que pasaría a estar dirigida por mujeres.
Con el paso de los siglos, la visión alternativa de Guglielma del mensaje de Cristo llegaría a extenderse, floreciendo grupos dedicados a su culto más allá de la ciudad de Milán. La Inquisición decidió entonces tomar cartas en el asunto: persiguió y ejecutó a sus fieles y, por último, quemó y esparció los restos de esta noble fuera de la abadía de Chiaravalle, donde reposaban. No obstante, su veneración siguió en Italia, conservando siempre la abadía el sagrado honor de haber sido el lugar donde vivió y donde, antes de la muerte, recibió el hábito monástico, para ser enterrada en el claustro del edificio.
Una abadía histórica y un remanso de paz a las afueras de Milán
Algunos de los atractivos que nos ofrece la abadía y que no debéis perderos son los siguientes:
- El complejo de edificios del monasterio es accesible a través de una torre del siglo XVI, que fue ordenada construir por el rey Luis XII. La entrada está adornada con rejería del siglo XVII. Al lado de la torre se encuentra el oratorio dedicado a San Bernardo, en el cual encontramos uno de los muchos frescos del templo, el Cristo ante Pilato.
Antes de entrar a la iglesia de la abadía, encontramos una plaza con un jardín elegantemente recortado, a cuyo lado se alza una pequeña iglesia de 1412, convertida en botica a mediados del siglo XVIII. En la puerta de ingreso, del siglo XVI, encontramos un relieve donde se hallan esculpidos cuatro santos (Roberto, Alberico, Esteban y Bernardo) sobre la madera.
- El imponente campanario de la abadía de Chiaravalle se eleva solitario desde el tiburio de la iglesia, la confluencia entre los brazos y las naves principales de la planta. Se compone de dos secciones de forma octogonal, ricamente adornadas con estilizados arcos de medio punto y bandas lombardas. La torre alcanza un altura de más de 56 metros, y es famosa por su forma única.
- Uno de los aspectos más destacables de la abadía es que se halla repleta de frescos, muchos de ellos restaurados y en buen estado de conservación. Tenemos la Virgen de la buena noche, de Bernardino Luini, pintor del círculo de Leonardo da Vinci, con el que trabajó en algunos proyectos. Otro de los murales más impactantes es el Fiammenghini, que describe con atroz realismo el martirio que sufrieron las monjas cistercienses del monasterio de Vittavia.
- Claustro y sala capitular. En la sala capitular, adyacente al claustro, encontramos los dibujos atribuidos a Donato Bramante, quien diseñó y empezó a construir la Basílica de San Pedro. Entre otros frescos y representaciones, la sala capitular cuenta también con esculturas en bronce diseñadas por el escultor Lorenzo Lotti, del círculo artístico del genial Rafael.
Respecto al claustro, del siglo XIII, podemos decir que está considerado uno de los rincones más encantadores de la abadía. Austero, de hermosas bóvedas y arcos apuntados, sus esbeltas columnas reproducen ricas figuras animales y vegetales. Un espacio de meditación para los monjes y también para las visitas.
La historia de la abadía de Chiaravalle
La construcción de la abadía de Chiaravalle se inicia en 1150, siguiendo los diseños que ya habían ensayado antes los cistercienses en sus templos: la planta con forma de cruz latina, con tres naves, transepto y ábside rectilíneo con tres capillas menores. El exterior es de ladrillo, el elemento constructivo básico del románico lombardo, pero la abadía también iba a incorporar los primeros elementos y rasgos del gótico francés en Italia. San Bernardo era el nexo entre esos métodos que comenzaban a revolucionar la arquitectura francesa y su llegada a Italia.
En el momento de fundación de la abadía de Chiaravalle, la cristiandad contaba con dos papas enfrentados entre sí. Lombardía defendía al antipapa Anacleto II, mientras que la ciudad de Milán se inclinaba por el Papa Inocencio I. En 1135 Bernardo de Claraval llegó a la zona para apoyar al papa y a los monjes cistercienses que hasta allí habían llegado. Buscaban con ello terminar con la guerra entre Milán y la región de Lombardía. Como premio a sus servicios, la ciudad prometió una abadía para la orden. San Bernardo se encargó de dirigir la obra, y escogió como emplazamiento unos terrenos pantanosos situados a las afueras de la ciudad.
Quince años después, en 1150 empiezan las obras que se prolongarán hasta 1221, habitando hasta entonces los monjes en viviendas y construcciones provisionales. En 1221 el obispo de Milán, Enrique I de Settala, inaugura la abadía de Chiaravalle, dedicándola a la Virgen María. Una inscripción de este momento histórico la encontramos en una piedra colocada en la esquina noroeste del claustro, que reza lo siguiente:
En el año de gracia de 1135, fue construido este monasterio por el beato Bernardo, abad de Claraval. En 1221 fue consagrada esta iglesia por el señor Enrique, arzobispo de Milán, el 2 de mayo, en honor de Santa María de Chiaravalle.