El parque Sempione, uno de los principales pulmones verdes de Milán, atrae cada día a miles de turistas que, en su ruta por la ciudad italiana, precisan de un lugar donde descansar. Ahora bien, para fortuna de los cultos (y desgracia de los perezosos), el interior de este vergel urbano también atesora, además de grandes extensiones de césped y un embalse artificial, una importante cantidad de atractivos históricos. Así, además del centenario Castello Sforzesco, o de la siempre vanguardista Trienal de Milán, el turista no puede perderse la visita al Arco della Pace —Arco de la Paz, en castellano—, un imponente arco triunfal mandado construir por Napoleón Bonaparte, y cuyas inscripciones y grabados esconden buena parte de la historia reciente de Italia.
Situado entre medias de los barrios históricos de Brera, Sempione y Magenta, hoy en día, la visita al Arco della Pace resulta completamente accesible al público. Si quieres conocer más acerca de la interesante historia que yace bajo la construcción de este monumento, te invitamos a que continúes leyendo.
Orígenes del Arco de la Paz de Milán
En su novela París era una fiesta, Ernest Hemingway afirmaba que el Arco della Pace de Milán está alineado, de manera invisible, con el Arco del Triunfo del Carrusel y el Arco del Triunfo de París. Dicha afirmación tiene sentido si tenemos en cuenta que los tres fueron mandados construir por Napoleón Bonaparte durante su época de dominación política en Europa.
De hecho, el propio Arco della Pace no deja de ser un monumento que el emperador francés quiso levantar en 1806 en Milán, a fin de honrar sus hazañas bélicas hasta la fecha. Eligió como arquitecto al italiano Luigi Cagnola, el cual tomó como inspiración otros arcos míticos pertenecientes a la Antigua Roma, tales como el Arco de Constantino (315 d.C.) o el de Septimio Severo (203 d.C.).
Sin embargo, la derrota de Napoleón en la batalla de Waterloo (1815) trajo consigo la paralización total de las obras, las cuales no serían retomadas hasta 1826, por orden del emperador Francisco I de Austria. De esta manera, lo que comenzó siendo un monumento dedicado a la diosa romana Victoria, terminó por transformarse en un verdadero homenaje a la paz establecida entre las potencias europeas durante el célebre Congreso de Viena. Así, desde su inauguración definitiva en 1838, el Arco della Pace ha pasado a formar parte no sólo de la historia nacional de Italia, sino de la de toda Europa.
Visita al Arco de la Paz
En la actualidad, el Arco della Pace alza su imponente figura en el centro geométrico de la Piazza Sempione, una amplísima explanada circular que conecta el corso Sempione –importante vía radial de Milán, al estilo de los Campos Elíseos de París– con el parque homónimo. El monumento, cercano a los 25 metros de altura, exhibe una estructura marcadamente neoclásica, con tres impactantes arcadas soportadas por ocho columnas corintias de mármol procedente de la localidad piamontesa de Crevoladossola.
Por su parte, las fachadas interiores y exteriores del monumento –elaboradas en su mayoría con granito de Baveno–, exhiben numerosos bajorrelieves, cuya temática va desde la mitología romana hasta algunos de los acontecimientos más decisivos del período de la Restauración europea (1815-1848). Así, si nos acercamos lo suficiente al arco, podremos observar con asombro representaciones alegóricas de Hércules, Apolo o Marte; así como episodios tan famosos como la batalla de Leipzig, la ocupación de Lyon y París, la capitulación napoleónica en Dresde, o el Congreso de Viena.
A su vez, el Arco della Pace también destaca por la ingente cantidad de esculturas que lo decoran, muchas de ellas pertenecientes a Pompeo Marchesi, un reconocido escultor lombardo de la escuela neoclásica. De entre todas ellas, las más importantes son las que presiden el ático: por un lado, una sestiga –carro romano tirado por seis caballos– con Minerva de la Paz a la cabeza. Por otro lado, cuatro estatuas de caballeros victoriosos –una en cada esquina–, que vienen a representar los cuatro ríos de Lombardía: Po, Ticino, Adigio y Tagliamento.
Finalmente, merecen especial atención las inscripciones grabadas en la parte superior del arco, las cuales recuerdan los nombres de los soldados italianos fallecidos tanto en la Primera como en la Segunda Guerra Mundial.
Curiosidades alrededor del monumento
Lo cierto es que el Arco della Pace esconde secretos que no pueden ser descifrados ni siquiera a través de su contemplación. Uno de ellos tiene que ver con su emplazamiento, mucho menos aleatorio de lo que pudiera parecer. De hecho, su ubicación coincide con el final de la carretera del Simplón, una ruta estratégica a través de los Alpes, que Napoleón Bonaparte recorrió antes de invadir el norte de Italia en 1800.
Por otro lado, existe una anécdota muy curiosa relacionada con los caballos que tiran del carro de la Paz. Se dice que el emperador Francisco I de Austria, enemigo acérrimo de Napoleón, aprovechó la derrota definitiva de este para cambiar la posición de los caballos. En un signo de burla hacia los franceses, los seis equinos, junto a la carroza, fueron girados media vuelta para que estos dieran la espalda a Francia.