El pintoresco y diminuto barrio de Brera compone, junto a otros cinco distritos, la Zona 1 (o Centro Histórico de Milán). La vida cultural de este barrio, conocido popularmente como el Montmartre milanés, parece girar alrededor de su principal edificio histórico, el Palacio de Brera, un precioso complejo arquitectónico datado del siglo XV que alberga, entre otros, la Pinacoteca de Brera, el Jardín Botánico de Milán o la Biblioteca Nacional Braidense. Brera es también una zona comercial con encanto, que continúa apostando por el pequeño comercio en lugar de por las grandes marcas. Los numerosos restaurantes y cafés al aire libre, los anticuarios escondidos y las galerías de arte, retienen el aire bohemio que dejaron todos aquellos artistas que, entre finales del siglo XIX y principios del XX, vivieron en Brera.
Y si por algún casual el barrio de Brera se nos queda corto, otra de sus grandes ventajas es que nos permite alcanzar a pie otros lugares interesantes de Milán en cuestión de minutos: la Catedral de Milán –conocida popularmente como Il Duomo– al sur, el Castello Sforzesco al oeste, o el jardín público Indro Montanelli al este. En definitiva, un lugar lleno de encantos que no debería faltar en nuestro tour por el Milán antiguo.
Brera, orígenes de un barrio
Sucede en ocasiones que el origen histórico de un lugar se conoce a través de su origen etimológico. Es el caso de Brera, nombre derivado de la antigua palabra lombarda ‘brayda’, cuya traducción al castellano vendría a significar ‘extensión de tierra despejada’. No es cuestión de azar, si tenemos en cuenta que en la Edad Media los terrenos que ocupa el actual barrio, emplazados por aquel entonces a los pies de la muralla romana de Milán, se mantenían vacíos por motivos militares.
Dicha condición se mantendría así hasta principios del siglo XIII, cuando la orden religiosa italiana de los Humillados —Umiliati— se asentó en la zona de Brera con el objetivo de fundar una iglesia y algunos talleres de lana adyacentes. Tras su supresión (por bula papal) en 1571, una nueva orden —la de los jesuitas— tomó el relevo del predio; y comenzó a construir en él, como sede de su colegio, el ilustre Palacio de Brera. Sin embargo, en 1772 los jesuitas también fueron suprimidos como orden religiosa en Italia; y así, el estado austriaco —con la emperatriz María Teresa I de Austria a la cabeza—, tomó el relevo del palacio fundando la célebre Pinacoteca de Brera. Años más tarde, en 1809, la llegada de Napoleón I a Milán supuso la ampliación de dicha galería, con el propósito de exponer en ella las obras más importantes de los territorios italianos conquistados hasta la fecha.
Qué ver en Brera: Palacio y Pinacoteca de Brera
El Palacio de Brera, como ya se ha dicho, es el eje que vertebra la vida cotidiana del barrio; y no es para menos, si tenemos en cuenta que el mismo ocupa aproximadamente una décima parte de la superficie total. Ubicado en el número 28 de la vía Brera, este importante palacio barroco —en origen, gótico—, sorprende al visitante por la vibrante vida cultural que aún respira en su interior.
La Pinacoteca de Brera es, sin lugar a dudas, su joya de la corona. A ella se accede a través de un hermoso patio interior del siglo XVII, cuyo centro está presidido por una escultura broncínea de un Napoleón Bonaparte pletórico y semidesnudo. Dicen las malas lenguas que el escultor, presionado por el emperador francés, aceptó tomarse ciertas licencias a la hora de esculpir su torso hercúleo. Una vez dentro de la galería, tendremos a nuestra disposición un total de 31 salas, ordenadas por orden cronológico –desde el siglo XIII al XX–, en las cuales se despliega la que está considerada como una de las mejores colecciones de pintura italiana del mundo. Aquí se exhiben cuadros tan célebres como ‘San Francisco’ de El Greco, ‘La última cena’ de Rubens, o ‘San Jerónimo’ de Tiziano. Además, otros pintores reconocidos que están representados en la pinacoteca son Rafael, Tintoretto, Caravaggio o Modigliani. ¡Por cierto! Tal vez os interese saber que el tercer domingo de cada mes la entrada es gratuita.
Por su parte, en el mismo palacio también podremos visitar la Academia de Bellas Artes, una institución cultural creada por la emperatriz María Teresa I de Austria en 1776, que permaneció ligada a la pinacoteca hasta su separación definitiva en 1882. Su función original consistía en dotar a los alumnos de un lugar donde poder encontrar ejemplos pictóricos concretos. De hecho, hoy en día la Academia continúa acogiendo cada año a cerca de 4.000 estudiantes de Arte de todo el mundo. Podrás hacerte una idea de la diversión del barrio de Brera por la noche.
Alrededor del patio también encontramos la Biblioteca Nacional Braidense, una de las bibliotecas públicas más grandes de Italia; el Observatorio Astronómico de Brera, reconvertido en un museo lleno de instrumentos astronómicos de diferentes épocas; y el precioso Jardín botánico de Brera.
Paseos y restaurantes del barrio
A pesar de toda la historia referida, hoy en día el glamuroso barrio de Brera nos recuerda especialmente a los escritores de la ‘Scapigliatura’, un movimiento artístico y literario del siglo XIX cuyos máximos representantes vivieron de forma bohemia en algunas casas de la zona. Así, a ambos lados de la vía Brera –la cual arranca desde el mismísimo centro de la ciudad–, se despliegan multitud de negocios que aún conservan ese aire artístico de antaño. Las tiendas vintage, especializadas en la moda de segunda mano, se entremezclan con tiendas de perfumes, galerías de arte y librerías. A su vez, es muy común encontrar en mitad de la calle a pitonisas y tarotistas que, por un módico precio, te leen la mano y te desvelan el futuro. Y si queremos empaparnos todavía de más historia, entre los números 13 y 15 de dicha calle se encuentra el Palacio Cusani, un edificio datado del siglo XVII que exhibe, a partes iguales, trazas neoclásicas y barrocas repartidas por toda su estructura. Sede del Ministerio de Guerra en el siglo XIX, hoy en día acoge la oficina de representación de la OTAN en Milán.
Asimismo, en la diminuta pero encantadora vía Fiori Chiari —perpendicular a la de Brera—, encontramos diversos restaurantes. Nos resultará fácil distinguirlos, puesto que sus terrazas acostumbran a congregar a grandes multitudes de gente. Una buena recomendación es la Trattoria Torre Di Pisa (Vía Fiori Chiari, 21), un restaurante que ha permanecido intacto desde su inauguración en los años 60 y que a día de hoy sigue ofreciendo una carta con marcada influencia toscana. Otra sugerencia nos lleva al Nabucco (vía Fiori Chiari, 10), un restaurante de cocina puramente milanesa creado en 1970, cuya inspiración nace del cercano Teatro de La Scala (Via Filodrammatici, 2), uno de los teatros de ópera más famosos del mundo. Por si fuera poco, la vía Fiori Chiari también acoge, cada tercer domingo del mes, un mercado de antigüedades bien surtido de piezas de porcelana fina, relojes de bolsillo, cuadros y dibujos, o prendas de segunda mano.
Finalmente, nuestro paseo por el barrio de Brera también puede enfocarse en los numerosos edificios eclesiásticos que lo habitan: iglesia de San Marco (Piazza San Marco, 2), iglesia de Santa María del Carmine (Piazza del Carmine, 2), basílica de San Simpliciano (Piazza San Simpliciano, 7), iglesia de San Ángelo (Piazza Sant´ Angelo, 2), e iglesia de Santa María Incoronata (vía Corso Garibaldi, 116).