Tomarse un café en Milán o en cualquier otro lugar de Italia es mucho más que una costumbre. La realidad es que el café en Italia es una auténtica religión. Una forma de entender la vida y las relaciones sociales, que marca el ritmo de cada día y que se ha convertido en uno de los principales emblemas de la “marca Italia”.
En razón de todo esto, y siempre teniendo muy en cuenta la importancia que tiene el café en Italia, conviene no “meter la pata” a la hora de pedirlo en los bares y cafeterías de Milán o de cualquier otra localidad de ese país.
Ante todo, merece la pena observar los rituales que acompañan la ingesta de café por parte de los milaneses, para luego procurar mimetizarse con ellos y disfrutar mejor del placer que supone esta bebida. Algunas de esas costumbres pueden parecer absurdas, otros incluso imbuidas de un cierto fanatismo…
Pero la mayoría son realmente envidiables, porque lo que fundamentalmente se busca con ellas es calidad y autenticidad. Y, desde luego, el café en Italia es una garantía de ambas.
El café italiano
Para muchos, italianos o no, el café en Italia es el mejor del mundo. No nos referimos al tipo de café en origen: por el clima, en Italia sería imposible el cultivo del cafeto. A lo que se hace referencia es a la selección de granos, a la mezcla de los mismos, al tipo de molido y, por supuesto, a la forma de preparación.
Influye también mucho el tipo de tueste del café que más gusta a los italianos. Muy lejos de la torrefacción habitual en otros lugares del mundo, aquí se impone un tipo de tueste menos agresivo. Éste, sin restar intensidad ni color, logra imprimir a los granos de café matices aromáticos complejos muy valorados por los expertos en esta bebida.
A esto hay que añadir que fue en Italia donde se diseñaron y fabricaron las primeras máquinas de café exprés (o espresso). Esta técnica consigue extraer al máximo las propiedades organolépticas del café, en un breve espacio de tiempo, de una forma muy concentrada, casi cremosa y, además, generando una deliciosa capa de espuma.
Pero, mucho antes de la invención de las máquinas de café exprés, tan características de las cafeterías y bares italianos, ya se había descubierto en este país la técnica del café moka.
Es decir lo que casi todos conocemos como cafetera italiana, divida en dos depósitos, con un embudo con filtro en medio, donde se coloca el café molido, que acaba infusionando en el agua que bulle desde el depósito inferior.
Muy importante: el café empieza a perder propiedades en el momento mismo en que se muele. Por eso, en las buenas cafeterías el molido se realiza inmediatamente antes de ponerlo en la cafetera. Si sobra, se desecha, nunca se guarda para el próximo cliente.
Pedir un café en Italia
El café en Italia, por lo general se pide en la barra del bar o de la cafetería. La mayoría lo paga antes de que se lo preparen y siempre se sirve con un vaso de agua, para limpiar la boca antes y después del ritual. Es una costumbre rápida, que no lleva más de unos minutos y que, eso sí, se repite varias veces el día.
Hay un café italiano para cada momento. Y, además, cada uno de ellos puede ser muy diferente del anterior. Así, nada tiene que ver el capuccino o el macchiato del desayuno con el ristretto de media mañana o el corretto post-comida.
Eso no quiere decir que no se pueda pedir en las cafeterías de la forma en que más le guste a cada uno y en el momento que considere conveniente. Pero, digamos, que no estará muy bien visto por los puristas de esta bebida, que en el caso de Italia son, prácticamente, todos los italianos.
Un dato a tener muy en cuenta: los cafés que se sirven con leche solo se deben tomar en el desayuno. Y, por supuesto, nunca para acompañar al postre de la comida o de la cena.
Estas son las formas principales de preparar un café en Italia:
- Espresso: intenso, corto y absolutamente aromático. Es, sin duda, la mejor forma de extraer todos los aromas, el sabor y la intensidad de un buen café.
- Ristretto: aún más concentrado que el espresso. De hecho, en la cafetera italiana se pone la misma cantidad de café que el anterior pero con la mitad de agua.
- Cappuccino: es el café italiano con leche por definición. Aunque, más bien, se trata de un café (espresso) con espuma de leche. En algunas cafeterías se decora con cacao en polvo, aunque no es la norma en ese país.
- Americano: es el menos intenso de los cafés en Italia. Con más proporción de agua que ninguna otra variedad.
- Corretto: es lo más parecido al carajillo que se toma en España. Es decir, café con un chorrito de licor, por lo general grappa.
- Latte macchiatto: o lo que es lo mismo, un café con leche grande. En las cafeterías de Milán suele servirse, sobre todo, a los no italianos.
- Maroccino: es una exquisitez muy dulce y rara de encontrar en otros lugares del mundo. Se prepara con café, leche, nata y cacao.
Cafeterías de Milán
Cafeterías en Milán hay muchas, para todos los gustos y, por supuesto, también para todo tipo de bolsillos. Estas son algunas de las más recomendables:
- Caffè Cova (Monte Napoleone, 8): es uno de los cafés históricos que han sobrevivido a los vientos globalizadores. Café aparte (preparado y servido de las más diversas maneras), la carta de dulces para acompañarlo es realmente irresistible.
- Taglio (Vigevano, 10): la estrella es el café, claro. Pero este lugar es también una sandwichería, un bar y hasta un buen lugar a donde ir a trabajar, ordenador en ristre. Su ambiente vintage añade mucho encanto al local.
- Biancolatte (Filippo Turati, 30): tiene una gran carta de cafés, chocolates, tés y dulces. Pero, también, es un lugar ideal para el aperitivo o, incluso, para el almuerzo, gracias a su carta de comida típica milanesa e italiana.
- Corso Como (Corso Como, 10): es probablemente uno de los lugares más elegantes de Milán donde tomar café. En realidad se trata de un multiespacio donde la moda, el arte, la música, la gastronomía y el buen estilo son absolutos protagonistas.