La alta concentración de monumentos y lugares atractivos en Milán es uno de sus principales reclamos. Cualquier enamorado del arte puede pasar horas paseando entre  sus calles y descubriendo todos los rincones que encierra la ciudad. El bohemio barrio de Brera, en pleno centro histórico de la capital de Lombardía, hará las delicias de quienes deseen pasar un día entre joyas arquitectónicas y restaurantes de moda. No te pierdas la Pinacoteca de Brera para contemplar algunas de las obras italianas más célebres del mundo.

Si quieres planear una jornada artística de lo más apasionante, visita también el Castello Sforzesco, en cuyo interior residen varios museos históricos.

La pinacoteca de Brera, un espacio para el arte en Milán

El Palazzo Brera, la bella construcción que acoge hoy día la pinacoteca, se levantó sobre los restos de un antiguo monasterio del siglo XIV. En el año 1572 esta propiedad fue entregada a los jesuitas, que fundaron aquí un colegio, y a principios del siglo XVII el arquitecto Francesco Maria Ricchini se encargó de darle al palacio su aspecto barroco actual.

Cuando la orden jesuita abandonó la ciudad de Milán en el año 1773, el edificio pasó a manos del estado. En esos momentos entró en juego la emperatriz María Teresa de Austria, que decidió instalar aquí varias instituciones culturales: la Academia de Bellas Artes, el Instituto Lombardo de Ciencia y Letras, el Observatorio Astronómico, un jardín botánico y la Biblioteca Braidense. Todas ellas siguen funcionando.

Las tareas de remodelación para ampliar las dependencias del Palazzo Brera corrieron a cargo del arquitecto neoclásico Giuseppe Piermarini, que además ejerció de profesor en la academia.

Las primeras obras que llegaron al palacio tenían fines educativos, para que floreciera en los estudiantes el gusto por lo clásico. Las adquisiciones se incrementaron en la era napoleónica. Con Milán como capital del reino de Italia, cuadros de diversos museos y conventos abandonados llegaban sin cesar para dar a la ciudad un mayor prestigio.

La Pinacoteca de Brera se inauguró oficialmente en 1809 y durante el Romanticismo la colección siguió creciendo. De forma paralela, la Academia de Bellas Artes se posicionaba como toda una institución para la enseñanza de la Historia del Arte. Unas décadas después, ya en el año 1882, el museo se separó definitivamente de la Academia y comenzó a funcionar como una entidad independiente. Tanto en la Primera como en la Segunda Guerra Mundial, los cuadros tuvieron que ser trasladados para protegerlos.

Hoy en día, la Pinacoteca de Brera es el hogar de piezas que llevan la firma de maestros como Rafael, Tiziano, Caravaggio, Rubens o Rembrandt. Tienes una cita con todos ellos entre las paredes de la galería.

Las obras más importantes del Museo de Brera de Milán

El edificio acoge cientos de obras que van del Quattrocentro hasta las primeras vanguardias del siglo XX. Pintura italiana, francesa y centroeuropea que permiten un delicioso recorrido para comprobar de qué manera evoluciona el arte con el paso del tiempo.

Una vez que te adentres en su interior, descubrirás una de las colecciones más destacadas de toda Europa en pleno centro de Milán. Hay algunas joyas que no pasarán desapercibidas ante tus ojos:

  • Cristo muerto de Andrea Mantegna. Este desgarrador y realista lienzo es uno de los grandes tesoros de la Pinacoteca de Brera. Pintado en torno a 1483, período de madurez del artista, es una de sus obras maestras. La composición de este cuadro causa un enorme impacto emocional en todo aquel que se acerca a contemplarlo. El violento escorzo del cuerpo de Cristo, colocado casi de forma perpendicular al espectador, da la sensación de que se sale del marco. La genialidad de la perspectiva conseguida juega con las luces y las sombras. Toda una declaración de intenciones para representar la muerte de la manera mas cruda, sin idealismo ninguno. Su expresividad habla por si sola.
  • Los desposorios de la Virgen de Rafael. Aquí nos topamos con una de las primeras pinturas destacadas que ejecutó el divino Rafael en 1504. La realizó poco antes de su estancia en Florencia, donde entró en contacto con el arte de las otras dos grandes águilas del Renacimiento: Miguel Ángel y Leonardo da Vinci. Es esta una obra muy especial para comprobar cómo el trazo de Rafael es absolutamente único desde sus primeros trabajos. El magistral uso de la perspectiva hace que el templete circular situado al fondo de la composición cobre especial relevancia, el cual rinde homenaje a la arquitectura de Bramante. Un cuadro lleno de simbolismo que podrás descubrir.
  • Cena en Emaús de Caravaggio. El pintor barroco italiano por excelencia deja constancia en este lienzo de todas sus características técnicas. El uso del claroscuro y el tenebrismo para resaltar fuertemente las luces y las sombras, la teatralidad y el dramatismo que ejercen los personajes en la escena, el ambiente íntimo y la delicadeza de los colores, todos los elementos se unen para mostrarnos aquí el estilo irrepetible de Caravaggio. Una obra que pintó tan solo cuatro años antes de morir, en 1606.
  • El beso de Francesco Hayez. En 1859, cuando el clima político italiano estaba más que caldeado y se estaban formando las futuras alianzas para conseguir la unidad del país, Hayez realizó una de las piezas cumbres del romanticismo histórico. Recrea un escenario medieval en el que una joven pareja se besa tiernamente. Es inevitable ver la fuerte carga simbólica que pueden representar estos enamorados: las dos Italias, norte y sur, por fin se unen y se abrazan. Tuvo tal éxito que Hayez hizo varias versiones.

Estos son solo algunos de los tesoros que podrás hallar en la Pinacoteca de Brera, pues Piero della Francesca, los Bellini, Tintoretto, Correggio o Bronzino te están esperando entre las diferentes salas de esta exquisita galería.

No te olvides de pasear por el hermoso patio del siglo XVII y admirar sus arcadas. En el centro del patio te recibirá una enorme escultura en bronce de Napoleón como el dios Marte, firmada por el renombrado artista neoclásico Antonio Canova.