Leonardo da Vinci llegó a la ciudad de Milán en busca de fortuna, y allí dejó algunas de las obras pictóricas y de ingeniería más relevantes de su carrera. Aunque nació en la Toscana, fue en esta ciudad italiana donde desarrolló muchas de sus grandes creaciones.
Son varias las ubicaciones en Milán en las que se pueden contemplar obras de Da Vinci, pero si hay alguna que destaca sobre las demás es La última cena. Y si quieres saber donde está esta obra de Leonardo, no tienes más que dirigirte a la iglesia de Santa Maria delle Grazie.
El ‘Cenacolo Vinciano’ o ‘La última cena’ de Da Vinci
El Cenacolo Vinciano, obra maestra y mundialmente conocida de Da Vinci, fue pintada entre 1494 y 1498, durante el reinado de Ludovico el Moro, y fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1980. Además, está considerada una de las obras maestras del arte universal. Y el fresco original se puede admirar en su primera ubicación: el refectorio o comedor del antiguo convento de los dominicos de Santa Maria delle Grazie.
Una idea del duque de Milán
El convento y la iglesia de Santa María delle Grazie se construyeron en 1463 por orden del duque de Milán, Francisco Sforza, sobre lo que antiguamente era una pequeña capilla dedicada a Santa María de las Gracias. Combina a la perfección los estilos góticos en su interior, en la parte más antigua, con una cúpula de estilo renacentista de Lombardía, región a la que pertenece Milán.
Además de la obra de Leonardo da Vinci, en esta construcción religiosa se puede encontrar una capilla decorada con los frescos Historia de la Pasión, de Gaudencio Ferrari. En esta misma capilla estaba el lienzo La coronación de espinas de Tiziano, actualmente en el Museo del Louvre de París. También, sobre la puerta que lleva hasta la sacristía, hay un fresco de Bramantino, y en la nave y en algunas de sus capillas, trabajos de Bernardino Zenale y Benardino Butinone, arquitectos y pintores importantes del Renacimiento italiano.
Pintura mural de Santa Maria delle Grazie
En el año 1494, el duque de Milán, Ludovico Sforza, encargó a Leonardo da Vinci la decoración del comedor del convento de los dominicos con una representación de la última cena de Jesús junto a sus apóstoles. La obra, concienzudamente preparada por el artista, se basa en el Evangelio de San Juan y representa el momento en el que Jesús anuncia que será traicionado por uno de sus apóstoles. Es la única pintura mural de Da Vinci que ha llegado hasta nuestros días.
Además, tiene una particularidad al margen de su belleza pictórica, y es que el prolífico artista utilizó un método diferente al tradicional fresco, un método nuevo que bautizó como “secco” por ser una pared seca, escogiendo el uso de la témpera sobre el yeso. Este método experimental del artista desgraciadamente no ayudó a su buena conservación, por lo que a lo largo de los años han debido realizarse diversas restauraciones sobre la obra. La última, que ha durado cerca de 20 años, ha conseguido con éxito recuperar las partes originales de la pintura, por lo que actualmente es posible admirarla con toda su belleza original.
Tras los pasos de Leonardo da Vinci en Milán
Leonardo da Vinci es una de las figuras artísticas más importante que nos ha dejado la Historia del Arte universal. Aunque su faceta más conocida fue la de pintor, también ejerció de científico, inventor o músico. En Milán desarrolló muchas de sus obras importantes, así que si estás de visita por la capital lombarda, puedes seguir su pista y descubrir algunas de ellas.
La más significativa, por su importancia artística y su belleza, es sin duda “La última cena” en la basílica de Santa María delle Grazie. Este fresco ha dado lugar a muchas especulaciones sobre la figura de Jesús e, incluso, se han hecho películas y documentales que intentan explicar el misterio que hay detrás de esta fascinante obra.
Leonardo, en el Castillo Sforzesco
Otra visita obligada en Milán si vas en busca del legado de Leonardo, es el majestuoso Castillo Sforzesco. Construido en el siglo XV como residencia ducal, alberga diferentes obras de Da Vinci. En la Salla delle Asse, recientemente restaurada, se halla un mural muy misterioso del artista. Además, está aquí el Códice Trivulziano, un manuscrito del artista sobre arquitectura.
En la Pinacoteca Ambrosiana, una de las mejores galerías de arte de Milán, se encuentra el Codex Atlanticus, más de 1.000 páginas manuscritas con diferentes anotaciones de Da Vinci sobre diversos temas.
Situada frente al hipódromo de San Siro, en Milán, nos encontramos la estatua de Il Cavallo, que encargó Ludovico Sforza a Leonardo, aunque sólo le dio tiempo a construir el molde. La estatua final, siguiendo los bocetos de Da Vinci, fue construida en 1999, y es la estatua ecuestre más grande del mundo.
En el Museo de Ciencias de Milán hay una sala dedicada exclusivamente a Da Vinci, donde se exponen maquetas y modelos fabricados según las indicaciones del artista, que también fue ingeniero y científico.
Debido a la enorme riqueza, en todos los campos, que Leonardo Da Vinci dejó en Milán, se levantó una estatua en su honor que lleva la firma del escultor Pietro Magni. Se puede contemplar desde el siglo XIX en la Piazza della Scala.