Las termas de Milán se encuentran en pleno centro de la ciudad, delante de la famosa Porta Romana. Sus instalaciones están protegidas por una antigua muralla española. La construcción las aísla de los ruidos del exterior. El tráfico y las prisas se quedan fuera. En esta urbe entregada a las finanzas y la moda, el entorno de las termas sorprende. Parecen estar ahí para recordar a los milaneses que hay que parar, tomarse un respiro y olvidar el estrés de las ocupaciones diarias.
La buena disposición de los italianos para el placer, el denominado “dolce far niente”, se despierta en este espacio que estimula los sentidos. Para los visitantes descubrir este oasis de tranquilidad es todo un regalo. Una maravillosa experiencia que ofrece una visión diferente de la ciudad. Después de las habituales y maratonianas rutas turísticas, no hay plan más adecuado ni mejor excusa que acudir a las termas. Simplemente darse un baño en su piscina exterior, entre chorros de agua, y descansar en una de las tumbonas es una delicia.
Las Termas de Milán, espacio de calma en un lugar privilegiado
Lo primero que llama la atención cuando se accede a las Termas de Milán es el contraste, entre el silencio del lugar y los ruidos de la ciudad. El visitante se siente como en un sueño en este lugar que lo traslada a otros tiempos. La historia se hace presente al observar la muralla española que protege las instalaciones.
Son muchos los rincones de la capital de Lombardía que conservan las huellas de la larga presencia hispana (de 1535 a 1706). La muralla se construyó a mediados del siglo XVI y pretendía reforzar la defensa de la ciudad. En el conjunto destaca la Porta Romana, una de las entradas más representativas de Milán. Se caracteriza por un gran arco monumental mandado a construir por el rey Felipe III. Fue una de las puertas más importantes de la ciudad y hoy da nombre a un barrio conocido por su elegancia. Muy cerca se encuentra la Universidad Bocconi, que dota a la zona de un ambiente juvenil. El Duomo se encuentra a tan solo veinte minutos a pie desde las termas.
Las instalaciones de las termas se ubican en un pequeño palacio modernista restaurado. De estilo Art Déco, fue construido a finales de 1800 y se utilizó como depósito de los tranvías de Milán. A lo largo del tiempo también se convirtió en una sala de baile y en un teatro. La arquitectura del lugar destaca por su encanto y sencillez.
Un spa en pleno centro de Milán
Basta con subir las escaleras del coqueto palacio para dar la espalda al bullicio. Todo cambia cuando se accede a este espacio de baños turcos, juegos de agua, saunas y masajes a la carta. La filosofía del spa alude a las termas de la Roma imperial: “Al igual que los baños de Caracalla, Diocleciano o Trajano, calentamos agua subterránea a temperatura de 37ºC, ofreciendo una placentera experiencia”.
El complejo cuenta con tres piscinas exteriores en las que disfrutar de un baño reparador. Están resguardadas por la muralla y en ellas se puede disfrutar de chorros de agua y cascadas para relajar los músculos. Si algo está garantizado en este lugar es el descanso en sus distintas zonas de relax. El centro oferta más de treinta prácticas de relajación. Destacan los baños de pies y las bañeras de cromoterapia sensorial y musical.
En verano los habitantes de la ciudad suelen acudir a las termas a nadar en el agua fría y tomar el sol. En los meses de invierno disfrutan del bienestar que proporciona meterse en la piscina de agua caliente, para después pasar a una de las salas de descanso a tumbarse en un colchón y escuchar música relajante. ¿Qué mejor lugar para los adictos a la siesta?
El tren amarillo de las termas de Milán
En el entorno destaca un detalle muy original: un antiguo tranvía amarillo que recuerda que el lugar fue el antiguo depósito de tranvías de Milán. En la actualidad se ha convertido en una bio-sauna. Por lo que subirse al tren amarillo supone emprender un viaje hacia el bienestar. Entrar en él significa estar dispuestos a disfrutar de beneficiosos efectos desintoxicantes en la piel, que se vuelve más elástica y luminosa.
La variedad de hidromasajes es muy amplia en las termas de Milán. Quien quiera probar sus efectos tonificantes y rejuvenecedores sólo tiene que dejarse llevar por sus deseos. Los purificantes baños de vapor y los masajes, individuales o en pareja, resultan muy tentadores. La música, los aromas, los aceites y esencias están cuidadosamente elegidos para satisfacer las necesidades de cada cual.
Este lugar tan apreciado por los milaneses también cuenta con una sala de sal, un trocito del mar en el centro de la ciudad. Aquí las paredes de sal ayudan a drenar, tonificar la piel y limpiar el tracto respiratorio. Por último, y no menos importante, destacar el buffet del que se puede disfrutar en las termas. Un menú de platos exquisitos y saludables a disposición de los visitantes.