El Ara Pacis es uno de los monumentos más significativos de la Antigua Roma; no en vano, este altar realizado en mármol de Carrara glorifica uno de los períodos de mayor esplendor del Imperio: la Pax Romana (la Paz Romana). Es fácil enamorarse de la Ciudad Eterna cuando te puedes encontrar paseando construcciones como esta. Es uno de esos tesoros poco conocidos que regala la capital italiana.
Para entender la importancia del Ara Pacis Augustae hay que conocer un poco de historia. Su construcción tuvo lugar coincidiendo con el gobierno de Octavio Augusto, el primer emperador romano que, si bien ostentó todo el poder, mantuvo las viejas estructuras republicanas. En el transcurso de su mandato se alcanzó la llamada Pax Romana, una época dorada en el Imperio, caracterizada por la calma interior y la seguridad exterior que propiciaron un mayor desarrollo económico y territorial.
¿Cuál fue la respuesta del Senado ante semejantes hazañas? Pues nada más y nada menos que la construcción del Ara Pacis Augustae o altar de la Paz de Augusto. Erigido entre los siglos XIII y IX a.C., este monumento se convertiría en algo más que una representación de la prosperidad y la paz impulsadas por Augusto. Dos motivos más que suficientes para hacerle una visita.
Ara Pacis Augustae, una visita imprescindible
Si tenemos en cuenta que las victoriosas campañas en Hispania y la Galia inspiraron la construcción del Ara Pacis, no resulta sorprendente reconocer la figura del emperador en el diseño del monumento. De hecho, su ubicación original en la vía Flaminia propiciaba que la sombra del gran obelisco del Campo de Marte se proyectara sobre el Ara Pacis Augustae el día del cumpleaños del emperador.
Una escalinata da acceso al monumento, en cuyo interior se encuentran multitud de adornos florales, a modo de guirnaldas, colgadas de cráneos de buey. En la antigüedad, el Ara Pacis era escenario de sacrificios y ritos de purificación.
Curiosidades al margen, lo cierto es que este monumento, que hoy mira al Tíber, fue en sus tiempos una gran obra artística con fines propagandísticos. Así lo demuestra su diseño cúbico de mármol caracterizado por una decoración llena de alegorías sobre la fundación de Roma y relieves de la familia de Augusto.
En relación a su estilo, el Ara Pacis evoca reminiscencias griegas y helenísticas, aunque se considera uno de los mejores exponentes del relieve histórico romano. Sin embargo, el trasfondo de la decoración va más allá de la estética justificando, de algún modo, el poder de la familia imperial: por un lado, representando las hazañas de Augusto y, por otro, vinculándolo a los dioses romanos.
Por qué visitar el Ara Pacis de Roma
A partir del siglo II d.C., el Ara Pacis de Roma fue cayendo en el olvido. Las sucesivas crecidas del río terminaron por cubrir de lodo la construcción. Este hecho, sumado a las transformaciones urbanísticas, terminó por hacer desaparecer el altar. Siglos después, los vestigios de la historia volvieron a hacerse visibles, y en 1938 se completaría la reconstrucción del monumento trasladándolo desde el Campo de Marte hasta su ubicación actual en la ribera del Tíber.
Con el fin de salvaguardar el legado cultural que representa, el monumento se encuentra hoy protegido por un museo que lleva el mismo nombre. La estructura acristalada permite su contemplación desde el exterior por lo que, si viajas con amigos a Roma y no tienes demasiado tiempo, siempre puedes admirar su esplendor desde la barrera transparente de cristal que lo protege. Además, el museo cuenta con espacios para distintas exposiciones temporales y eventos arqueológicos, así como una biblioteca digital sobre la cultura agustiniana.
Otras visitas cerca al altar de Ara Pacis
Una de las bondades de viajar a Roma es que puedes disfrutar de su patrimonio en cualquier rincón de la ciudad. La capital destila arte de norte a sur y de este a oeste pero, sin duda, el entorno del Ara Pacis Augustae es uno de los lugares más prolíficos en este sentido.
Por si contemplar la ribera del Tíber o reponer fuerzas tras la visita en algunas de las muchas heladerías y pizzerías que encontrarás en los alrededores del museo Ara Pacis no fuera suficiente, hay muchos otros enclaves recomendables a pocos minutos a pie:
Parque Villa Borghese
Parada obligada si viajas con niños a Roma, Villa Borghese es uno de los parques urbanos más grandes de Europa y está ubicado a poco más de diez minutos caminando. En su interior, conviven de manera armónica arte y naturaleza, con escenarios tan seductores como la Galería Borghese, el Bioparco (el zoo de Roma), el Reloj de Agua de Pincio o el Silvano Toti Globe Theatre.
Plaza del Popolo
La entrada de la ciudad en tiempos del imperio es hoy una de las plazas más populares de Roma. Entre las múltiples iglesias ubicadas en la plaza del Popolo, la iglesia de Santa María del Popolo es una de las más representativas. Esta plaza alberga también el imponente obelisco egipcio de 24 metros dedicado a Ramsés II.
Plaza Navona
De entre las muchas visitas cerca del Ara Pacis que reclaman la atención del visitante, la plaza Navona es, sin duda, una de los que no te puedes perder. Su fontana dei Quattro Fiumi, la del Moro y su homóloga del Nettuno son su mayor seña de identidad. En ella se ubican, además, el palacio Pamphili y la iglesia de Santa Agnes. Si buscas un lugar donde reponer energías, sus terrazas y restaurantes te brindarán la atmósfera perfecta.
Panteón de Agripa
Una de las joyas del patrimonio romano es el panteón de Agripa, la obra arquitectónica mejor conservada de la antigua Roma. Entre sus muchas singularidades destacan sus medidas y es que, es un edificio circular que mide exactamente lo mismo de diámetro que de altura: 43,30 metros. Numerosos reyes de Italia descansan en su interior, lo mismo que otras tantas obras de arte que no te puedes perder.