Visitar el Barrio Judío de Roma es casi una obligación si uno no quiere perderse ese encanto que guarda la zona más antigua de Europa donde se asentaron los judíos desde la época del Imperio romano y de donde nunca fueron expulsados, al contrario de otros guetos europeos.
Hoy día, estas calles en pleno centro de la capital, se han convertido en un lugar lleno de coquetos restaurantes, elegantes fuentes, tiendas de moda, antiguos mercados y rincones mágicos donde recrearse en cada mirada, en cada esquina. Sin olvidar los monumentos imprescindibles que no te puedes perder en el paseo por este lugar.
La historia del Barrio Judío de Roma
La historia del gueto más antiguo de Europa se remonta al siglo II a.C. cuando la comunidad judía se instaló en esta parte de la ciudad. Lo que nació como un pequeño barrio de 3.000 habitantes fue creciendo y ampliándose, aunque los judíos siempre se quejaron del hacintamiento.
Lo curioso de esta zona es que los hebreos han vivido en estas calles siglos y siglos, sin que nunca sufrieran una expulsión como tal pese a las limitaciones que los obligaron a ser prestamistas y luego a comerciar únicamente con trapos.
Curiosamente fue un papa, Pablo IV, el que en 1555 construyó el gueto como tal, levantando un muro con puertas que se cerraban al caer la noche y obligando a todos sus habitantes a llevar un distintivo para estar identificados. También se obligó a todos los judíos a acudir a misas en las iglesias próximas para intentar convertirlos al cristianismo.
No fue hasta siglos después, en el XIX, cuando por orden de otro papa, Pío IX, se derribó el muro y se abrió la posibilidad de que los judíos se mudaran a zonas próximas a este pequeño barrio encerrado por el río.
Esta zona no se libró de la persecución fascista en la II Guerra Mundial. De hecho, el 16 de octubre de 1943 fue el día en el que más judíos se detuvieron en toda la historia de Italia, 2.000 de los 7.000 vecinos con los que contaba el gueto en ese momento. En muchas de las calles del barrio podemos encontrar adoquines con una placa encima con el nombre de muchos de los italianos que fueron deportados a campos de concentración.
Monumentos y lugares de interés
Pórtico de Octavia
Este edificio romano de época antigua fue mandado construir por Octavia la Menor, hermana de Augusto, el emperador. El complejo, ubicado en el rione de Sant’Angelo, el distrito más pequeño de toda la ciudad y el corazón del barrio judío, estaba formado por dos templos, una biblioteca griega y latina y una escuela.
Los templos romanos estaban dedicados a Júpiter y a Juno, el primero en Roma, puesto que buscaban su protección.
Durante la Edad Media, el pórtico y la columnata se utilizaron como mercado de pescado, de hecho, se conserva una piedra con inscripciones sobre el tamaño de los peces que podían venderse en la lonja y cuáles no.
Además, se levantó una iglesia en parte del pórtico, la de Sant’Angelo en Pescheria, que era uno de los templos a los que durante mucho tiempo se obligó a los judíos a participar de la misa cristiana buscando su conversión.
Teatro Marcelo
Este edificio, muy parecido en estilo al propio Coliseo romano, fue uno de los primeros teatros que Julio César mandó construir por Julio César y fue terminado en época de Augusto. En este lugar al aire libre se celebraron los famosos Juegos Seculares que cantó el gran poeta Horacio.
En la Edad Media, el teatro fue ocupado en su interior por viviendas y tiendas que lo salvaron de la destrucción. De hecho, hoy siguen existiendo algunas casas aunque parte de los espacios se utilizan para celebrar espectáculos, sobre todo durante la época estival.
El Teatro Marcelo sigue teniendo un aura muy especial, sobre todo al atardecer, cuando la luz entre las ventanas y la roca crean un juego de sombras muy romántico.
Fuente de las Tortugas
Situada frente a la plaza Mattei, esta fuente iba a estar colocada en otro lugar, pero esta importante familia romana presionó para que la colocaran justo frente a su palacio con la promesa de pavimentar y adecentar los alrededores.
Construida en el siglo XVI, la fuente iba a tener originalmente cuatro delfines, pero la presión del agua no aguantaba la altura prevista, así que se adaptaron para otro monumento. Las tortugas se añadieron posteriormente y en 1979 una de los cuatro animales que le da nombre fue robada, por lo que se decidió sustituir a las otras tres por copias para preservarlas.
Gran Sinagoga
El Templo Mayor o la Gran Sinagoga es una de las más grandes de Europa y se levantó sobre parte del gueto derruido a principios del siglo XX bajo el mandato de Victor Manuel. Las obras comenzaron en 1901 después de que se les permitiera a los hebreos construir sus propios templos y se les hubiera dado a los judíos italianos el estatus de ciudadanos.
Con vistas al Tíber, este edificio imponente de planta cuadrada está decorado en estilo art nouveau que lo hace muy especial, sobre todo, por el juego de luces de sus columnas y sus vidrieras al atardecer.
Se puede visitar de domingo a jueves y el sábado está totalmente dedicado al culto judío. Si tienes suerte, puedes escuchar desde fuera la música del órgano que se construyó en el interior del templo.
En los bajos de la Gran Sinagoga está el Museo Judío, que también merece una visita.
Largo di Torre Argentina
Esta plaza conserva restos de cuatro templos romanos de la época de la República y lo que queda del llamado Teatro de Pompeyo. Cuentan que Augusto mandó construir en esta zona porque fue donde asesinaron a Julio César en una reunión del Senado. Las ruinas de esta construcción pueden verse ahora en Torre Argentina y se han abierto al público recientemente.
Además, este lugar está considerado casi como un santuario de gatos abandonados que juegan, pasean y retozan entre estas ruinas como si fueran su casa.
Isla Tiberina
Este lugar es uno de esos rincones mágicos de Roma. Está situada en mitad del río Tíber y unida al Barrio Judío gracias a dos de los puentes más antiguos de la ciudad, el de Fabricio y el de Cestio.
Esta isla, un lugar ideal para disfrutar del atardecer en alguno de sus numerosos cafés y restaurantes, está llena de leyendas, algunas de ellas bastante negras. Se dice que nació sobre el cadáver de Tarquinio el Soberbio, el último rey etrusco de Roma, que fue arrojado al mar, por lo que los romanos evitaban pisarla porque traía malos augurios.
Durante los años en los que la peste azotó la capital italiana en el siglo III d.C., las autoridades romanas levantaron un hospital en esta isla para tratar de honrar a Esculapio, el dios de la Medicina, y parar la pandemia.
Dónde comer en el Barrio Judío
Uno de los atractivos de comer en este barrio es probar los platos que surgieron con la mezcla de la tradición italiana y la judía, es decir, los kosher. De hecho, uno de los más típicos del barrio es el carciofo alla giudia, es decir, alcachofa frita con las hojas crujientes y el interior más blandito.
Casi todos los restaurantes de la zona ofrecen este manjar, pero Giggetto Hostaria dal 1923 es uno de los lugares más famosos para comerlas.
Entre los restaurantes kosher más populares está Sora Margherita, siempre lleno por lo que hay que intentar llegar pronto, pero también Piperno, uno de los más antiguos y toda una institución en esta gastronomía que une lo mejor de la cocina italiana con la tradición hebrea.
Muy curioso es la Pasticceria Boccione, uno de los lugares más concurridos de la zona aunque desde fuera no parezca gran cosa. Merece la pena entrar para escoger algunos de sus caprichos como la torta de ricotta y frambuesa.