Cariñosamente referida como “Vaticano número dos” por el Papa Juan Pablo II, la residencia estival pontificia de Castel Gandolfo es, al mismo tiempo, una joya de la historia de Roma y una gran desconocida. Mandado construir por el Papa Urbano VIII entre 1624 y 1626, el conjunto arquitectónico se encuentra ubicado en el interior de la zona extraterritorial de las Villas Pontificias de Castel Gandolfo, una pequeña localidad italiana de la región del Lacio, a tan sólo 24 kilómetros de Roma.

El Palacio Apostólico de Castel Gandolfo Palazzo Apostolico di Castel Gandolfo, en italiano— convive con verdes jardines a la italiana y otros edificios pontificios —como la villa Barberini o la villa Cybo—, que suman 55 hectáreas de superficie. Todos estos espacios son visitables como museo desde que el Papa Francisco decidiera abrirlos al público en 2016, tras siglos de uso privado ininterrumpido por un total de 15 papas. Independientemente de los motivos de la visita, la propia localidad de Castel Gandolfo, ubicada a orillas del lago Albano, de origen volcánico, ofrece la que es considerada una de las postales más bellas y tranquilas de toda la bota italiana. ¡Si buscas más motivos para visitarla, te invitamos a seguir leyendo!

 

 

Palacio de Castel Gandolfo, una dilatada historia

Castel Gondolfo
Entrada de Castel Gondolfo

La historia que envuelve a este santo paraje viene de lejos. Si bien en la actualidad acoge las llamadas Villas Pontificias, en la antigüedad pudo haber alojado a la acrópolis de la antigua Alba Longa, la capital de la Liga Latina. También, con posterioridad, una de sus colinas sirvió de asiento a una de las villas más esplendorosas de la Antigua Roma, Albanum Domitianim, la gran residencia de veraneo del emperador romano Domiciano entre el 81 y el 96 d.C.

Sin embargo, no todo fue gloria y lujo en esta zona. Tras un largo período de olvido y abandono, hacia el año 1200 la familia ducal de los Gandolfi mandó construir, tal y como era costumbre por aquel entonces entre los grupos más poderosos de Roma, un castillo en la cima más occidental del lago Albano. Este Castelli Romani —en castellano, Castillo de Roma— heredaría el nombre de sus propietarios y con el tiempo, acabaría dándoselo a la actual localidad de Castel Gandolfo. Así, con el paso de los años, la propiedad del castillo fue pasando de los Gandolfi a los Savelli, y de estos últimos a la Cámara Apostólica en 1596.

Por orden del Papa Urbano VIII —en el cargo entre 1623 y 1644— dieron comienzo una serie de trabajos de reconstrucción con el objetivo de convertir el ajado castillo en la residencia estival del futuro papado, siendo el Papa Alejandro VII el primero en residir allí. Bajo el diseño de Carlo Maderno, arquitecto también encargado de la construcción de la fachada de la basílica de San Pedro en la Ciudad del Vaticano, el Palacio Apostólico de Castel Gandolfo alcanzó en 1626 la práctica totalidad de su aspecto actual. La definitiva unificación del complejo, formado por la villa Cybo, la villa Barberini y todos sus jardines, corrió a cargo del Papa Pío XI a principios del siglo XX. Como curiosidad histórica, fue este mismo papa quien, en 1929, firmó junto a Benito Mussolini el Pacto de Letrán, por medio del cual la Santa Sede recuperaba la soberanía de su propio Estado, y con ello, la del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo.

Turismo alrededor de la residencia papal de Castel Gandolfo

Como se mencionaba líneas más arriba, las Villas Pontificias de Castel Gandolfo representan un verdadero tesoro del Vaticano oculto al público durante siglos (con el interés que esto despierta). La visita al palacio se puede realizar tanto por libre con audioguía multilingüe, como en visita guiada, variando ostensiblemente los precios entre una y otro opción. Incluso, para los más aventureros (o para los que quieran visitar en un solo día tanto la Ciudad del Vaticano como la residencia estival), los sábados existe una propuesta cultural muy especial llamada “En tren al Palacio Apostólico”: esto es, un viaje de ida y vuelta en tren de época desde la estación de ferrocarriles de Roma San Pietro hasta la estación de Castel Gandolfo.

Una vez en los dominios del palacio, el visitante asistirá primero a la pequeña plaza de su entrada, rebautizada como plaza de la Libertad en honor a la unificación italiana llevada a cabo en 1870. Más tarde, transitará en una sucesión rectilínea por innumerables salas con diferentes finalidades: el tribunal de Audiencias, el salón de los Suizos —lugar de guardia de los antiguos soldados del Papa—, la sala del Trono, la sala del Consistorio o la galería de Benedetto XIV, todas ellas decoradas con importantes piezas del patrimonio artístico que atesora la Iglesia católica. También es posible contemplar algunos objetos de interés como la silla gestatoria del Papa Pío IX o el BMW que utilizaba el Papa Juan Pablo II en sus desplazamientos.

Vistas lago Castel Gandolfo
Vistas al lago de Castel Gandolfo

Otros lugares de interés en Castel Gandolfo

En un espacio conjunto de 55 hectáreas, las Villas Pontificias quedan conformadas tanto por el Palacio Apostólico y sus colosales jardines —firmados por Lorenzo Bernini y repletos de plantas, árboles y esculturas de distinta índole—, como por dos conventos, un colegio, una granja, e incluso un observatorio astronómico, trasladado en 1933 desde la Ciudad del Vaticano a Castel Gandolfo.

Tanto la villa Cybo, presidida por un edificio construido por el arquitecto y por entonces asesor papal Francesco Fontana; como la villa Barberini, edificada por Taddeo Barberini, el sobrino del Papa Urbano VIII, un poco antes de la construcción del Palacio Apostólico, exhiben impresionantes muestras de jardín a la italiana. De hecho, la villa Barberini ofrece también una visita por su Antiquarium, un conjunto de siete habitaciones provisto de colecciones de piezas pertenecientes al emperador romano Domiciano. Asimismo, huellas de la Antigua Roma también pueden rastrearse en el vecino Ninfeo Bergantino —o Bagni di Diana, un conjunto de románticas ruinas de baños dedicados a Diana —diosa virgen de la caza equivalente a Artemisa en la mitología griega—.

Por último, cabe destacar el que por naturaleza propia es el tesoro mejor escondido de Castel Gandolfo. Se trata del llamado Emisario del Lago Albano L’emissario del Lago Albano, una impresionante gruta artificial de 1.200 metros de longitud que los habitantes romanos excavaron de forma subterránea en el año 398 a.C. con el fin drenar los excedentes de agua que el lago generaba de manera inesperada ocasionalmente. Toda una hazaña ingenieril que aún hoy, después de más de dos mil años de historia, continúa resultando eficaz.