Cada esquina de Florencia transmite Arte con mayúsculas, cada rincón es un saludo al Humanismo, a tantos y tantos artistas que dejaron allí su huella. Visitar Florencia es pasear por un museo al aire libre donde es prácticamente imposible no salir satisfecho. Una excursión perfecta a una hora y media de tren desde Roma. Bienvenidos a Florencia, la capital del Renacimiento.

¿Por qué tiene Florencia tanto patrimonio? Aunque fue fundada por Julio César, vivió su expansión a partir del siglo IX, cuando se convirtió en la capital de la Toscana. Tras varios siglos de disputa por la hegemonía con otras ciudades como Pisa o Siena, Florencia se consolida en el siglo XIII. La prosperidad se asienta, el comercio se expande a Europa y la ciudad se convierte en una potencia, lo que impulsa la llegada de artistas. Varias familias acumulan fortuna y poder, la principal, los Médici, que gobiernan la ciudad durante más de tres siglos. Se convierten en mecenas y el arte florece.

Qué visitar en Florencia: los imprescindibles

Plazas, calles, palacios, catedrales, iglesias, museos e, incluso, los puentes sobre el río Arno. Cualquier elemento es un monumento. Florencia es una ciudad Patrimonio de la Humanidad desde 1982.

 

 

La piazza della Signoria y el palazzo Vecchio

El lugar que mejor resume la ciudad y que debe marcar el inicio de la visita a Florencia es la piazza della Signoria. Para muchos, una de las plazas más bellas del mundo. Corazón de la vida fiorentina, lugar de fiestas y juegos, es la carta de presentación de la urbe. La inconfundible silueta del torreón del palazzo Vecchio no deja lugar a dudas. Como no podía ser de otra manera, una ciudad creada para mostrarse guarda su edificio más representativo, construido en el siglo XIV, para el Ayuntamiento.

El palazzo Vecchio exige observar cada uno de sus detalles: el reloj, las almenas, sus ventanas, o los escudos de la República de Florencia completan un conjunto único. Delante del palacio, los tres arcos de la Loggia dei Lanzi sorprenden para ofrecer este particular museo de esculturas al aire libre de los Médici. Esta curiosa construcción de asambleario combina elementos góticos y renacentistas.

El ‘David’ de Miguel Ángel

Si la piazza della Signoria brilla por sí sola, la guinda la ponen las estatuas que pueblan la plaza. La primera, una réplica del ‘David’ de Miguel Ángel. Allí estaba el original hasta 1873, cuando se sustituyó por el actual, también de mármol, para preservar el auténtico. El David auténtico del año 1500, obra maestra del Renacimiento, se conserva en la Galería de la Academia, uno de los principales museos de Florencia.

Además de la réplica del David, en la Signoria encontrarás estatuas de Hércules y Caco, de 1534, la espectacular fuente de Neptuno (primera fuente de Florencia), de 1563, y la estatua ecuestre del duque Cosme I de Médici, que gobernó la ciudad entre 1537 y 1569.

El David de Miguel Ángel
El David de Miguel Ángel

La Galería Uffizi

De la piazza della Signoria es inevitable continuar hacia ese largo pasillo mágico que termina sobre el río Arno. La Galería Uffizi (Galleria degli Uffizi) sirve de continuación natural del palazzo Vecchio. En este museo se esconden la colección de arte de la familia Médici, con obras de Leonardo, Botticelli, Rafael o Tiziano. Es la pinacoteca más importante y más visitada de Italia.

La catedral de Florencia: Santa Maria dei Fiori

El otro edifico más sorprendente de Florencia es su catedral, Santa Maria dei Fiori. El duomo de Florencia es una obra maestra de la cristiandad. Su cúpula, de más de 45 metros de ancho, es la obra cumbre de Filippo Brunelleschi, una maravilla del siglo XV que supuso un hito en la arquitectura de la época. Subir los 463 escalones que llevan a la linterna de la cúpula es toda una experiencia que permite apreciar la obra de este genio y admirar de cerca los frescos que decoran el lado interior.

Pero la catedral de Florencia es mucho más. Su austeridad interior se agiganta ante el tamaño de la iglesia –153 metros de largo por 130 de ancho –, en contraste con la alegría de la piedra exterior, unos originales mármoles de color blanco, verde y rosa.

Completan el conjunto catedralicio el baptisterio, con sus famosas Puertas del Paraíso, y el campanile de Giotto, dos elementos fundamentales de los duomos italianos.

Catedral de Florencia
La impresionante Catedral de Santa Maria dei Fiori

Iglesia de Santa Maria Novella

Junto a la catedral, la otra gran iglesia florentina es Santa Maria Novella. Esta basílica cercana a la estación de ferrocarril es otra joya renacentista, gracias en parte a su esplendorosa fachada de mármol blanco y verde construida entre 1350 y 1470.

Los orígenes de la iglesia datan del año 1246, cuando comenzó a construirse el templo. El interior nos descubre el primer ejemplo de arquitectura gótica de la ciudad, con planta de cruz latina y tres naves, con varias joyas artísticas. El impresionante Crucifijo de Giotto (1290), que cuelga del centro de la nave, y la Trinidad de Masaccio (1424), primer fresco que experimentó con el uso de la perspectiva, son las dos principales obras de arte de la basílica.

Pero Santa María Novella también cuenta con bellezas arquitectónicas como su famoso claustro verde, con frescos de Uccello del Pecado Original y el Diluvio Universal, la capilla de los españoles, y sus increíbles frescos, o la histórica farmacia de 1612, considerada la más antigua de Europa.

El Ponte Vecchio

El ponte Vecchio, o puente Viejo, es otro símbolo de Florencia. Este puente del siglo XIV atraviesa el río Arno para unir el palazzo Vecchio y el palazzo Pitti, situado en el lado sur. El famoso viaducto se caracteriza por estar edificado; el motivo, la exención de impuestos de la que gozaba. Hoy, los puestos son básicamente de joyeros y otras artesanías, polos de atracción de los turistas que no restan encanto al puente.

Este puente esconde en su parte alta un pasillo secreto, el corredor Vasariano, que servía de pasadizo entre los dos palacios. Así, Cosme de Médici evitaba pisar la calle en su recorrido entre ambos.

El Ponte Vecchio
El Ponte Vecchio

Palazzo Pitti

Cruzando el ponte Vecchio se alcanza la piazza Pitti, donde espera el sobrio palazzo Pitti. En sus inicios, en el siglo XV, fue la vivienda de los Pitti, familia rival de los Médici. Estos últimos terminaron haciéndose con el palacio, convirtiéndolo en su residencia oficial como duques de Toscana, en el siglo XVI, hasta el fin de la dinastía. Tras pasar por manos de Napoleón, durante la ocupación francesa, y por los reyes italianos, durante el período monárquico, el palacio abrió sus puertas para ser el museo más grande de Florencia.

En su interior, la galería Palatina agrupa obras de los Médici. También es posible visitar los apartamentos reales y algunos museos variopintos dedicados a la plata, la porcelana, los trajes y los carruajes. En la parte de atrás del palacio se esconden los jardines de Bóboli, principal zona verde de Florencia. Este hermoso jardín renacentista está plagado de estatuas, fuentes y curiosas grutas.

La mejor vista de Florencia: piazzale Michelangelo

Una visita a Florencia queda incompleta si no se sube al piazzale Michelangelo. Desde este mirador podrás contemplar Florencia en todo su esplendor, ya sea durante el día, al atardecer o de noche. La vista es tan espectacular que permite admirar el vasto tamaño de la cúpula de la catedral, la delicadeza de la torre del palazzo Vecchio o la belleza de los puentes sobre el río Arno. ¡Déjate cautivar por Florencia desde este impresionante mirador!

Restaurantes para comer en Florencia

Florencia no podía pasar por alto la gastronomía y como tal se pueden encontrar muchos restaurantes y trattorias indispensables en toda visita a la capital del Renacimiento. Estamos en la Toscana y aquí el buen comer y el producto fresco van grabados a fuego. Son decenas las opciones de buenos restaurantes en Florencia, así que vamos a dar una pequeña y variada lista para probar cocina tradicional en diferentes ambientes:

  • Bottega Conviviale: un must en Florencia, por sus famosas pizzas al horno de leña y sus pastas caseras. Indispensable.
  • Osteria All’Antico Vinaio: el mejor lugar para tomar una schiacciata, la focaccia de la Toscana. Muy cercano a la Galería Uffizi.
  • La Prosciutteria Firenze: también cerca de la Uffizi se encuentra esta pequeña taberna donde poder disfrutar de tablas de exquisitos jamones y quesos, bien regadas con los mejores vinos italianos.
  • Trattoria La Casalinga: un clásico de Florencia muy cercano al palacio Pitti. Platos toscanos con productos procedentes del mercado de San Lorenzo a precios más que razonables.
  • Panini Toscani: un mito del casco histórico florentino. Un simple panini elevado a los altares de la gastronomía italiana. La cola en la puerta da fe de lo que estamos hablando.

Cómo llegar desde Roma

Una excursión de un día en Florencia es un plan viable si estás de vacaciones en Roma. Aunque lo ideal es estar dos o tres días, la ciudad fiorentina está a menos de 300 kilómetros de la capital, una distancia que permite visitarla durante el día.

La mejor manera de viajar entre Roma y Florencia es en tren. Entre ambas ciudades circulan trenes Frecciarossa (alta velocidad), que hacen el viaje en 90 minutos, y trenes Intercity, que tardan entre tres y cuatro horas. Hay numerosas frecuencias cada día, por lo que es realmente sencillo ir por la mañana a Florencia y volver a última hora del día.

Los trenes de Roma a Florencia parten de Termini (estación principal) y de Tiburtina (al este de la ciudad). En Florencia la mayoría de conexiones con la capital son desde Santa Maria Novella, una estación muy céntrica y cómoda para llegar caminando al casco histórico, situado a apenas 10 minutos a pie.