En ocasiones, entre tanta grandeza y tantos monumentos soberbios que inundan Roma, es necesario buscar un remanso de paz donde descansar y recuperar fuerzas. Hay veces en que las colas y las aglomeraciones, aunque merezcan la pena, pueden llegar a desesperar un poco. Es de sobra conocido que para visitar un lugar tan célebre como la Capilla Sixtina o el Coliseo hay que tener, sobre todo, mucha paciencia.

Sin embargo, Roma guarda otros pequeños diamantes en su joyero que te regalarán ese día tranquilo y plácido que estás deseando, alejado del bullicio, inmerso entre la naturaleza y el arte. La Villa Borghese es uno de los parques más importantes de la ciudad. Aquí hallarás jardines, estanques y diferentes edificios. Uno de ellos es la Galleria Borghese, un auténtico cofre del tesoro que merece ser descubierto.

La Galleria Borghese, un museo en un palacio rodeado de jardines

Si estás de paseo por la bellísima plaza de España, no te costará mucho dirigir tus pasos hacia una de las nueve entradas que tiene el parque de Villa Borghese, a pocos metros de distancia. Este espacio nace como parte del programa del cardenal Scipione Borghese para convertir toda la zona en un gran jardín.

 

 

El poder del cardenal era más que considerable, pues era sobrino del papa Paulo V. Pero, sobre todo, este personaje era un gran apasionado del arte, profundo admirador de Caravaggio y primer mecenas de Bernini. Encargará al arquitecto Flaminio Ponzio la construcción de un palacio en medio de estos jardines, la Villa Borghese Pinciana.

Scipione soñaba con un lugar para dar cabida a su gran colección. El edificio principal de este palacio es donde hoy encontramos la Galleria o Galería Borghese. Arquitectónicamente hablando, ha sufrido varias restauraciones a lo largo de su historia. En el siglo XVIII, los jardines también se transformarán siguiendo el modelo inglés.

De forma paralela, el patrimonio y el poder de la familia Borghese se irá debilitando con el paso de los siglos, llegando el punto de tener que vender en el año 1800 ciertas piezas a Napoleón, motivo por el cual algunas de estas esculturas están hoy en el Museo del Louvre.

A principios del siglo XX, la colección se vende finalmente al estado Italiano y los jardines los adquiere el Ayuntamiento de Roma, convirtiéndolos en parque público. La Galleria Borghese ya había empezado a funcionar como museo a finales del siglo XVIII, pero el estado realizará varias modificaciones, así como una profunda restauración en los últimos años del siglo XX. El resultado es el que podemos visitar hoy en día, conservando el propósito para el que fue construido el palacio.

Obras maestras de la Galleria Borghese: esculturas de Bernini y lienzos de grandes pintores

Este museo es una pequeña gran maravilla. Gracias a su reducida extensión, es posible visitarlo tranquilamente en un par de horas. Eso no significa que las obras que aquí se exponen no carezcan de atractivo, sino todo lo contrario.

Volviendo a ponernos en situación, este delicioso muestrario tiene su germen en el mecenazgo y el afán coleccionista de su principal impulsor, el cardenal Scipione Borghese. A veces, para obtener estas piezas, como lienzos de Rafael, Tiziano o Caravaggio, es posible que abusara de su posición e incluso “secuestrara” algunas de ellas (o eso dicen las malas lenguas).

A todo esto hay que sumar el buen ojo que tuvo desde un primer momento para detectar la inmensa maestría de un joven Gian Lorenzo Bernini. El cardenal se convertirá en su primer mecenas y el afamado escultor realizará para él algunas de sus creaciones más sublimes. La mayoría podemos contemplarlas hoy en la Galleria Borghese, expuestas en los sitios originales para los que fueron creadas. El espacio se organiza en dos plantas y algunas de sus joyas son:

  • El rapto de Proserpina. Bernini es el protagonista indiscutible de la galería. Su gusto por los grupos escultóricos alcanza aquí un nuevo significado, eligiendo una de sus representaciones predilectas, un tema mitológico. Asistimos al convulso momento en el que Perséfone (o Proserpina en la mitología romana) es raptada por Hades para llevarla a los infiernos. Las dos figuras luchan y se retuercen en una dramática danza. Ella intenta escapar y es ahí cuando tenemos que dirigir la mirada a la mano de Hades, que clava sus dedos en el muslo de Perséfone, hundiéndolos en la carne. Estamos ante un milagro artístico donde todo cobra vida.
  • Apolo y Dafne de Bernini. Aquí contemplamos otra de las genialidades de Bernini. De nuevo una escena mitológica con una gran carga trágica. Se nos presenta el instante en el que el dios Apolo trata de alcanzar a la ninfa Dafne, mientras esta se convierte en laurel para escapar. La tensión, la intensidad y la pasión se mezclan en este grupo que rodearás una y otra vez, para captar su belleza desde todos los ángulos. La escultura del David, considerada la primera talla plenamente barroca, o el conjunto de Eneas, Anquises y Ascanio son otras de las piezas maestras de Bernini que se exponen en la Galleria Borghese.
  • Amor sacro y amor profano. Este lienzo de Tiziano es una de las estrellas pictóricas del museo. El máximo exponente de la Escuela Veneciana plasma aquí la visión neoplatónica de la belleza, donde la belleza terrenal es reflejo de la divina, uno de los temas favoritos del Renacimiento. Es una gran ocasión para comprobar la colorida paleta de Tiziano.
  • Dama con unicornio. El cuadro está firmado por Rafael hacia 1505. Nos muestra a un personaje femenino desconocido, con ricos ropajes, sosteniendo un unicornio, que simboliza la castidad. La posición de la figura y la mirada que sigue al espectador nos trae a la mente La Gioconda de Leonardo, pintada unos años antes. No dejes de admirar la delicada pincelada de uno de los titanes del Renacimiento.
  • David con la cabeza de Goliat. Caravaggio es sin duda el príncipe del tenebrismo y en esta pintura deja su huella inconfundible. Se trata de una de sus últimas obras, donde los rostros angustiados y el soberbio tratamiento de la luz no te dejará indiferente. Dado el entusiasmo que el cardenal Borghese sentía por el pintor barroco, son varias las obras que podremos disfrutar en este museo nacidas de su pincel.

La colección se completa con otras excepcionales piezas, como el Retrato de Paulina Bonaparte esculpido por Antonio Canova, Dánae de Correggio, Susana y los viejos de Rubens o La cacería de Diana de Domenichino, entre otras. La riqueza artística de este oasis que es la Galleria Borghese es totalmente incuestionable y podrás completar tu día paseando en barca por el estanque, recorriendo los jardines o visitando algún otro museo cercano, como la Galería Nacional de Arte Moderno. Cada segundo en Roma es un momento dedicado a la belleza.