La isla Tiberina, un islote de apenas 270 metros de largo ubicado en medio del río Tíber, es un lugar ideal para pasar el día cuando hace buen tiempo. Muchos romanos se tumban en la orilla y disfrutan de las hermosas vistas de los antiguos puentes o pasan la tarde en alguna de sus terrazas.

Esta curiosa isla, llena de leyendas e historias inverosímiles, se encuentra en pleno centro de Roma y conecta con la ciudad a través de los puentes de Cestio y Fabricio. El primero une la parte sur de la isla con Trastevere y fue fundado en el 46 a.C. El segundo, construido en el 62 a.C. –el más antiguo de la ciudad–, sale desde el lado norte y se une con Guetto, el barrio judío. Además, existe un tercer puente, o lo que queda de él: el puente Emilio, conocido como el puente roto.

Leyendas de la isla Tiberina de Roma

Cuenta una leyenda que la formación de la isla se originó a causa de la muerte del último rey de Roma, Tarquinio el Soberbio. Se dice que su cuerpo fue arrojado al río y debido a la acumulación de arena y sedimentos surgió la misma. A causa del turbio origen del islote, los romanos evitaban acercarse, pues estaba considerado como un lugar de malos augurios. Por esta razón, solo los peores criminales eran condenados a pasar allí el resto de sus vidas.

 

 

Tiberina
Edificaciones sobre la Isla

Durante el año 293 a.C. la peste azotó la ciudad de Roma cobrándose más de cinco millones de vidas y dejando el imperio al borde de su fin. Los quince años que duró esta pandemia de “antonina”, así es como la bautizaron por el emperador Marco Aurelio Antonio, los romanos trataron de erradicarla de muchas maneras. Una de ellas fue honrar a Esculapio, dios de la Medicina, construyendo un hospital en la isla Tiberina. A la vuelta de una de sus expediciones para obtener la estatua del dios que se encontraba en Epidauro, una serpiente (la forma animal que representaba al dios) salió de la barca en la que se encontraban y se dirigió a la isla. En aquella época, esto fue una prueba irrefutable de que debían construir un templo allí.

Isla Tiberina
Exuberante vegetación y edificios sobre la Isla Tiberina

Cuando se terminó la construcción del templo de Eculapio, milagrosamente la peste dejó de atacar a Roma, así que decidieron dar forma de barco a la isla. Alzaron muros y construyeron una especie de proa y popa en las orillas. Además, levantaron un obelisco en medio para que pareciera un mástil. Hoy en día, todavía se pueden ver los restos de los muros, y parte del obelisco se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles.

Tiberina, Tiber
Tiberina, un islote mágico al que dieron forma de barco

Construcciones en la isla de Roma

Por su posición en medio de dos orillas, la isla Tiberina era el lugar perfecto para protegerse en caso de necesidad. Durante la Edad Media, el templo levantado en aquel lugar fue utilizado como fortaleza-palacio, primero por los Pierleoni y, posteriormente, por los Caetani. Debido a la inundaciones se pasó a usar como convento franciscano y hospital. Actualmente, se ubica allí el hospital de San Juan de Dios, uno de los mejores y de más renombre de la ciudad.

Isla Tiberina, Roma
Vista de la Isla Tiberina

Junto al hospital se encuentra la iglesia de San Juan Calibita, en cuya fachada se encuentra un fresco sobre el milagro de Madonna della lampada. Cuenta la historia que durante una inundación, la imagen de la virgen fue sumergida junto a su lámpara, que permaneció iluminada todo el tiempo.

Por otro lado, donde antiguamente se ubicaba el templo (que ocupaba prácticamente toda la isla), el emperador Otto III mandó a construir, en el siglo X, la basílica de San Bartolomeo all’Isola para albergar los restos de dos mártires: el apóstol San Bartolomé, cuyo cuerpo se encuentra en el altar Mayor, y el obispo Adalberto de Praga. Debido a las inundaciones, la iglesia tuvo que ser reconstruida. Hoy presenta una fachada de estilo barroco que no poseía en la antigüedad. Además, la torre que se ve detrás del edificio es la torre de Caetani, todo lo que queda de la fortaleza-palacio construida por la familia Pierleoni.

Iglesia de San Bartolome, Tiberina
Basílica de San Bartolomeo all’Isola, en la Isla Tiberina

Cómo y dónde divertirse en la isla Tiberina

La isla es especialmente interesante en verano o primavera, cuando se puede disfrutar del buen tiempo en sus cafés y restaurantes. Incluso montan pequeños mercados con puestos de todo tipo y cine al aire libre. Además, cerca hay una gran variedad de ocio nocturno.

Puente isla tiberina.
Puente que une la Isla Tiberina con Roma.

Durante las dos semanas que dura la fiesta dei Noantri, en honor a la Virgen del Carmen, hay música en directo por las calles y actividades culturales. Por la noche, las terrazas se llenan de gente hasta altas horas de la madrugada y tanto jóvenes como romanos devotos, turistas curiosos y, por supuesto, vecinos del lugar, salen a festejar. Aunque lo que no puedes perderte son las noches de cine de verano. Cada año se organiza L’Isola del Cine, un evento al aire libre con proyecciones cinematográficas, música, literatura, exposiciones de arte y obras de teatro.

Sin duda, se trata de otro de los rincones menos frecuentados por los turistas cuando visitan Roma, por lo que te recomendamos darte un paseo hasta este pedacito de tierra en medio del Tíber y empaparte de sus historias.