“El Museo de los Museos”. Así es como se conoce a los Museos Vaticanos. El motivo es que este complejo se desarrolla a su vez en diferentes museos. Pero no se trata solo de las exquisitas colecciones que conforman las diferentes galerías y salas, sino que aquí también se encuentran los lugares más significativos, artísticamente hablando, de los Palacios Apostólicos. Además, albergan una de las mejores bibliotecas del mundo, la biblioteca Vaticana, con auténticos tesoros en su interior.

El patrimonio de los Museos Vaticanos es una maravilla para los sentidos. Sin embargo, todos sabemos lo importante que es gestionar bien el tiempo cuando hablamos de visitar un gran museo o una pinacoteca. Es muy sencillo dejarse llevar por sus laberínticas galerías inundadas de arte. El tamaño de este conjunto es tan descomunal, que ver sus estancias al completo en unas pocas horas es prácticamente imposible. Lo mejor es organizarse y conocer lo que nos depara su interior.

Cómo se formaron los Museos Vaticanos

Estos extensos edificios se encuentran muy próximos a la basílica de San Pedro. Su origen hay que buscarlo en la colección de arte que poseía el cardenal Giuliano della Rovere, más conocido por su nombre papal, Julio II. Cuando este gran coleccionista y mecenas de las artes es elegido papa en 1503, traslada sus preciadas esculturas a las estancias del Vaticano.

 

 

Poco a poco, las colecciones van creciendo y se construyen nuevas galerías. Las excavaciones arqueológicas que se realizaban en suelo romano, las donaciones de las familias y las adquisiciones de los diferentes papas hacen que este patrimonio aumente cada vez más.

Escaleras de los Museos Vaticanos
Escaleras de los Museos Vaticanos

Las labores arquitectónicas se suceden desde el siglo XV, cuando Nicolás V funda la biblioteca Vaticana. Poco después, Sixto IV manda construir la capilla Sixtina. La etapa dorada vendrá cuando Julio II ordene decorar el techo de dicha capilla a Miguel Ángel, así como algunas de las estancias del palacio Apostólico a Rafael. Los siguientes papas continuarán creando los distintos museos y todo crecerá a un ritmo vertiginoso.

Entrada Museos Vaticanos
Entrada a los Museos Vaticanos

Ya en la Ilustración, los hallazgos arqueológicos de Winckelman le valdrán ser nombrado conservador de antigüedades en el Vaticano, realizando una importante labor en las tareas de catalogación y organización de exposiciones. El pensamiento ilustrado de este célebre historiador del Arte hace que los Museos Vaticanos adquieran por fin un significado moderno, el de proteger las obras y darlas a conocer. Consigue dar forma completa a una de las partes más esenciales del conjunto, el Museo Pío Clementino y el Patio Octógono.

A partir de este momento, los Museos Vaticanos cobran sentido en sí mismos. Las tareas para dar cabida a todas las colecciones y que tengan un sentido expositivo continuarán hasta llegar a la actualidad. Hoy en día, podríamos pasar semanas dentro de ellos y no llegar a conocerlos a fondo. Sin embargo, hay determinadas joyas artísticas de obligada visita.

Qué ver en los Museos Vaticanos: claves para una visita exprés

Es de gran ayuda estar provisto de una pequeña guía que oriente nuestros pasos en este colosal complejo. De esta manera podremos disfrutar, aprovechar el tiempo y no perdernos ninguno de los tesoros que estemos deseando conocer.

Museo Pío Clementino y ‘Laocoonte y sus hijos’

Laocconte
Laocoonte y sus hijos

Estas galerías son unas de las que más interés suscitan. Aquí, las esculturas griegas y romanas se suceden a lo largo de sus doce salas, el patio Octógono y la sala Redonda, con su gran bóveda semiesférica. Muchas de estas piezas son fruto de la colección de Julio II. No te pierdas el grupo escultórico de Laocoonte y sus hijos, ni la apasionante historia de su descubrimiento o los detalles del mito que representa: su composición piramidal o el excepcional dramatismo de sus figuras es algo estremecedor. El Apolo de Belvedere, una copia romana del Apoxiómeno de Lisipo o una copia del Apolo Sauróctono de Praxíteles son los claros protagonistas.

Museo Chiaramonti: el ‘Augusto de Prima Porta’ y la ‘Alegoría del Nilo’

Reformado y organizado por el escultor Antonio Canova, se distribuye en tres amplias galerías. En ellas se puede contemplar una copia romana del Doríforo de Policleto, la obra más reconocida del artista griego, donde queda representado su canon de belleza. Una copia realizada en mármol del Augusto de Prima Porta, hallado en la Villa de Livia, es una de las piezas que más público recibe. Dada su clara inspiración en el Doríforo, es una ocasión perfecta para comparar ambas esculturas. La colosal estatua que representa la Alegoría del Nilo, descubierta en el Campo Marzio, también merece unos minutos.

Museo Gregoriano Etrusco

Si te apasiona la cerámica y todo tipo de objetos de esta interesante civilización, seguro que querrás pasar más de un momento por las 22 salas que conforman esta colección.

Museo Gregoriano Egipcio y su ‘Libro de los muertos’

Una singular copia del Libro de los muertos, rodeada de sarcófagos y estatuas son algunas de las muestras que nos aguardan en estas nueve salas.

Pinacoteca Vaticana y la ‘Transfiguración de Cristo’

Cerca de 500 obras forman la colección pictórica de los Museos Vaticanos. Vale la pena detenerse en ese San Jerónimo inacabado de Leonardo da Vinci, La Transfiguración de Rafael, considerado su último lienzo, o El Santo Entierro de Caravaggio, para admirar la paleta del maestro del tenebrismo. También hay una colección de Arte Moderno, con cuadros de Van Gogh, Chagall o Picasso.

Capilla Nicolina

La decoración de esta capilla corrió a cargo del pintor florentino Fra Angélico, que realizó aquí unos hermosos frescos con episodios de la vida de San Lorenzo y San Esteban.

Aposentos Borgia

El papa Alejandro VI otorgó a Pinturicchio la decoración de estas seis estancias, con un complejo programa iconográfico.

museos vaticanos
Detalle del techo de los museos Vaticanos.

Patio de la Piña

Es uno de los lugares más fotografiados de los Museos Vaticanos. Su nombre le viene dado por la gran piña de bronce romano que preside el patio. No te pierdas las curiosas esferas concéntricas diseñadas por Arnaldo Pomodoro, otra de las sensaciones de este sitio.

Estancias de Rafael

Como resultado del encargo que recibió el célebre Rafael por parte de Julio II, se suceden ante nuestros ojos unos maravillosos frescos que constituyen un museo en sí mismos. Estas pinturas se sitúan en cuatro grandes salas de la segunda planta del Palacio Apostólico. Destaca en especial la estancia de la Signatura, donde se halla el impresionante fresco que representa la Escuela de Atenas, la máxima expresión de la filosofía clásica que encierra toda una galería de retratos. Completan el conjunto la estancia de Heliodoro, la estancia del Incendio del Borgo y la estancia de Constantino. Es una de las guindas de los Museos Vaticanos, absolutamente imprescindible.

Capilla Sixtina

Siempre se suele decir que lo mejor se deja para el final. En este caso, motivos no faltan, ya que no puedes abandonar los Museos Vaticanos sin que te duela el cuello por no dejar de mirar ese techo abovedado donde Miguel Ángel cambió para siempre los paradigmas del Arte. Antes de abandonar la capilla Sixtina, no te olvides del muro del altar Mayor, donde el Juicio Final da una nueva muestra de la genialidad de este artista.