Orvieto es escenografía pura. Una pequeña ciudad medieval que parece casi de mentira, como de cuento… Situada en la provincia de Terni, en la región de Umbría, es sin duda una de las paradas más recomendables en la ruta entre Roma y Florencia.

Orvieto se asienta sobre una enorme peña rocosa de origen volcánico situada en mitad de una gran llanura. Si algo bueno tiene esta localidad es que ha sabido conservar su particularidad urbanística histórica, con estrechas calles de piedra que se abren a encantadoras plazas. Y en medio de todo ello, un buen puñado de monumentos y lugares de interés.

De entre todos, destaca su catedral. Sin duda, una de las obras arquitectónicas más representativas del estilo gótico en Italia.

La Catedral de Orvieto

Catedral de Orvieto
Catedral de Orvieto

El nombre de Orvieto está indisolublemente ligado a su Catedral. Templo que empezó a construirse a finales del siglo XIII para albergar una preciada reliquia: el corporal (paño que se coloca sobre el altar durante la Eucaristía) del milagro de Bolsena.

Para ello, Urbano IV ordenó la construcción en Orvieto, residencia habitual de su papado, de un templo acorde con la importancia del supuesto milagro. Este papa, muy probablemente influido por el inexplicable hecho de Bolsena, cuando el pan eucarístico comenzó a “sangrar”, fue el que instituyó la celebración del Corpus Christi.

Las obras se iniciaron en el año 1290, bajo la dirección del perugino Fray Bevignate y se prolongaron a lo largo de varias décadas hasta que la catedral adquirió su fisonomía actual.

 

 

 

En ella destaca la soberbia fachada (de Lorenzo Maitani), cubierta de delicados mármoles y mosaicos en los que se representan escenas del Evangelio. Tanta es su fragilidad que a lo largo de los siglos estos mosaicos han tenido que someterse a varias y costosas restauraciones.

La fachada de la catedral de Orvieto es, sin duda, una de las más artísticas y llamativas de toda Italia. Y eso es mucho decir, en un país donde el arte religioso alcanza increíbles cotas de calidad y belleza.

Por lo demás, en el interior de la catedral de Orvieto merece la pena visitar la capilla donde se custodia el corporal de Bolsena. Sobre todo, por el relicario, una soberbia pieza de orfebrería realizada por Ugolino di Vieri y que tiene la misma forma de la fachada del templo.

También muy llamativa es la capilla de San Brizio, decorada con frescos de varios artistas. Entre ellos el Beato Angelico (o Fray Angelico), sin duda uno de los pintores más destacados de la Italia Medieval y cuya obra traspasó fronteras hasta llegar a la Corte española. De este mismo autor hay varias obras de importancia en los Museos Capitolinos.

El pozo de San Patricio

Pozo de San Patricio
Pozo de San Patricio, Orvieto

En Orvieto, catedral aparte, hay otro lugar que llama poderosísimamente la atención. Éste es el pozo de San Patricio, extraña construcción cuya función original era aprovechar las aguas que riegan el subsuelo de esta localidad.

Sorprende mucho el tamaño de la embocadura del pozo, con 13 metros de diámetro. También, la profundidad: 63 metros. Pero lo que más sorprende es que sus paredes estén abiertas con 72 grandes ventanas que enmarcan las dos escaleras de caracol que descienden hasta el fondo del pozo: una de subida y otra de bajada.

Por ellas descendían las personas y los burros durante los largos periodos en que el pozo fue utilizado para proveer de agua a la cercana fortaleza del Albornoz y al resto de la localidad.

Pero la fisonomía actual de este lugar se debe al papa Clemente VII (considerado antipapa), que le encargó al ingeniero Antonio da Sangallo El Joven la reforma del pozo para convertirlo en un lugar que pudiera utilizarse como refugio frente a la amenaza de las tropas imperiales de Carlos V.

No era un miedo descabellado, pues ya se sabe que ese mismo ejército fue el artífice del Saco (saqueo) de Roma en el año 1527, que llegó hasta las puertas misma del Vaticano.

Por cierto, que no siempre el pozo de San Patricio tuvo ese nombre. La denominación inicial fue pozo de la Fortaleza, hasta que los monjes de un monasterio cercano decidieron darle el del célebre monje irlandés.

Lo hicieron inspirados por un poema medieval “El Purgatorio de San Patricio”, en el que se narra la bajada a ese lugar del caballero inglés Owein, a través de las escaleras practicadas en una cueva cercana a la localidad de Donegal.

Qué más ver en Orvieto

El pozo de San Patricio es solo uno de los muchos espacios subterráneos de Orvieto. De hecho, entre los recorridos más curiosos e interesantes que se pueden realizar en la localidad los que tienen lugar por su subsuelo son siempre los más sorprendentes y entretenidos.

Además, hay otros muchos lugares que merece la pena conocer. Estos son algunos de ellos:

Fortaleza del Albornoz
Fortaleza del Albornoz, Orvieto
  • Fortaleza del Albornoz: es la principal construcción militar histórica de la localidad aunque, por fortuna, su función defensiva ha sido casi testimonial a lo largo de los siglos. Se construyó en el siglo XIV y fue abandonada en el XVIII. En la actualidad alberga unos jardines públicos.
  • Torre del Moro: con sus 47 metros de altura, la que en origen fue conocida como la torre del Papa permite una visión panorámica de casi toda la comarca. Eso explica por qué se ordenó su construcción en el siglo XIII. El nombre actual viene del sobrenombre del potentado Raffaele di Sante, que la adquirió, junto con el palacio Gualterio (donde se sitúa) en el siglo XVI.
  • Necrópolis etrusca: los hallazgos de este cementerio se han datado hacia el siglo VI antes de nuestra era. Algunos de los conjuntos funerarios, con la losas pétreas que conforman los sepulcros, han sido trasladados a importantes instituciones culturales de otros países de Europa. Entre ellos, el Museo del Louvre.
  • Funicular Bracci: esta obra de ingeniería de finales del siglo XIX permite conectar, a lo largo de 580 metros de recorrido, la parte baja y alta de la ciudad. Salva un desnivel de 150 metros y tiene una capacidad máxima de 75 pasajeros.