La capital del mundo necesitaba un puerto que la comunicase con el resto del Imperio. Bajo esta idea nace Ostia, el puerto de Roma. Una localidad situada a 30 kilómetros de la capital que todavía conserva muchas ruinas de la época romana. En este artículo repasaremos qué ver en Ostia Antica y la vinculación de este lugar con Roma.
Ostia, la historia del puerto de Roma
La Roma imperial era una gran ciudad que ya superaba el millón de habitantes. Su tamaño agotaba los recursos naturales tanto para consumo humano como para manufacturas, lo que exigía traer nuevos bienes de provincias y territorios más lejanos.
El primigenio puerto de Ostia se quedaba pequeño. No tenía calado suficiente por lo que los grandes barcos se veían obligados a trasvasar las mercancías a embarcaciones más pequeñas en pleno mar, para luego remontar el Tíber hasta Roma. En menos de 100 años, Ostia vio como cambió su fisionomía con dos nuevos puertos. Primero fue Claudio, quien decidió construir un nuevo muelle adaptado a grandes navíos.
Todavía afectado el nuevo puerto por las tempestades, Trajano decidió cambiar el emplazamiento y construir un tercer puerto más apartado de la costa y unido al Tíber a través de un canal. De forma hexagonal, el puerto de Trajano es lo que hoy se conoce como el lago Trajano, una pequeña laguna con forma hexagonal pegada al aeropuerto de Fiumicino.
Qué ver en el yacimiento de Ostia Antica
La prosperidad del antiguo puerto de Ostia convirtió a la ciudad en una floreciente villa comercial a las puertas de Roma. Sin embargo, las epidemias provocaron su paulatino abandono, y la ciudad terminaría sepultada por la arena durante varios siglos. Gracias a ello, el estado de conservación es muy bueno, con numerosos edificios públicos que nos dan a entender el poder que tuvo Ostia Antica.
Ostia Antica no es la actual Ostia. Mientras esta última se dispone al pie del mar, Ostia Antica está dos kilómetros río arriba.
Para visitar Ostia Antica, desde la estación de tren se puede alcanzar fácilmente el yacimiento arqueológico. Los restos de la Porta Romana reciben al visitante, la vieja entrada a la ciudad que ya transmite el poderío que tendría la urbe por aquellos años. A su lado, las bases de la necrópolis y las primeras construcciones, muchas de ellas negocios y tiendas que se distribuían al albur de la calle de entrada a la ciudad.
Decumanus Maximus, la calle principal de Ostia
El camino desde Porta Romana desemboca en la Decumanus Maximus, la principal vía de Ostia en torno a la que se movía la actividad pública y comercial de la ciudad. Una calzada romana sobre la que daremos nuestros primeros pasos. Aparecen, a ambos lados, las ruinas de las termas de Neptuno o el espectacular anfiteatro en el que cabían más de 2.000 espectadores.
Recorrer el kilómetro de longitud de Decumanus Maximus es dar un paseo entre múltiples ruinas que nos transportan a la época romana. Los almacenes, la plaza de las Corporaciones, restos de tiendas o varias domus ayudan a la imaginación del visitante que recorre la vieja urbe.
El Decumanus Maximus desemboca en el conjunto que conforman el foro, el Capitolio, la basílica, las termas del foro, el mercado y otros edificios de la vida pública ostiense. Los restos del Capitolio impresionan, con una perfecta escalinata que continúa en el frente del edificio. El centro político, comercial y religioso de la ciudad está sobre estas múltiples ruinas que apenas dejan espacio a su alrededor. El trazado de las calles se conserva a la perfección, los muros de muchas construcciones siguen en pie, ya solo resta adivinar los tejados de los edificios para hacernos una idea de lo que sería la vida en este lugar.
Tras el foro, arranca lo que sería la Via della Foce, la zona vinculada al antiguo puerto fluvial, cuando el cauce del Tíber pasaba por aquí. Sobreviven los restos de varias termas, templos y domus. La Domus de Cupido y Psiqué (Amore e Psiche), el mito griego, donde columnas, escaleras, muros, mosaicos, incluso alguna estatua, perviven en este impresionante espacio, uno de los más espectaculares de Ostia Antica.
Es recomendable terminar la visita a Ostia Antica recorriendo el perímetro del parque arqueológico. Si bien lo normal es entrar a través de Porta Romana, también perviven los restos de otras puertas que explican la magnitud de la ciudad. Se trata de Porta Laurentina, Porta Marina, así como el propio Tíber, que delimita la urbe por el norte.
El Museo de Ostia
Visitar la antigua Ostia exige conocer su museo, donde se acumulan numerosos fondos encontrados en las excavaciones de la ciudad. Entre ellos, estatuas como la de Minerva, perteneciente a la Porta Romana, o la estatua de Perseo sosteniendo una medusa, de la zona de Porta Laurentina. También se conserva un grupo escultórico de la Domus de Cupido y Psiqué, o varios sarcófagos procedentes de la necrópolis, con diferentes representaciones mitológicas.
El Museo Ostiense se encuentra en pleno yacimiento, en la parte trasera de las ruinas del Capitolio, muy cerca del Tíber. Es posible completar la visita a Ostia visitando el castillo de Julio II, construido en 1483, un magnífico ejemplo de arquitectura militar del Renacimiento. El castillo está ubicado muy cerca de la entrada al parque arqueológico.
Visitar Ostia es una de las mejores excursiones que se pueden realizar desde Roma y es, sin duda, uno de los mejores lugares en los alrededores de la capital italiana. Recorrer el yacimiento de Ostia Antica es como visitar una pequeña Roma. El tamaño de la ciudad pone de manifiesto la importancia que esta urbe portuaria llegó a tener en la época romana. Si te apetece desconectar un día del ritmo de Roma, Ostia es tu lugar.