Puerta de entrada monumental a Roma desde el norte, la amplia plaza o piazza del Popolo contiene todo lo que representa la Ciudad Eterna: teatralidad, un marasmo de estilos superpuestos que condensa más de tres milenios de tradición artística, leyenda y, por supuesto, mucha historia.
A pesar de su riqueza, es frecuente que muchos de los elementos que jalonan esta elegante explanada nos pasen desapercibidos en una primera visita. Comenzando por la iglesia que da nombre a la ‘piazza’: Santa María del Popolo. Se trata de una pequeña joya del Renacimiento que alberga verdaderos tesoros artísticos y que, por su discreta ubicación, queda orillada en beneficio de las célebres fachadas de las iglesias “gemelas”, situadas en el lado sur de la plaza: las dos “Marías”, Santa María dei Miracoli y Santa María in Montesanto. De ellas parten las vías di Ripetta, del Corso y del Babuino, el tridente de calles que nos adentra en el corazón de Roma.
Pero no adelantemos acontecimientos y descubramos los múltiples secretos y curiosidades que esconde la plaza del Popolo, uno de los espacios públicos más queridos por los romanos.
La piazza o plaza del Popolo a través de la Historia
Como es lógico en una ciudad con 28 siglos de historia, el lugar que ocupa hoy la plaza del Popolo ha experimentado una enorme cantidad de cambios y vicisitudes. Repasemos los momentos claves.
Roma Antigua
La plaza está ubicada en el lugar donde se situaba la antigua Porta Flaminia, hoy conocida como Porta del Popolo. En esta puerta comenzaba la vía Flaminia, el camino construido en el 220 a.C. por la Roma Republicana para unir la urbe con la costa Adriática. La Porta Flaminia se cerraba en sus flancos por la muralla Aureliana, muro defensivo proyectado por el emperador Aureliano en el siglo III d.C. para defender la ciudad de invasiones bárbaras. En el lugar en el que está ubicada hoy la iglesia de Santa María del Popolo se encontraba el mausoleo de Nerón, quinto emperador romano.
Edad Media y Renacimiento
En torno al año 1099 se construyó la primera capilla sobre las tumbas de la familia Domiti, en el lugar en el que después se erigió la iglesia de Santa María del Popolo. El motivo de la construcción de este templo, según dice la leyenda, no fue otro que el de exorcizar la zona del fantasma del emperador Nerón, que se creía que maldecía el lugar.
Ya en época renacentista, a mediados del siglo XV, el papa Sixto IV della Rovere encargó reconstruir la iglesia de Santa María del Popolo. Desde aquel momento, se convierte en una de las preferidas por las familias ilustres romanas para ser enterradas en capillas diseñadas por los mejores artistas de la época.
La primera proyección de la ‘piazza’ como tal se realizó en 1538 con el fin de dotar a la urbe de una entrada monumental por su acceso norte. El papa Pío IV le encargó a Miguel Ángel diseñar la Porta del Popolo, si bien fue uno de sus discípulos el encargado de realizarlo en 1565.
Desde el Barroco hasta hoy día
En el siglo XVII el papa Alejandro VII encargó a Bernini, el gran artista del barroco romano, la decoración de la fachada interna de la Porta del Popolo. Las dos iglesias “gemelas”, Santa María dei Miracoli y Santa María in Montesanto fueron proyectadas por Carlo Rainaldi, si bien Bernini revisó los planos y finalmente fue Carlo Fontana quien completó el proyecto.
Cuesta imaginar que un espacio tan elegante y bello fuera durante la etapa neoclasicista, en los siglos XVIII y XIX, un lugar de ejecuciones públicas y de cruentas carreras de caballo sin jinete. La última gran remodelación de la ‘piazza’ tuvo lugar en esta etapa.
El pasado supersticioso y sangriento ha quedado borrado hoy día y se ha convertido en un importante centro de reunión para acontecimientos públicos como conciertos de música o mítines políticos. Además, la del Popolo es la ‘piazza’ favorita de los romanos para dar la bienvenida al Año Nuevo, donde puede llegar a acoger 30.000 personas.
Qué ver en la piazza del Popolo: Santa María del Popolo, el obelisco flaminio y más
Al igual que en toda Roma, la ‘piazza’ del Popolo alberga un sinfín de elementos de alto valor artístico. Nos detenemos en los imprescindibles.
Iglesia de Santa María del Popolo
La iglesia que da nombre a la piazza es, pese a pasar bastante desapercibida, una joya del Renacimiento que alberga auténticos tesoros artísticos en su interior. En la primigenia iglesia medieval, los peregrinos venían a venerar el “santo ombligo de Cristo” (el supuesto cordón umbilical del Redentor). Andrea Bregno y Pinturicchio trabajaron en la proyección del edificio del siglo XV y Bramante y Bernini realizaron adiciones posteriores.
Entre sus joyas, se encuentran los frescos pintados por Pinturicchio para decorar la capilla della Rovere. En la capilla Cesari se encuentran dos de los escasísimos cuadros que nos han llegado del ‘tenebrista’ Caravaggio: ‘La crucifixión de San Pedro’ y ‘La conversión de San Pablo’, dos auténticas obras maestras de la pintura barroca. Diseñada por Rafael, la capilla Chigi cuenta con importantes esculturas de Bernini.
Porta del Popolo
La porta del Popolo, que en su día era el acceso a la ciudad por la vía Flaminia, se levantó en el siglo XVI por el arquitecto Nanni di Baccio Bigio, discípulo de Miguel Ángel, bajo el encargo del papa Pío IV de Medici. Con forma de arco del triunfo romano, el frente tiene las estatuas de San Pedro y San Pablo a los lados, y un gran escudo de armas de los Médicis en la parte superior.
La parte interior de la puerta fue decorada un siglo más tarde por Bernini, para celebrar la visita a Roma de Cristina de Suecia. Durante las obras se formaban grandes colas de personas que querían entrar a la ciudad por esta puerta, ya que se revisaba el equipaje, lo que daba pie a un lucrativo mercado del soborno para agilizar el trámite.
Obelisco flaminio
En el centro de la plaza se alza el obelisco de Ramsés II, que data del siglo XIV a.C. Tallado en granito rojo de Asuán, su emplazamiento original se situaba en el templo del Sol de la antigua ciudad egipcia de Heliópolis. Los obeliscos en la antigua civilización egipcia simbolizaban el rayo de Ra (el sol divino). Fue trasladado a Roma en el año 10 a.C. por mandato del emperador Augusto para adornar el Circo Máximo. Redescubierto en 1587, el papa Sixto V ordenó trasladarlo a su actual ubicación. Se trata de uno de los obeliscos más altos de la urbe, con 23,3 metros de largo, si bien desde la base a la cruz, la altura se prolonga hasta los 36,5 metros.
Las iglesias “gemelas”, que no lo son tanto
Santa María dei Miracoli y Santa María in Montesanto son, tal vez, los elementos arquitectónicos más peculiares de la plaza del Popolo, y que otorga a este entorno ese aire teatral tan propio de la Roma barroca. Proyectadas por el arquitecto Carlo Rainaldi y culminadas a finales del siglo XVIII por Carlo Fontana, están ubicadas en la parte sur de la plaza.
En principio, parecen dos iglesias simétricas. Sin embargo, el espacio de la parcela de la izquierda era más estrecho que el de la derecha. Rainaldi resolvió el problema dotando a Santa María de Montesanto (situada a la izquierda) de una cúpula oval que se ajustaba hábilmente al estrecho terreno, mientras que la iglesia Santa María dei Mirácoli cuenta con una cúpula circular. El resultado es un efecto óptico que las convierten en “gemelas”.
El bello mirador de Roma desde los jardines del Pincio
Si se dispone de tiempo, merece la pena subir a los jardines del Monte Pincio, al este de la plaza del Popolo. Desde la plaza principal de estos jardines, el piazzale Napoleone, se disfruta de una espectacular panorámica de Roma.
El curioso origen del nombre de la piazza del Popolo
El nombre de la piazza procede de la primigenia iglesia que se levantó en 1099. Una de las versiones del nombre Popolo (“pueblo”, en italiano), que denominaba a la capilla dedicada a la virgen, indica que se debe a que fue el pueblo de Roma el que sufragó los gastos de la misma.
Sin embargo, otra versión asegura que en el lugar en el que se encontraba el anterior mausoleo de Nerón crecía un chopo y que el árbol estaba maldito, pues cobijaba fantasmas que aterrorizaban a los vecinos. Fue el papa Pascual II quien ordenó talar el chopo, arrojar al Tíber los restos del emperador y erigir la iglesia. Álamo en italiano es “pioppo”, la deformación del lenguaje a lo largo de los siglos habría derivado en el actual nombre de “popolo”.