El Vaticano acoge a los fieles que peregrinan a la basílica de San Pedro, el santuario más relevante del Catolicismo, como se merecen, con el enorme abrazo que representan las amplias columnatas semicirculares que conforman la plaza de San Pedro.

En este enorme espacio elíptico, los católicos llegados de todo el mundo se reúnen para rezar el Ángelus y recibir la bendición directamente del Papa los domingos, asistir a grandes actos religiosos y dar el adiós definitivo al representante de Dios en la Tierra. También es el lugar donde se acompaña a la Curia Romana en las decisiones para elegir al nuevo Santo Pontífice y conocer de primera mano si “Habemus Papam” o no a través de las “fumatas blancas” o “fumatas negras” y, por supuesto, para recibir al nuevo Pontífice en medio de la expectación y el cariño.

Proyectada en el siglo XVII por el gran artista Gian Lorenzo Bernini, la plaza de San Pedro no sólo es historia viva del Catolicismo, sino mucho más. Se trata de uno de los mejores ejemplos del arte de la Contrarreforma en materia de espacios públicos, un lugar capaz de dejar sin palabras a los peregrinos por las desbordantes proporciones y la bella simetría de su espacio; un lugar, en definitiva, a la altura de la fe.

Historia de la plaza de San Pedro

El conjunto de la plaza y la basílica de San Pedro se erige donde se encontraba el antiguo Circo del emperador Nerón. En aquel lugar fue martirizado, bajo crucifixión, San Pedro, primer Pontífice de la Iglesia Católica, en el año 67 de nuestra era. Nerón inició la persecución de los cristianos de Roma acusándolos de haber provocado el devastador incendio que asoló la ciudad en el año 64.

 

 

En la necrópolis en la que fue enterrado San Pedro, el emperador Constantino mandó construir en el año 324 la primera basílica dedicada al santo. Entre los siglos XVI y XVII se construyó la que es hoy la iglesia de San Pedro, siendo consagrada completamente en el año 1626. Sin embargo, faltaba un lugar que acogiera a los peregrinos procedentes de todo el mundo. Por ello, el papa Alejandro VII encargó a Bernini el diseño de esta ‘piazza’, que se construyó entre los años 1656 y 1667.

Plaza de San Pedro
Plaza de San Pedro

El arquitecto y escultor de origen napolitano Gian Lorenzo Bernini (1598-1680) fue el gran artista del Barroco romano. Buena parte de los grandes monumentos de la época, como la fuente de los Cuatro Ríos en la plaza Navona, el baldaquino de la catedral de San Pedro, la iglesia de San Andrés del Quirinal o el Éxtasis de Santa Teresa, en la iglesia de Santa María de la Victoria de Roma, llevan su inconfundible sello. El escorzo, el movimiento y la expresión de las pasiones, en sus esculturas, y la sorpresa, la monumentalidad, la teatralidad y la sublimación de la curva, en sus proyectos arquitectónicos y urbanísticos definen a un artista que, no sin razón, se le identifica como el Miguel Ángel del siglo XVII.

La arquitectura de la plaza de San Pedro

Las desproporcionadas dimensiones de la plaza de San Pedro (320 metros de largo por 240 de ancho) reúne todo un compendio barroco. Si la platea de Sancti Petri, el lugar previo a la actual ‘piazza’ que estuvo hasta finales del siglo XVI, era cuadrada, Bernini optó por la curva de la elipsis de los dos brazos columnados, sin necesidad de cerrar completamente la plaza.

Al contrario, se trata de “brazos abiertos” que esperan a todos los católicos para fundir la Iglesia con sus fieles en un abrazo de fraternidad. Los brazos se van estrechando con el fin de canalizar al peregrino hacia la basílica. Para ello, se erigieron dos pórticos con no menos de 284 columnas que se distribuyen en cuatro filas. Estas columnas sostienen la techumbre coronada con 140 estatuas.

El efecto que se busca con las esculturas, ricas en detalles como los pliegues de las túnicas, que terminan por generar sensación de movimiento, es precisamente contrarrestar el hieratismo del estilo dórico que impera en el “campo” de columnas situado en el nivel inferior.

El obelisco vaticano

Al igual que el obelisco flaminio, que corona la piazza del Popolo, el obelisco vaticano es una pieza de granito rojo de Asuán procedente de la antigua ciudad egipcia de Heliópolis. Es muy posible que se construyera en torno al siglo XV a.C. En el año 37 d.C. el emperador Calígula se llevó esta imponente aguja de 25 metros y 300 toneladas para adornar una de las ‘spinas’ (muro central) de su circo privado, que posteriormente se conocería como el circo de Nerón.

Se trata del único obelisco conservado intacto y que ha estado prácticamente en el mismo lugar desde su traslado hace más de 2.000 años. Se le denomina “testigo mudo” porque la tradición considera que junto a este monumento fue donde San Pedro fue martirizado. En el año 1585 es trasladado a la ubicación que tiene actualmente y en 1818 su base se decoró con esculturas de leones.

Las fuentes de la plaza de San Pedro

A ambos lados de la plaza, creando una línea recta con el obelisco, se alzan las dos fuentes gemelas de la plaza de San Pedro. La que se encuentra situada en el lado norte se conoce como la fuente Antigua o de Maderno (por el nombre de su escultor). Se creó en 1501, si bien se trasladó a su ubicación actual en 1667 para que hubiera un eje simétrico y racional, tan del gusto de Bernini. Diez años después, este artista levantó en el lado opuesto su fuente gemela, conocida como la fuente berniniana.

Plaza de San Pedro
El obelisco vaticano y fuente de plaza de San Pedro

Curiosidades de la plaza de San Pedro

Además de los elementos visuales más obvios, en la plaza de San Pedro también permanecen otros detalles que pasan desapercibidos pero que guardan gran interés.

Las columnas que aparecen y desaparecen

Dos discos situados en el suelo de la ‘piazza’, cada uno en un foco de la elipse, entre el obelisco y cada fuente, marca el punto desde el cual nos aparece a la vista una única fila de columnas, desapareciendo las tres restantes por el efecto óptico de la perspectiva.

Los restos del gran Julio César

Antes de su traslado a la ubicación actual, el obelisco vaticano estaba coronado por un águila imperial y una esfera. La tradición medieval creía que ahí se encontraban los restos de Julio César. Lo cierto es que cuando el papa Sixto V lo reemplazó por una cruz, no encontró nada. En 1740 se abrió una cavidad en el remate de la cruz y se introdujeron reliquias de la cruz de Cristo.

El obelisco y los solsticios

En 1817 se colocó una rosa de los vientos y una meridiana sobre el pavimento de la plaza de San Pedro. La sombra que proyecta el obelisco señala los signos del zodiaco al mediodía, así como los solsticios de invierno y verano cuando proyecta la sombra sobre dos discos situados a los lados.

El fin del efecto sorpresa

A pesar de sus desproporcionadas dimensiones, la plaza fue pensada para ser descubierta como “por casualidad”, pues se desembocaba en ella a través del entramado de callejas y callejuelas que existían en los alrededores. Sin embargo, la apertura de la calle Conciliazione, en la época de la dictadura de Mussolini, que abre un amplio eje hasta la plaza, puso fin a este efecto sorpresa.

Qué otras cosas más puedes ver en el Vaticano

Como bien sabes, el Vaticano es mucho más que la plaza de San Pedro. Es un territorio en el que se concentra la historia de la Cristiandad, además de la historia del arte y de la arquitectura. Así que abre los ojos y apunta algunos de los lugares imprescindibles que tienes que visitar dentro de la Ciudad del Vaticano. No olvides que este territorio, que apenas llega al kilómetro cuadrado de superficie, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por su relevancia arquitectónica e histórica

  • La Basílica de San Pedro

Es una de las cuatro basílicas mayores que podrás visitar en Roma, junto a Santa Maria Maggiore, San Juan de Letrán y San Pablo Extramuros, lo cual significa que sólo el Papa puede oficiar misa en su altar mayor. La Basílica de San Pedro fue creada por el emperador Constantino en el siglo IV y en los años sucesivos fue ampliándose. Sobre las ruinas de aquella iglesia se edificó la actual basílica de San Pedro, que tiene capacidad para 20.000 personas. No dejes de ver “La Pietà”, la célebre escultura que Miguel Ángel realizó con sólo 24 años, ni el Baldaquino de San Pedro y el Altar de Bernini.

  • La Cúpula de la Basílica de San Pedro

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    La Cúpula de la Basílica de San Pedro

Si tienes oportunidad, no te pierdas las espectaculares vistas que tendrás ante tus ojos desde la Cúpula de la Basílica de San Pedro, que fue diseñada por Miguel Ángel. Puedes subir todos los escalones a pie o ahorrarte los primeros con el ascensor. Se recomienda estar en forma y no tener miedo a los espacios estrechos para subir los últimos tramos. Con una altura de 136 metros, es una de las cúpulas más altas del mundo.

  • Museo del Tesoro de la Basílica de San Pedro

Es un museo donde se pueden ver objetos litúrgicos de gran valor. Su interés histórico es muy grande, pero también puedes disfrutar de ver mucho oro y piedras preciosas juntos. Hay joyas, relicarios, cálices, rosarios, cruces, vestimenta y objetos utilizados para la ceremonia de la misa que pertenecieron a varios papas. También hay una réplica de “La Pietà” de Miguel Ángel. Se accede al mismo desde el interior de la Basílica de San Pedro.

  • Grutas Vaticanas o Tumbas de los Papas

Se encuentran bajo el subsuelo de la Basílica de San Pedro y en ellas están enterrados varios reyes y pontífices a partir del siglo X, como Pío XI, Pío XII, Juan XXIII o Juan Pablo I. Se accede a las mismas desde el interior de la basílica y, para entrar, hay unas escaleras dobles muy cerca del altar mayor y una entrada lateral junto a la estatua de San Andrés. La entrada es gratuita.

  • La Necrópolis Vaticana y la Tumba de San Pedro

Es uno de los espacios más difíciles de visitar porque su aforo es muy reducido y hay que hacer la reserva con mucha antelación. Los arqueólogos han encontrados dos niveles de profundidad bajo la basílica de San Pedro. En uno se encuentran las Grutas Vaticanas y en el inferior, hasta 11 metros más abajo, la Necrópolis Vaticana y la Tumba de San Pedro. En la Necrópolis hay 22 mausoleos y hay sepulturas de plebeyos ricos. Debajo del actual altar papal, se encuentra la tumba del apóstol San Pedro, en una pequeña plazuela marcada con una “P”. La visita guiada dura aproximadamente 90 minutos.

  • Los Museos Vaticanos y la Capilla Sixtina

Los Museos Vaticanos agrupan el Museo Pío-Clementino, la Capilla Sixtina, las Estancias de Rafael, la Pinacoteca… Es imposible abarcar todos los tesoros almacenados en estos museos si sólo se dispone de unas horas. Pero es una visita imprescindible, porque estamos ante uno de los museos más importantes del mundo. Aquí podrás ver cuadros de Caravaggio, Rafael y Leonardo da Vinci, esculturas griegas y romanas… y la gran joya de los museos, la Capilla Sixtina, a la que Miguel Ángel dedicó 10 años de su vida. Es aquí donde se encierran los cardenales para elegir al nuevo Papa.

  • Los Jardines del Vaticano

Los jardines del Vaticano se remontan a la época medieval y ocupan un tercio de toda la superficie del Vaticano y, además, sólo pueden visitarse con un guía.  Son un verdadero oasis verde que durante muchos siglos estuvieron únicamente al alcance y disfrute de los Papas, para su reposo y meditación. Durante la visita guiada, pasarás junto a varias fortificaciones medievales, edificios y monumentos desde el siglo IX, fuentes, esculturas, grutas artificiales, parterres, jardines de diseño y un área boscosa de tres hectáreas. Podrás visitar el Giardino Quadrato, la Casina Pio IV, la Fontana dell’Aquilone, la Grotta di Lourdes, el edificio de Radio Vaticana, etc. La visita guiada dura unas dos horas. También hay una visita en autobús descubierto, con una audioguía multilingüe, que dura 45 minutos aproximadamente.

  • La Necrópolis Via Triumphalis

Se trata de un área arqueológica en la que, en 2003, se descubrió una necrópolis romana por casualidad, al acometer unas obras. En este antiguo cementerio romano, situado en el entorno del Vaticano, hay más de 200 tumbas, además de esculturas, mosaicos, ungüentos, etc. Es un hallazgo único, debido al excelente estado de conservación de los restos, lo cual permitirá estudiar las prácticas funerarias paganas. En muchos casos, se han hallado las estelas funerarias con inscripciones., que aclaran la identidad de los difuntos y sus historias, muchos de ellos personajes de la sociedad media y baja de la Roma imperial. La visita guiada dura aproximadamente una hora y media.