Roma es una ciudad que alberga un extenso devenir histórico y es capaz de hacer soñar a cuantos la visitan. Es imposible no imaginarse a uno mismo recorriendo sus antiguas galerías, estadios y templos. O deambulando por sus calles empedradas vistiendo una toga o presenciando combates a muerte entre gladiadores. Aunque la esencia de la ciudad es su arquitectura, ésta no se entendería sin conocer su larga y trepidante historia.
La plaza de la República, testigo del devenir de Roma
Para comprender por qué es tan importante la plaza de la República para los romanos, tendríamos que remontarnos a la crisis del siglo III, un periodo de 50 años de fuerte crisis económica, política y social que acabó con la llegada al poder del emperador Diocleciano. Éste, que quería impulsar de nuevo el Imperio, comenzó a construir edificios por toda la ciudad romana. Entre ellos, las termas de Diocleciano, consideradas las más grandes de la antigua Roma. Fueron construidas en ladrillo, revestidas de mármol en el interior y con diseños en mosaico. Tenían vestuarios, teatros, jardines y piscinas de agua caliente, templada y fría.
Con la finalización de las obras en el año 305, el emperador Diocleciano decidió abdicar al ser acusado de la muerte de miles de cristianos condenados a trabajar en la construcción de las termas. Tras más de cien años de uso, las termas se abandonaron durante más de un milenio a causa de un corte en el suministro de agua provocado por los bárbaros. Fue entonces cuando el Papa Pío IV mandó levantar en el mismo lugar la basílica de Santa María de los Ángeles y los Mártires en memoria de los cristianos que allí habían muerto.
Integrada en las termas, Diocleciano también había ordenado construir una exedra (edificio descubierto semicircular con asientos) a modo de “sala de reunión”. Pero, con el paso de los años, y debido a la unificación de Italia en 1871, se realizaron obras de reestructuración y mejora de la ciudad. Entre ellas, se levantó una plaza conmemorativa de la nueva república sobre la antigua exedra. Es por esta razón que a la plaza de la República se la conoce también como plaza de la Exedra.
Qué ver en la plaza de la República
Esta emblemática plaza de la ciudad de Roma está ubicada en una enorme rotonda empedrada con una fuente en el centro y rodeada de edificios de gran interés. De ella sale la via Nazionale, una larga y amplia avenida repleta de tiendas, cafeterías y restaurantes que conecta la zona de la estación con el centro histórico. Además, alberga la estación de metro Reppublica y, muy cerca, la estación Termini, por lo que es un importante centro de comunicaciones de la ciudad.
Aunque se encuentra en una rotonda, su forma es semicircular y los pórticos alrededor de la plaza fueron construidos en memoria de la antigua exedra. Al contrario que la basílica, que fue construida aprovechando las mismas termas.
Monumentos de la plaza de la República: fuente de las Náyades
En el centro de la plaza se encuentra la fuente de las Náyades, antiguamente parte del acueducto de Aqua Marcia. Su construcción se inició por orden del Papa Pío IX entre 1870 y 1888 para la visita del emperador alemán Guillermo II. Originalmente había 4 leones que se sustituyeron en 1901 por 4 ninfas: la ninfa de los lagos (que sostiene un cisne), la ninfa de los ríos (acostada sobre un monstruo de río), la ninfa de los océanos (montada sobre un caballo que simboliza el mar) y la ninfa de las aguas subterráneas (inclinada sobre una especie de dragón).
Las figuras desnudas de las ninfas escandalizaron a la población de la época (y al propio Papa), por lo que intentaron quitar la fuente de su emplazamiento, aunque al final sus esfuerzos fueron en vano y la fuente permaneció en su sitio. Incluso se quiso ir un paso más allá añadiendo otra escultura en el centro de la fuente. La primera opción fue una representación de tres humanos, un delfín y un pulpo luchando. La gente se quejó de que no se entendía y era enrevesada, por lo que finalmente se retiró a los jardines de la plaza Vittorio Emanuele II y se cambió por la actual: una escultura de Glauco (divinidad y monstruo del mar en la mitología griega) abrazando a un pez que simboliza el triunfo de la Humanidad sobre la Naturaleza.
Alrededores de la plaza
La plaza se encuentra rodeada por varios edificios emblemáticos que vale la pena visitar. Uno de ellos es la basílica de Santa María de los Ángeles, un edificio aparentemente en ruinas por fuera, pero con un interior intacto y espectacular. Destacan los grandes frescos en las paredes y las columnas de mármol de diferentes colores. Además, se trata de la única iglesia renacentista de la ciudad, y su entrada es gratuita.
En el mismo complejo se encuentran las termas de Diocleciano, con capacidad para más de 3.000 personas. Además de los restos arquitectónicos, las termas acogen una de las sedes del Museo Nacional Romano.
Frente a las termas, y cruzando la calle, se encuentra el palacio Massimo alle Terme, un edificio renacentista, construido entre 1883 y 1887, que funcionó como colegio jesuita hasta 1960. Hoy en día es otra de las cuatro sedes que forman el Museo Nacional Romano y cuenta con algunas de las mejores colecciones arqueológicas del mundo.
Muy cerca de la plaza de la República se ubica la iglesia de Santa Maria della Vittoria, erigida para conmemorar la victoria de Fernando II en la batalla del Monte Blanco. Aunque, realmente, ganó fama por aparecer en la novela (y adaptación cinematográfica) Ángeles y Demonios, de Dan Brown. Lo más representativo de esta iglesia es ‘El éxtasis de Santa Teresa’, de Bernini, una de las obras más destacadas de la escultura barroca.