La basílica de San Pablo Extramuros es una construcción grandiosa que se construyó tras la muerte del apóstol San Pablo. Está considerada la segunda más grande de Roma (después de la de San Pedro) y es una de las cinco más antiguas de la ciudad. Por lo tanto, haz hueco en tu agenda porque merece la pena que la visites.
Donde se ubica hoy día la basílica, antiguamente había un enorme cementerio que acogía todo tipo de tumbas, capillas y sepulturas de los siglos I y III. Tras la muerte de San Pablo, decapitado a manos del emperador Nerón, se eligió esta necrópolis para su enterramiento. Los seguidores del mártir levantaron un pequeño santuario y, más tarde, el emperador Constantino mandó levantar una basílica (al igual que se construyó la basílica vaticana sobre la tumba de San Pedro). Dada su ubicación a dos kilómetros de la muralla que rodeaba la ciudad, se la conoce como la basílica de San Pablo Extramuros.
La basílica de San Pablo Extramuros, una historia compleja
Años más tarde, los tres siguientes emperadores que sustituyeron a Constantino consideraron que era minúscula en comparación con la de San Pedro, por lo que la destruyeron y construyeron en su lugar una gran basílica de cinco naves. Posteriormente, se añadió un gran arco triunfal sobre columnas majestuosas, naves, pórticos y hermosos mosaicos. Los medallones con retratos de los papas, ubicados en las naves y el crucero de la basílica, son realmente llamativos. Hay muchos medallones aún vacíos, y es que cuenta la leyenda que cuando se completen todos y no quede sitio para el próximo papa, se acabará la ‘Iglesia’ tal y como la conocemos.
En 1823, y a causa de una reparación en el tejado, la basílica sufrió un incendio que destruyó la mayor parte del edificio. Apenas se mantuvieron en pie un par de estructuras, a excepción del claustro que aún se conserva. El mundo entero se volcó en la restauración de la iglesia, cuyas obras duraron un siglo, hasta ser declarado monumento nacional y conseguir en 1990 el título de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
En 2002, los arqueólogos del Vaticano comenzaron las excavaciones en el templo y en 2006, cuatro años más tarde, encontraron un sarcófago datado en el año 390 que podía contener los restos de San Pablo. Éste yacía olvidado entre los estratos de los templos que fueron construidos uno sobre el otro. Después de varios años sin mover ni abrir el hallazgo, en 2009, decidieron examinar su interior. Las pruebas del carbono 14 apuntaron a restos de alguien que vivió entre los siglos I y II, por lo que se ha confirmado que, efectivamente, podrían ser los restos del apóstol.
Qué ver en la basílica dedicada a San Pablo en Roma
El interior de la basílica impresiona por la amplitud de sus naves y los vestigios visibles del templo antiguo que sobrevivieron al incendio. Algunos de ellos son el ciborio que corona el altar, el candelabro pascual con escenas de la Pasión, el mosaico del ábside del que lograron salvarse algunos fragmentos, así como el mosaico del arco del Triunfo, bastante restaurado tras el incendio. También se conserva la puerta bizantina, una auténtica reliquia que antiguamente hacía de puerta central de la basílica, y el claustro que, aunque durante el incendio perdió gran parte de sus columnas, se mantuvo en pie y es uno de sus principales atractivos.
Además, la capilla de la Adoración conserva un valioso crucifijo de Pietro Cavallini, el famoso pintor y diseñador de mosaicos de la Edad Media, y una venerada talla de madera de San Pablo.
Las enormes columnas y preciosos mosaicos dorados se extienden por todo el templo. El interior está dividido en cinco naves con columnas corintias de mármol. El suelo del crucero, reconstruido tras el incendio, es de un hermoso mármol rescatado de las lápidas de la antigua iglesia. Por otra parte, es imprescindible admirar la serie de retratos en mosaico de los papas, comenzada en el siglo V, y de la que solo se salvaron 42 del antiguo templo. El atrio, con 150 columnas y vistas al jardín, realmente vale la pena admirarlo al atardecer, cuando el sol ilumina la estatua de mármol de San Pablo que se encuentra en el centro del jardín.
Bajo el altar, una doble escalera conduce hasta el sepulcro del apóstol San Pablo, que se encuentra encajado, tal y como lo encontraron, entre diversas capas de ladrillo, piedra y mármol. Simplemente se puede ver un lateral del sarcófago a través de la celosía que lo protege. Justo a los pies de la tumba, un suelo de cristal muestra el ábside de la primera iglesia. Además, aquí también se conserva un supuesto trozo de las cadenas que lo ataron en su martirio.
Curiosidades: quién fue Pablo de Tarso
Se le conoce como San Pablo, el apóstol de los gentiles, y nació en Tarso (la actual Turquía) en el siglo I. Era judío y fariseo (éstos representaban un movimiento político en contra del sumo sacerdote y consideraban sus pensamientos superiores al resto). Durante su juventud, persiguió a los cristianos y presenció el martirio de San Esteban. Años más tarde, de camino a Damasco, tuvo una experiencia mística en la que se le apareció Jesús resucitado y se convirtió al Cristianismo. Desde ese momento fue uno de los apóstoles más activos hasta su muerte en Roma, cuando el emperador Nerón lo ordenó decapitar.