Hay lugares que no necesitan tener una gran extensión para concentrar un alto grado de atractivo cultural. En los primeros puestos de esa categoría hay que situar El Vaticano, un estado soberano que no supera los 800 habitantes y que ocupa un territorio de solo 44 hectáreas. Su historia comienza hace más de un milenio, cuando en el año 756, con el Papa Esteban II, se forman los Estados Pontificios. Hay que esperar, sin embargo, a 1929 para que, tras la firma de los Pactos de Letrán, se reconozca como un estado independiente. Aquí se encuentra la Santa Sede, es decir, el gobierno central de la Iglesia católica. El jefe de Estado en este caso es el papa, por lo que se considera la última monarquía absoluta de Europa.  

Si nos fijamos en su patrimonio histórico-artístico y arquitectónico hay que señalar que es de un valor tan alto que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984. La concentración de monumentos y obras de arte es abrumadora. 

Visita al Vaticano. Todo lo que tienes qué ver 

En esta pequeña guía haremos un resumen sobre las construcciones, museos, monumentos y actividades que resultan esenciales cuando uno se adentra para conocer El Vaticano.  

 

 

  1. Plaza de San Pedro.

La elipse perfecta que creó Bernini para dar cabida a la basílica de San Pedro es una de las primeras paradas obligatorias en El Vaticano. Proyectada en 1629, es como un enorme abrazo que te invita a entrar. La plaza está formada por más de 280 columnas dóricas y en el centro se erige un gran obelisco sin ningún tipo de inscripción. Este obelisco llegó de Egipto pero antes de ocupar esta posición estuvo situado en un circo de Roma. Fue el papa Sixto V quien tomó la decisión de colocarlo frente a la basílica en 1586, para conmemorar el martirio de San Pedro en el circo de Nerón. En la parte superior de la columnata, cientos de figuras de santos reciben a los visitantes.

Plaza de San Pedro

Cada domingo, a las 12 de la mañana, se reza el Ángelus en la plaza y si, además, coincide con que el papa se encuentra en la Santa Sede, hace esta oración desde el balcón.  

  1. Basílica de San Pedro.

La colosal cúpula de la basílica de San Pedro domina todo el espacio y da la bienvenida Basílica de San Pedroa uno de los lugares de mayor protagonismo del Vaticano. Un símbolo espiritual único para millones de personas y un edificio donde se entremezclan los lenguajes artísticos de los maestros que lograron ponerlo en pie. El papa Julio II, mecenas indiscutible del Renacimiento, será el que ponga en marcha el complejo proyecto que supuso esta construcción. Las dimensiones y la cúpula ideadas por Bramante, la mano única de Miguel Ángel, que hace realidad esa cúpula, o la sublime fachada clásica con la que Carlo Maderno pone el broche de oro a más de un siglo de edificación, es solo lo que ocurre en el exterior. El interior de la basílica de San Pedro es un verdadero museo, donde se dan cita algunas de las obras más maravillosas del Vaticano: la sublime escultura en mármol de la Piedad de Miguel Ángel o el majestuoso baldaquino de San Pedro, firmado por Bernini, son solo algunos de los motivos por los que no querrás marcharte. Si te animas a subir hasta la cúpula, el merecido premio serán las mejores vistas de la plaza.  

  1. Los Museos Vaticanos.

El conocido como ‘Museo de los Museos’ está formado por diferentes edificios, además de por las estancias de los Palacios Apostólicos y la Biblioteca Vaticana. Su labor es custodiar el innumerable patrimonio artístico de la Iglesia. Los Museos Vaticanos se sitúan muy próximos a la basílica de San Pedro y es muy importante gestionar bien tu tiempo, ya que el conjunto de obras que encierra es realmente descomunal. En el Museo Pío Clementino, uno de los más destacados, se encuentran muchas de las piezas que pertenecieron a la colección de Julio II, como el impresionante grupo escultórico de Laooconte y sus hijos.

Estatua del Río Tigris
Estatua del Río Tigris en los Museos Vaticanos

El Museo Chiaramonti es otro de los más destacados en cuanto a la estatuaria clásica. Las maravillosas Estancias de Rafael, cuyo fresco más admirado es la insigne Escuela de Atenas, son una de las joyas del Vaticano. Por no hablar de la guinda que supone la Capilla Sixtina, donde Miguel Ángel al pintar su techo abovedado cambió el destino del arte para siempre.  

  1. Los Jardines Vaticanos.

Jardines vaticanos
Un remanso de paz en plena Roma

Si la Ciudad del Vaticano ocupa un total de 44 hectáreas, sus jardines ocupan más de la mitad de esa extensión. Estos parques urbanos que datan de la época medieval, sufrieron una significativa remodelación en el Renacimiento, cuando Julio II encargó su diseño a Bramante. Aquí la naturaleza se mezcla con la arquitectura y la escultura. Es un lugar muy especial donde no se permite pasear por libre, sino que solo se puede acceder con visita guiada y reserva previa. Además de unas vistas únicas de la basílica de San Pedro, tendrás la oportunidad de caminar por estos espacios verdes llenos de calma, por donde los papas han meditado a lo largo de los siglos.  

  1. Necrópolis del Vaticano.

Situada bajo la Ciudad del Vaticano, esta necrópolis no se debe confundir con las grutas vaticanas ubicadas bajo la nave central de la basílica de San Pedro, y que albergan las tumbas de los papas. La necrópolis Vaticana se localiza a una profundidad entre cinco y doce metros por debajo de la basílica. Al realizar en 1940 unas excavaciones arqueológicas, fue cuando se descubrió este sitio perteneciente a la época imperial. Uno de los hallazgos más emocionantes es la conocida como tumba de los Julios, un mausoleo con un techo abovedado ricamente decorado con un mosaico que nos muestra a Helios en su carro. Esta tumba tiene en sus paredes más mosaicos de temática religiosa, lo que alimenta las sospechas de que sea un enterramiento cristiano. Su visita se debe gestionar con antelación mediante reserva.  

  1. La Guardia Suiza.

Este exclusivo cuerpo militar está encargado tanto de la seguridad del papa como de la Santa Sede. Se trata del ejército más pequeño que existe, con unos 100 soldados. Su origen hay que buscarlo en el siglo XVI, cuando el papa Julio II pide a los nobles suizos un grupo especial para su protección personal. Hechos como el saqueo de Roma han demostrado el valor de la Guardia Suiza. Llama la atención su peculiar uniforme, diseñado por el comandante Jules Répond a principios del siglo XX. Se inspiró en los frescos de Rafael y los colores reflejan dos casas distintas: el azul y el amarillo en representación del escudo de Della Rovere, la casa de Julio II; y el rojo por el escudo de los Médici, la casa a la que pertenecía León X. A pesar de encontrarse en el control de accesos a los diferentes lugares del Vaticano y vigilar en todo momento, no se prestan a interactuar con los turistas y tendrás que mostrarte respetuoso. Puedes sacar fotos siempre que sea a una distancia prudencial, pero no olvides que están trabajando y su posición es realmente seria.