Villa Borghese
Villa Borghese se conoce como “los Jardines de Roma” o “el corazón verde de la ciudad”. Se trata de uno de los parques más importantes de toda la urbe, una vasta extensión que contiene bosques, lagos, fuentes, la excepcional Galería Borghese y otros edificios de interés.
Villa Borghese y sus alrededores no constituyen un barrio en sí mismo, pero la zona norte del centro de Roma guarda sin duda algunos de los lugares más hermosos que visitar. Constituye, además, una forma ideal de huir un poco de las grandes aglomeraciones y tener un momento de paz, olvidando por unos instantes tu papel de turista.
Si estás en Plaza de España y ya has gozado de su alegre ambiente en alguno de los 135 peldaños de su escalinata, quizás quieras dirigir tus pasos hacia la cercana Plaza del Popolo, una de las más célebre de la Ciudad Eterna. No olvides pararte en la bella Basílica de Santa María del Popolo, cuyo aspecto barroco es obra de Bernini y en su interior alberga obras maestras de Rafael, Caravaggio o Pinturicchio.
Esta plaza está situada a los pies del Pincio y es uno de los mejores accesos a Villa Borghese. En el monte Pincio, situado al norte de la colina del Quirinal, algunas familias poderosas de la Antigua Roma levantaron jardines y palacios. Si subes por la escalinata del Pincio te adentrarás en Villa Borghese, llegando a la Piazza Napoleone, donde obtendrás una vista del Popolo que te dejará sin respiración, con el horizonte de Roma frente a ti. En este primer punto no te pierdas tampoco el Reloj de Agua de Pincio, en pleno funcionamiento, y que sigue mostrando la ingeniería del siglo XIX.
Una vez en el interior de Villa Borghese, que tiene otras ocho puertas de entrada, te hallarás en uno de los parques preferidos de los romanos. Un espacio que nace gracias a la labor del cardenal Scipione Borghese para convertir todo el terreno en un gran jardín.
El cardenal era un apasionado del arte y fue el primer mecenas de Bernini. El edificio principal del palacio que construyó para guardar su exquisita colección de esculturas es donde hoy se sitúa la Galería Borghese. Se trata de una pequeña maravilla de museo que se puede ver tranquilamente en un par de horas, donde podrás conocer algunas de las obras maestras de Bernini, como El rapto de Proserpina o Apolo y Dafne, además de piezas de Tiziano, Rafael o Caravaggio.
En Villa Borghese merece la pena perderse por sus diferentes edificios y templos, es como si albergara en su interior una diminuta urbe. En el estanque artificial se pueden alquilar barcas para ver más de cerca el templo de Esculapio, de orden jónico.
Si vas con niños podéis acudir al Bioparco, un jardín zoológico que acoge más de 200 especies de animales. Está ubicado en la parte norte de la villa y lleva en funcionamientos desde principios del siglo XX. Otro de los edificios más curiosos que podrás ver es una réplica exacta del Globe Theatre de Londres.
Para los apasionados del arte, la Galería Borghese no es el único museo al que acudir dentro de este inmenso parque. En el Museo Pietro Canonica se exponen algunas de las obras más famosas de este escultor italiano. Otros centros de arte rodean a Villa Borghese, como por ejemplo la Galería Nacional de Arte Moderno, donde podrás disfrutar con lienzos de Monet, Klimt, Kandinsky o Pollock. Junto a este, se halla Villa Giulia, antigua residencia veraniega del papa Julio III y que hoy alberga el Museo Nacional Etrusco de Roma.
Villa Borghese da para perderse durante un día entero. También puedes aprovechar, ya que estás en esta zona, para descubrir un poco más sus alrededores. Al norte de este parque se alza uno de los barrios más elegantes de Roma: Parioli. Pasea entre edificios modernos y restaurantes de primer nivel, pues aquí se localizan algunos de los mejores restaurantes de Roma, como Metamorfosi, donde disfrutar de una velada privada con la cocina creativa de Roy Solomón Cáceres.
El segundo parque de mayor extensión de la ciudad también se halla en este distrito: Villa Ada. Acoge un buen número de edificios neoclásicos, pero también son más que evidentes los vestigios de un antiguo asentamiento urbano del siglo VIII a.C. Aunque, sin duda, la estrella de este lugar son las catacumbas de Priscila, de las menos conocidas y más espléndidas de la urbe. Es uno de los cementerios paleocristianos más antiguos y conserva importantes frescos y mosaicos.
Si quieres seguir tu recorrido por la Roma menos turística, puedes continuar hasta el barrio Coppedè, con la Piazza Mincio como centro neurálgico y una curiosa mezcla arquitectónica entre Art Nouveau, Barroco o Griego clásico.
En cambio, si vas más al norte llegarás al barrio Flaminio, a orillas del Tíber. Joven y muy de moda, este distrito es de visita obligatoria para todos los interesados en la arquitectura contemporánea. En los años 90 se decidió convertir este lugar en una zona de eventos culturales, construyendo el Auditorio-Parque de la Música firmado por el prestigioso arquitecto Renzo Piano, y el Museo Nacional de las Artes del siglo XXI (MAXXI), proyectado por la afamada Zaha Hadid. Hay vida más allá de la Roma clásica, ¿a qué esperas para descubrirla?