Marrakech está tan cerca –y a la vez tan lejos– que, incluso, el más romántico de los románticos podría permitirse el lujo de traer hasta aquí a su pareja con los ojos vendados durante todo el trayecto. Una vez aterrizados (y tras haber devuelto el riego sanguíneo a sus sienes), lo que el/la afortunado/a encontraría sería un mundo nuevo por descubrir, radicalmente distinto a todo lo que hubiera conocido antes. La realidad es que, inmersa en la soledad del desierto, la Ciudad Roja –como se la conoce popularmente– puede ser un destino tan propio de la escapada romántica como lo son París o Roma. Sus mayores atractivos residen en la espectacular gastronomía local, en el maravilloso contraste entre tradición y modernidad, y en la ingente cantidad de planes que nos ofrecen sus alrededores rurales. Jugar al escondite en la antigua Medina, cenar a la luz de las velas en la terraza de algún riad, sumergirse en las aguas relajantes de algún hammam, o volar en globo sobre el Gran Palmeral son sólo algunos de los planes románticos que os proponemos a continuación.
Un paseo íntimo por la Kasbah
La antigua Medina de Marrakech, surgida al abrigo de las murallas medievales hace casi mil años, se divide en dos grandes núcleos. Por un lado, el infinito Zoco que se expande anárquica y encantadoramente al norte de la famosa Plaza Jemaa el Fna. En contraposición, y situada al sur de la misma, se encuentra la Kasbah, un barrio algo menos bullicioso que destaca por su gran cantidad de fortificaciones, palacios suntuosos y honorables mausoleos. Esta segunda zona suele ser menos visitada que la primera y, sin embargo, debería estar en el primer puesto de cualquier lista de planes en pareja por Marrakech.
Cargada de una fuerte herencia histórica, la Kasbah nos recibe inmersa en un alboroto agradable de puestos de fruta y verdura. Un alboroto que se transforma en el silencio más íntimo a medida que nos colamos en sus palacios –Palacio El Badi y Palacio de la Bahía– y en los panteones ajardinados de sus famosas Tumbas Saadíes. Una mañana será más que suficiente para que vosotros, pareja, y Marrakech, intiméis plácidamente.
Baño de relax en el Hammam Les Bains de l’Alhambra
A menos que seáis atletas de élite, el anterior plan seguramente os habrá dejado algo exhaustos. Por eso, os recomendamos probar las delicias de un auténtico baño árabe en el que todos los tratamientos se pueden realizar en pareja. A medio camino entre el Palacio Real y el Palacio El Badi, el Hammam Les Bains de l’Alhambra nos abrirá las puertas al placentero mundo de los masajes con aceites esenciales, las abluciones a distintas temperaturas, la exfoliación con jabón negro y los baños con pétalos de rosas… Todo esto envuelto en un ambiente de estilo cien por cien marroquí, en el que el incienso y la música flotan por la estancia y nos inducen a la más profunda meditación. Con un precio que oscila entre los 50 y los 75 euros, y una duración cercana a las 2 horas, os aseguramos que esta experiencia os enviará al siguiente plan con la sensación de estar flotando en el aire.
Café con sabor colonial en Le Grand Café de la Poste
Después de transitar las tiendas de moda del moderno barrio de Guéliz, qué tal sentarnos a tomar una taza de café árabe en uno de sus restaurantes más míticos. En realidad, el Gran Café de la Poste, construido en los años 20 bajo el Protectorado francés, es mucho más que un restaurante al uso, es parte indisociable del patrimonio material y cultural de Marrakech. Antiguamente destinado al servicio postal de la Ciudad Roja, hoy en día este elegante lugar nos permite revivir, a través de su suelo de damero, sus ventiladores de aspas y sus escaleras de madera, el característico ambiente colonial de las novelas de entreguerras. En otras palabras, un café aquí nos transportará a otro Marrakech, no mejor, pero sí distinto al de la Medina.
Ver el atardecer en el Jardín Majorelle
Si queréis aprovechar al máximo vuestra incursión en la Ville Nouvelle de Marrakech, os recomendamos que visitéis también los preciosos Jardines Majorelle, otra de las grandes joyas del patrimonio extramuros. Como un pequeño oasis en mitad del desierto, este espacio de flora profusa os transportará directamente a la mente del pintor francés Jacques Majorelle, el autor original que lo diseñó y ejecutó en 1924. También os resultará divertido jugar a encontrar el famoso pabellón que preside el parque, cuyas paredes permanecen pintadas en el característico color ‘azul Majorelle’. Comprado en la década de los 80 por el diseñador de moda Yves Saint Laurent, este edén alberga en la actualidad, escondidos entre cactus, bambúes y nenúfares, dos de los museos más famosos de Marrakech: el Musée Berbére, dedicado a los indígenas locales; y el Museo Yves Saint Laurent, un centro cultural dotado de exposiciones, biblioteca y un café, entre otras cosas.
Cena romántica en la terraza del Nomad
Muchas son las parejas que, perdidas en el laberinto de calles que forma el zoco, han acabado apareciendo, de manera inesperada, en la plaza de las Especias, un coqueto rincón en el que tradicionalmente se han dado cita multitud de boticarios y puestos de especias. Si, por algún motivo, este termina siendo vuestro caso, queremos deciros que estáis de suerte. Allí mismo se encuentra el Restaurante Nomad, un lugar de moda cuya terraza garantiza increíbles vistas de la Medina. Asimismo, su carta conserva muchas de las recetas tradicionales de la cocina marroquí (tajín de pollo acompañado de couscous y calamares de Agadir, por ejemplo), así como una serie de postres con toques más modernos (tarta de manzana y panna cotta con flor de hibiscus). Una velada romántica asegurada.
Vuelo en globo por los alrededores de Marrakech
Por último, os queremos proponer un plan que os elevará, literalmente, por encima de las nubes. En Marrakech existe una amplia oferta de excursiones en globo aerostático. Suelen comenzar al amanecer e incluyen, tanto el transporte hasta la zona de despegue como un desayuno tradicional bereber en alguno de los pueblos limítrofes. El vuelo suele durar aproximadamente 1 hora, tiempo suficiente para disfrutar de unas vistas únicas del Gran Palmeral de Marrakech con las montañas del Alto Atlas de fondo.