Los Jardines de la Menara suponen un remanso de tranquilidad en la siempre bulliciosa Marrakech. Un lugar de cuidado paisajismo, prolongada historia y espectaculares vistas a la cordillera del Atlas. Por todo ello, y más, se trata de uno de los lugares más frecuentados por las parejas y familias marroquíes. Se acercan, sobre todo, a la caída de la tarde, cuando el sol alarga las sombras de las miles de plantas que crecen en sus calles y plazuelas y lo tiñe todo de tonos dorados y rojizos, generando una cierta sensación de irrealidad.

Desde hace nueve siglos éste es uno de los espacios más atractivos de la ciudad, situado además junto al aeropuerto internacional, por lo que muchos viajeros lo eligen como la última visita o como una pausa, antes de partir a sus lugares de origen.

Los Jardines de la Menara, una historia agraria

Los Jardines de la Menara pueden considerarse como un espacio verde y de esparcimiento desde el siglo XVIII, cuando se plantaron aquí muchos de los olivos que hoy siguen en pie y que suponen el elemento más característico del lugar.

Esto, con permiso del gran estanque artificial. Este reservorio recoge las aguas llegadas del Atlas desde que el califa Abd al Mu’Mim ordenó que se construyera esta infraestructura en el siglo XII (época almohade) con fines agrarios. Este estanque regala alguna de las imágenes más escenográficas de los jardines de la Menara.

 

 

Junto a él se levantó, en el siglo XVI, el llamado Pabellón de la Menara, por orden del sultán Sidi Mohammed. Si bien, el edificio actual sufrió un gran cambio estructural, con la restauración de 1869. Fue entonces cuando se decidió coronarlo con un característico tejado piramidal de tejas verdes, que es el que le da nombre a todo el conjunto: menara se puede traducir como torre. Y, realmente, después de las restauración, el pabellón se asemeja al torreón de una fortaleza.

Vista del atlas desde los Jardines de Menara
Vista del Atlas desde los Jardines de Menara

Qué ver en los Jardines de la Menara

Ante todo, los Jardines de la Menara son un inmenso olivar en el que crecen, perfectamente alineados, miles de estos árboles. Muchos de ellos, de origen centenario y otros más que han reemplazado a las plantas que fueron desapareciendo con el tiempo.

En el dédalo de estas calles olivareras también crecen una gran cantidad de cipreses, palmeras y otras especies de árboles y arbustos que, en conjunto, suponen uno de los principales espacios verdes de Marrakech: en total, más de 100 hectáreas.

Lo ideal es visitar estos Jardines de la Menara a primera hora de la mañana o al atardecer, sobre todo durante los días más cálidos pues, pese a la innegable belleza de este espacio, las sombras son escasas.

Durante los fines de semana y los días más agradables de la primavera o el otoño, el lugar se llena de familias y parejas marroquíes que no solo llegan aquí para pasear o hacerse fotos con la cordillera del Atlas de fondo. Vienen preparados para disfrutar de meriendas al aire libre a base de algunas de las preparaciones más populares de la comida típica marroquí, como las makooudas, las pastelas y el delicioso pan marroquí (khubz).

Si se les quiere emular, siempre hay vendedores que ofrecen sus productos a los visitantes de los Jardines de la Menara. Comerciantes ambulantes que no solo venden alimentos, sino también todo tipo de souvenirs y artesanías.

El estanque y el pabellón de la Menara

Son enormes las dimensiones del estanque de la Menara: 200 x 150 metros. Millones de litros de agua depositada y llegada desde el Atlas a través de un inteligente sistema de canales. Entre ellos, 30 kilómetros de galerías subterráneas cuyo trazado comienza en las inmediaciones de Marrakech. Con estas aguas se riegan los miles de olivos que configuran la estructura principal de los Jardines de la Menara, y también varias hectáreas de otros cultivos, incluida una zona de huertos.

Esta función, como eje de un complejo sistema de riego, es la que ha dado sentido a la Menara a lo largo de los siglos, aunque en la actualidad muchos consideren este lugar solo como un escenográfico entorno para sus fotografías (románticas o no). Contribuye a esto último la imagen del conjunto con el pabellón situado justo al borde del estanque. De esta construcción se dice que fue el lugar elegido por varios sultanes para sus encuentros amorosos furtivos. Por eso también se conoce como el Pabellón de los Placeres.

Se entiende el porqué al penetrar en el interior de esta armónica construcción, distribuida en dos plantas y con techos, suelos y paredes decorados con ricos mocárabes, artesonados de madera, yeserías y mosaicos.

Estanque de los Jardines de Menara
Estanque de los Jardines de Menara

Cómo llegar hasta la Menara

Hasta los Jardines de la Menara se puede llegar de diversas formas, entre las que el paseo puede ser una de las más agradables (en función de la temperatura y la hora del día):

  • A pie: desde la plaza Jemaa el Fna hasta el acceso más cercano de los Jardines de la Menara (por el gran olivar) hay un paseo de unos 30 minutos, siguiendo la avenida de Hommane al Fatouaki, a través de una de las zonas residenciales más lujosas de la ciudad.
  • En autobús: en las inmediaciones de la Plaza Jemaa el Fna tienen parada las líneas de autobús urbano 11 y 12, que conectan con varias de las puertas de acceso a los Jardines de la Menara.
  • En taxi o vehículo propio: por esa misma avenida se llega, desde las inmediaciones de la Mezquita de la Koutoubia, hasta el acceso más cercano a la Menara en apenas cinco o diez minutos.
  • En calesa: esta romántica manera de llegar a los Jardines de la Menara es la preferida por muchos marroquíes, sobre todo parejas. Los precios, que se acuerdan con el cochero antes de iniciar el viaje, no son demasiado elevados.