Lejos del bullicio, los zocos, las callejuelas estrechas y otros rincones exóticos de Marrakech, el Jardín Majorelle emerge como un escenario refrescante e inesperado. En Guéliz, el barrio europeo de la capital, muy cerca de la concurrida Plaza de Jemaa el Fna, sorprende el silencio y refinamiento de este enclave. Viajeros de todo el mundo visitan el lugar atraídos por su belleza y también por su historia.

Lleno de palmeras y de fuentes de agua, este jardín nació de la imaginación del pintor francés Jacques Majorelle. En 1924, el artista diseñó esta obra de arte vegetal. Tardó muchos años en ver culminado su sueño: un oasis de serenidad y armonía para acompañar a una edificación de color añil intenso, mezcla del estilo morisco con art déco. En 1980, cuando la propiedad había caído en el abandono, el diseñador Yves Saint Laurent, enamorado del entorno, la adquirió.

La historia del Jardín Majorelle. El sueño de un artista

La historia del Jardín Majorelle se remonta a 1917. Ese año llegó a Marrakech el pintor francés Jacques Majorelle. Desde un primer momento se sintió cautivado por la ciudad, por sus colores y su energía. En ella encontró un centro de inspiración, un lugar afín a sus ideas creativas. Años después se compró un terreno rodeado de palmeras. En varias fases, lo convirtió en su casa, su estudio y su paraíso particular.

El estilo hispano-morisco de la construcción principal, la villa Bou Saf Saf, se fue enriqueciendo con atrevidos toques art déco en la parte correspondiente al estudio. En 1937 el edificio fue pintado de un vibrante azul cobalto, en contraste con otros colores como el amarillo y el naranja de muros, pérgolas, fuentes y demás elementos decorativos. El intenso cromatismo da al visitante la sensación de estar dentro de un cuadro. Los caminos sombreados, los arroyos y los estanques llenos de nenúfares y flores de loto, en la zona ajardinada, le trasladan a otra realidad.

 

 

Del mismo modo que Monet pintó con su paleta el célebre jardín de Giverny, inmortalizado en sus cuadros de los nenúfares, Majorelle trasladó su arte a este espacio que lleva su nombre y que participa del mismo espíritu de su obra pictórica. Especies mediterráneas y subtropicales se combinan en el recorrido. Palmeras, hibiscos, jazmines, higueras, cipreses, adelfas, naranjos, buganvillas, plataneras, cocoteros, agaves, yucas, bambús y cactus, dominan este enclave exuberante y seductor.

El acceso público fue posible en 1946. Su artífice tomó la decisión de organizar visitas públicas para sobrellevar los altos costes de mantenimiento de la propiedad. El modisto Yves Saint Laurent y su pareja, el empresario y mecenas Pierre Bergé, también devotos de Marruecos, lo visitaron, a finales de los años 60, y sintieron una especial atracción por el lugar.

Un paseo por los Jardines de Majorelle
Un paseo por los Jardines de Majorelle

Yves Saint Laurent y su Villa Oasis

Desde la primera vez que Yves Saint Laurent contempló el Jardín Majorelle sintió que, de alguna manera, su trabajo en la moda conectaba con la elegancia y las tonalidades del entorno. La pasión por la cultura oriental está presente en todo el recorrido vital y profesional de Saint Laurent. El enamoramiento por la obra vegetal de Majorelle se mantuvo a lo largo del tiempo. Según llegó a declarar, su descubrimiento influyó en una mayor osadía y mezcla de colores en sus diseños.

En 1980, cuando la casa se encontraba deteriorada y el jardín abandonado, decidió comprar la propiedad, de acuerdo con su pareja, Pierre Bergé. De este modo, impidieron que se convirtiera en un hotel y mantuvieron vivo el legado de Jacques Majorelle. El espacio fue sometido a una reforma. Se recurrió al decorador Bill Willis y se añadieron nuevas especies de plantas al jardín (de las 135 originales se pasó a más de 300).

La villa de Bou Saf Saf se convirtió en Villa Oasis, la residencia de la pareja en Marrakech. Muchas de las colecciones del modisto se inspiraron en Marruecos. El espacio se mantuvo abierto al público y el antiguo estudio del pintor se convirtió en un museo dedicado a exponer una interesante colección de arte bereber.

En Villa Oasis fueron esparcidas las cenizas de Yves Saint Laurent tras su muerte en 2008. Dentro del jardín se construyó un pequeño y sobrio memorial con una columna romana. En agradecimiento a su amor por la ciudad, la calle en la que se ubica el jardín fue renombrada Rue Yves Saint Laurent. En la actualidad, la Fundación Pierre Bergé-Yves Saint Laurent custodia el entorno de los Jardines Majorelle. Un equipo de cerca de 20 jardineros cuidan este hermoso lugar, visitado por alrededor de 700.000 turistas al año.

Qué ver en los Jardines de Majorelle, un espacio para detenerse

Si algo es posible en un jardín es parar el tiempo y las prisas. Esa sensación se apodera del viajero en este rincón mágico de Marrakech, situado en la zona del antiguo protectorado francés. El amor de Jacques Majorelle por el arte y por la botánica se sigue apreciando mientras se recorre el camino central y los senderos serpenteantes que dan forma al enclave. Si se visita fuera de la hora punta de los turistas, el silencio impresionante del lugar, solo roto por el canto de los pájaros, contrasta con el movimiento constante en el área de la medina.

En el Jardín Majorelle el verde del entorno contrasta con la intensidad de otros colores primarios y, sobre todo, con el azul que domina la arquitectura. El visitante se va encontrando en el paseo con estanques, canales y fuentes que dialogan con el entorno vegetal. Una impresionante colección de palmeras se alza en la parte sur del jardín. A las especies propias de la zona, se suman otras provenientes de distintas áreas de África, el Pacífico Sur, India, la cuenca mediterránea y las islas Canarias.

Junto a ellas, alrededor de 60 variedades de cactus, árboles y flora exótica, dominan este paisaje que es una obra de arte en movimiento. El contraste con el desierto que rodea la ciudad de Marrakech lo ponen las plantas acuáticas, como los nenúfares y las flores de loto asiáticas. Y también destaca un pequeño bosque de bambúes que se extiende desde el sur hasta el oeste del jardín.

Visita el Museo Bereber

En el área del Jardín de Majorelle, el visitante tiene a su disposición una cafetería y puede disfrutar de una visita al Museo Bereber, que ocupa la mayor parte del antiguo taller de Jacques Majorelle. El centro está dividido en tres salas dedicadas a los habitantes indígenas de Marruecos. El recorrido demuestra la extraordinaria creatividad de este pueblo, el más antiguo del norte de África.

Se pueden ver cerca de 600 objetos, recopilados por Pierre Bergé e Yves Saint Laurent, provenientes de diferentes regiones, desde el Rif hasta el Sáhara. En el área de los espejos sorprende una colección de joyas cinceladas, esmaltadas y cubiertas de filigranas.

El Museo Yves Saint Laurent, muy cerca del jardín

Los Jardines Majorelle, el Museo Bereber y, desde 2017, el Museo Yves Saint Laurent, conforman una ruta dedicada al famoso modisto. El centro dedicado a sus diseños se sitúa en la calle que lleva su nombre, a pocos pasos del Jardín Majorelle. El edificio de 4.000 metros cuadrados, alberga miles de prendas y accesorios de alta costura. Fueron seleccionados por Pierre Bergé, el compañero de Saint Laurent, que falleció el mismo año de la inauguración del espacio. Piezas icónicas del diseñador aguardan al visitante en este edificio de influencias modernas y tradicionales marroquíes. Cuenta con librería, biblioteca de investigación, auditorio y cafetería.