A la hora de abordar viajes en el tiempo, la ficción parece guardar consenso: al futuro o al pasado se ha de viajar acompañados. Marty McFly y Doc, los dos eternos compañeros de viaje (temporal), tan sólo son la punta de lanza de toda una serie de epopeyas intertemporales en las que la amistad termina siendo la clave del éxito. Con la ciudad de Marrakech, y en concreto con su laberíntica medina, sucede algo parecido: una vez en ella, el tiempo pareciera retroceder cien años. Y, ¿qué mejor experiencia que la de compartir esta sensación con tu grupo de amigos? Las maneras de disfrutar de Marrakech son muchos y muy variadas. Perderse en el antiguo zoco y desembocar en la famosa Plaza Jemaa el Fna, comer un pincho de kefta o cenar en un antiguo riad, relajarse en un baño árabe y conducir quads por las arenas del desierto… A continuación, os desvelamos seis planes que seguro no os defraudarán.
- Aprender a regatear en el Zoco de Marrakech
- Un té matutino en la animada Plaza Jemaa el Fna
- Comida tradicional en el Chez Chegrouni
- Momento relajante en el Hammam Ziani
- De compras en Guéliz, la cara más occidental de Marrakech
- Una copa al atardecer en el Nikki Beach
- Excursión en quad por el Palmeral de Marrakech
Aprender a regatear en el Zoco de Marrakech
La mejor toma de contacto posible con la cultura marroquí la encontramos en la Medina, la parte del Marrakech antiguo que creció al abrigo de las murallas hace casi mil años. Aunque aquí se aglomeran los principales puntos de interés de esta antigua ciudad imperial, nosotros os invitamos a comenzar la visita acudiendo al Zoco medieval, un laberinto de calles donde antiguamente convivían los diferentes gremios de artesanos, y donde hoy se despliegan, sin ley ni orden, puestos y más puestos de babuchas, bolsos de cuero, tapices, fulares, especias y genuinas baratijas. Aunque con toda seguridad os acabaréis sintiendo perdidos, os damos un consejo: una vez hayáis saciado vuestra sed de regateo, buscad el prominente minarete de la Mezquita Koutoubia y, una vez en ella, seguid la avenida que la conecta con la cercana y muy emblemática Plaza Jemaa el Fna.
Un té matutino en la animada Plaza Jemaa el Fna
Una vez aquí, tan sólo deberéis dejaros seducir por el exótico frenetismo de este pequeño carnaval de ruido, gentío y música, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco en 2008. Si acudís durante el día, el alma de Marrakech os embriagará a través de sus quioscos de flores y zumos, las tatuadoras de henna, sus encantadores de serpientes y sus amaestradores de monos. Si, por el contrario, acudís al anochecer, lo que encontraréis será un gigantesco mercado ambulante en el que, además de probar muestras de cocina callejera marroquí, también presenciaréis actuaciones de músicos, bailarines y cuentacuentos locales.
Sin embargo, os recomendamos terminar esta visita tomando un té de menta o un café árabe en alguna de las terrazas que la flanquean –Le Grand Balcon du Café Glacier, por ejemplo, nunca falla–. Si, además, vuestra pausa coincide con el adhan –la llamada a la oración de los almuédanos de Marrakech–, os aseguramos que esta será una experiencia que no olvidaréis nunca.
Comida tradicional en el Chez Chegrouni
Dicen que la gastronomía marroquí justifica, por sí sola, un viaje a cualquiera de sus ciudades. En Marrakech, en concreto, se dan cita todas las modalidades posibles a la hora de degustar un buen bocado. Desde los pintorescos puestos de comida callejera hasta los restaurantes escondidos tras los muros de algún riad, la cocina marroquí nos envuelve con su mezcla de sabores y olores, a caballo entre la canela, el limón, el aceite de argán y la menta. Dicho esto, nosotros os recomendamos acudir al Chez Chegrouni, uno de los locales más famosos de Marrakech debido tanto a su terraza con vistas a la Plaza Jemaa el Fna, como al fantástico tajín de cordero y ciruelas que prepara su chef. También debemos saber que, al estar situado dentro de las murallas de la ciudad, la carta de este restaurante no incluye bebidas alcohólicas. En cualquier caso, su relación calidad-precio es inmejorable.
Momento relajante en el Hammam Ziani
Una visita a este hammam tradicional, situado a pocas calles del Palacio de Bahía, será el contrapunto perfecto después de una mañana de ajetreo en el zoco árabe. Distribuido en estancias separadas para hombres y mujeres, este baño árabe hará un uso intensivo del vapor de agua y del beldi –jabón hecho a base de aceite de oliva negra– a la hora de exfoliar y limpiar nuestras pieles. Su precio suele rondar los 40-60 euros y su duración puede llegar a alcanzar las dos horas. Ahora bien, si queréis experimentar la verdadera esencia de un hammam, entonces deberéis dirigiros a uno público, donde el trato es menos “sofisticado”, y el lavado y el masaje se realizan en el mismo suelo de piedra.
De compras en Guéliz, la cara más occidental de Marrakech
Después de haber vagado por el laberinto de calles que esconde la Medina, llega la hora de desplazarnos a zonas menos concurridas. La Ville Nouvelle –también conocida como Guéliz– puede ser una gran opción. Situada al noroeste de la ciudad, esta zona de trazado moderno nos retrotraerá a la época colonial en la que Marruecos era un protectorado compartido por España y Francia. Hoy en día, la ancha y alargada avenida de Mohamed V surca este distrito repleto de arquitectura art déco, tiendas de grandes firmas de moda, museos de arte y restaurantes gourmet. En definitiva, una buena oportunidad para realizar algunas compras durante nuestra estancia en Marrakech.
Una copa al atardecer en el Nikki Beach
Los “beach clubs” de Marrakech, como podéis imaginar, guardan una curiosa paradoja: no tienen playa. En su lugar, estos pequeños oasis dedicados al ocio y al relax se encuentran ubicados bajo la sombra benigna de los palmerales típicos de la zona. En particular, el Nikki Beach, considerado uno de los mejores de Marrakech desde su fundación en 2005, se encuentra situado a las afueras de la ciudad –unos 20 minutos en taxi desde la Plaza Jemaa el Fna–. Sus instalaciones constan de una gran piscina rodeada de tumbonas, un chiringuito con todo tipo de bebidas y un puesto de Dj que no deja de pinchar durante todo el día.
Excursión en quad por el Palmeral de Marrakech
Si os sobra tiempo en vuestro viaje y queréis aprovecharlo para conocer lugares interesantes en los alrededores de la ciudad, os recomendamos realizar una ruta en quad (automático) por el famoso Palmeral de Marrakech, un terreno de 13.000 hectáreas en cuyo interior conviven grandes dunas de arena, miles de palmeras y varios oasis de película. En Marrakech son muchas las empresas que prestan este servicio, incluyendo no sólo el alquiler del vehículo, sino también la formación necesaria para manejarlo y nuestro desplazamiento hasta el lugar de partida. Pistas de arena, aldeas rurales, paisajes de infarto y grandes dosis de adrenalina son los ingredientes que no faltarán en esta popular actividad.