Marrakech está considerada la puerta de entrada a Marruecos. También es una de las cuatro ciudades imperiales del país, un lugar donde sus múltiples atractivos y monumentos te cautivarán por completo. Su medina es un auténtico hervidero de vida, en el que se puede respirar el ambiente frenético y el intenso olor a menta. Lo mejor de tener cuatro días para conocer esta exótica urbe, es que tendrás tiempo suficiente para hacer una escapada al apasionante desierto de Merzouga o a las bellas playas de Essaouira (Esauira). Con nuestra guía te orientaremos paso a paso, para que no te pierdas ninguna de las experiencias imprescindibles en Marrakech.
Surgido de la inspiración del pintor Jacques Majorelle, el Jardín Majorelle está muy unido al destino de otro artista, el diseñador Yves Saint Laurent.
Como si de una tela de araña se tratara, las callejuelas del zoco de Marrakech te atraparán por completo en un mundo de aromas y diferentes matices.
La costumbre semanal de acudir al hammam es uno de los rituales más placenteros de Marruecos. En Marrakech encontrarás algunos de sus principales templos.
El singular y amurallado Barrio Judío de Marrakech, habitado hoy por musulmanes, recibe el nombre de Mellah y conserva la esencia del pasado.
Visitar el desierto de Merzouga, la zona marroquí del Sahara, es una experiencia única. Déjate envolver por su exotismo y descubre qué ver y qué hacer.
La danza del vientre, conocida como “shikat”, es frecuente en todo tipo de celebraciones, festivales de música y danza, y también en hoteles y restaurantes.
Marrakech es un lugar ideal para conocer, experimentar y disfrutar de la cocina marroquí en restaurantes populares, en la calle o en comedores de lujo.
Essaouira (o Esauira) es un buen lugar para unas vacaciones en las que combinar la visita a una pequeña ciudad costera con el turismo de playa.
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