En la actualidad, queda muy poca población judía en los mellah, es decir, los barrios judíos amurallados que hay en algunas ciudades de Marruecos. Con la creación del estado de Israel en 1948 hubo un gran éxodo de judíos marroquíes, a pesar de que la comunidad hebrea residía mucho antes que los árabes en el país del norte de África.
Concebido en el siglo XIX, la mellah de Rabat no fue una excepción a este éxodo y está habitado principalmente por musulmanes. Se sitúa junto a la Gran Mezquita, en la parte este de las Murallas de los Andaluces -las murallas de Rabat tienen más de 5 kilómetros de extensión y rodean la medina por tres de sus lados-, sobre los pequeños acantilados que forman la ribera del Bu Regreg, y se accede por la puerta Bab Mellah.
Un plan agradable para pasar una mañana o tarde en la capital del Reino de Marruecos paseando por sus callejuelas o comprando algo en algunos de los puestos callejeros.
Historia
La ciudad de Fez fue la primera que albergó un mellah. Fue en 1438. En el siglo XVI lo hizo Marrakech; en el XVII, Meknes; y ya en a principios del siglo XIX, Rabat, Mogador, Salé y Tetuán -en esta ciudad al barrio judío no se le llamó mellah, sino judería-. En el caso de Rabat fue durante el reinado del sultán Moulay Slimane, que en 1808 obligó a vivir en el mellah a todos los judíos que vivían en Rabat.
Estos barrios, además de desarrollar un estilo de vida propio separado de los musulmanes, con sus mercados y servicios, libertad para sus prácticas religiosas y autonomía administrativa, tenían una serie de características comunes: estaban amurallados, con guardias reales en las puertas de entrada y salida y existía una especie de toque de queda para que el barrio quedase cerrado por la noche y nadie pudiese entrar por las puertas de la mellah. También se situaban cerca de la residencia real al tener los judíos cargos en la corte y, por ello, gozaban de protección oficial.
Sus características urbanas estaban inspiradas en la medina musulmana, aunque eran más regulares. Sin embargo, había más densidad de población al tener un espacio limitado dentro de la ciudad lo que provocaba más hacinamiento y condiciones de insalubridad.
Ya a finales del XIX y principios del XX, antes del éxodo de los años 50 con la creación del Estado de Israel, la población judía se fue yendo a barrios más modernos de estilo de europeo, quedándose en los mellah la población de edad avanzada.
Hoy, se pueden ver a judíos que habitan en Israel y que tienen raíces marroquiés, regresando a ciudades como Rabat para conocer la historia de sus antepasados.
Qué ver por el barrio
El acceso al barrio judío de Rabat se hace a través de la puerta Bab Mellah, en la parte este de las Murallas de los Andaluces, juanto a la Avenue de Hassan II.
También hay que acercarse hasta la sinagoga Rabí Shalom Zaoui, que debe su nombre a un rabino del siglo XIX que decían que podía curar enfermos. De hecho, la sinagoga actual fue previamente la casa de este rabino. En su momento, la mellah de Rabat llegó a tener hasta más de una decena de sinagogas.
El mellah de Rabat es caminar por calles estrechas, comprar algo en los puestos callejeros y mercados que se agolpan en poco espacio, admirar sus características viviendas, etcétera. También, acercarse al paseo marítimo al que se accede al salir de la puerta de Bab Mellah.
La rue du Mellah, la rue du rabbin Shalom-Zaoui o la rue David-Cohen son tres de las calles principales de la mellah de Rabat. Desde hace unos años, se está rehabilitando este barrio para ser una atracción turística más de la medina de la capital de Marruecos.
Dónde comer en la zona
Cualquier viajero que visite Marruecos tiene que probar los tajines, que son guisos de carne con una combinación interesante de especias como el comino, la cúrcuma o el jengibre. También debería comer couscous, que es sémola de trigo cocida al vapor y acompañada de verduras, cordero y una sabrosa salsa.
En la Medina o en el mellah de Rabat hay muchos puestos de comida callejera que, sin duda, hay que probar para vivir la experiencia. Se puede elegir entre una amplia selección de bocadillos con pan recién horneado o kebabs, entre otras cosas.
En cuanto a establecimientos, hay muchas opciones, pero compartimos un par de recomendaciones. El Dar Zaki, en la Medina, es un lugar confortable donde se pueden degustar platos tradicionales de Marruecos con buena relación calidad-precio. Y junto a la puerta de Bab el Had y las murallas, Dar Naji también es un restaurante popular de comida local.