Situada en la costa atlántica, en la desembocadura del río Bu Regreg, la ciudad de Rabat es una auténtica joya histórica y, desde 1956, la capital del reino de Marruecos. Un destino que cuenta con todo tipo de atractivos de distintas épocas, incluyendo sitios tan emblemáticos como la Torre de Hassan, la Necrópolis de Chellah, la Kasbah de los Oudayas o la propia Medina de Rabat, entre tantos otros.
Pero esta dinámica capital norteafricana también ofrece su rostro más moderno, representado por una ecléctica agenda artística y cultural, marcada por varios festivales, galerías de arte e interesantes museos, como el MMVI – Museo Mohammed VI de Arte moderno y Contemporáneo. También por su rica oferta gastronómica, comercial y de ocio; por sus fantásticas playas, incluso por su apuesta por la sostenibilidad, evidente en múltiples espacios verdes y nuevas infraestructuras (como las líneas de tranvía Rabat-Salé).
Y precisamente dentro de este gran escenario que oscila entre la tradición y la modernidad es donde aparece todo un símbolo de la ciudad, incluso de todo el país: el icónico Dar al-Majzén, el Palacio Real de Rabat.
- Residencia de reyes y sultanes: historia y arquitectura
- Los jardines: un oasis verde
- Información de la visita
Residencia de reyes y sultanes: historia y arquitectura
Desde la consolidación de la ciudad como capital de la dinastía alauí, a finales del siglo XVIII, Rabat comenzó a experimentar distintas transformaciones, incluyendo la construcción de un gran palacio para el entonces sultán Mohammed III. Sin embargo, no sería hasta mediados del siglo XIX (1864), bajo el reinado de Mohammed IV, cuando aquella residencia real original y su entorno se verían ampliamente modificados para obtener su fisionomía y distribución actual.
El Palacio Real de Rabat está asentado dentro del recinto amurallado de Touarga, una comuna urbana independiente dentro de la propia capital marroquí, donde se encuentran también varias entidades gubernamentales y residencias oficiales, así como la mezquita de Ahl Fâs (siglo XVIII) y el Méchouar, una vasta explanada que antecede la entrada principal del Palacio, y que se utiliza habitualmente para ceremonias, desfiles militares y eventos especiales.
Arquitectónicamente hablando, Dar al-Majzén es un buen ejemplo de la confluencia entre los elementos típicamente marroquíes y la arquitectura de influencia árabe y andalusí. El palacio presenta varios volúmenes de distintas dimensiones (al uso de las casas tradicionales, pero, por supuesto, en otras dimensiones), algunos coronados por tejados a cuatro aguas y características tejas verdes, otros por imponentes muros almenados. También cuenta con varias terrazas, arcadas ornamentadas, estrechas ventanas con celosías…
Aunque lo más espectacular del conjunto es, sin duda, su gran puerta de entrada: un enorme arco de herradura apuntado cuya portada ofrece extraordinarias muestras del refinado trabajo artesanal local, desde coloridos azulejos, arabescos y muestras de caligrafía árabe, hasta elementos de madera y piedra finamente tallados con intrincados motivos geométricos.
Los jardines: un oasis verde
Más allá de sus grandes muros y majestuosos arcos, el Palacio Real de Rabat despliega buena parte de su riqueza en sus jardines y áreas verdes. Se trata de una combinación de diseños formales franceses, arte tradicional árabe y la singular belleza de la flora local.
Así, al exterior de recinto, en torno al méchouar, amplias zonas ajardinadas, salpicadas de árboles, arbustos y palmeras, aportan una belleza inusual al conjunto. Un gran lienzo verde flanqueado por el propio palacio, la mezquita de Ahl Fâs y distintos edificios militares y civiles.
Además, justo al salir por la puerta sur de la muralla de Touarga se encuentra el Parque Hassan II. Inaugurado en 2018, este enorme oasis urbano, de unas 20 hectáreas, cuenta con varios espacios deportivos, incluyendo campos de fútbol, baloncesto, voleibol y un muro de escalada, así como una fuente musical, un área de juegos, dos skateparks, un minigolf y un teatro al aire libre, entre otras opciones. Un lugar ideal para dar un agradable paseo fuera de los circuitos turísticos más habituales.
Información de la visita
Es muy importante tener en cuenta que el Palacio Real de Rabat solo se puede visitar por fuera. Efectivamente, por tratarse de la residencia oficial del monarca marroquí, el acceso al interior del Palacio está prohibido. Además, para acceder al recinto de Touarga es imprescindible mostrar el pasaporte de cada visitante.
Siempre que se respeten las indicaciones del personal de seguridad (muy presente en todo el complejo), el lugar se puede visitar por libre (abierto de lunes a domingo de 9 a 17 hrs.). Además, por supuesto, distintos tours guiados que recorren los principales atractivos de la ciudad también incluyen una parada en el Palacio Real, en donde los guías suelen compartir datos históricos y anécdotas sobre el propio recinto.