Visitar la capital marroquí es una experiencia llena de sorpresas. Porque Rabat ofrece un poco de todo, desde modernos hoteles y centros comerciales hasta exuberantes jardines y hermosas playas; tanto animados festivales de jazz y músicas del mundo como innumerables joyas históricas de distintas épocas. En definitiva, hay de todo y para todos.

Y hablando de tesoros de tiempos pasados, una de las joyas históricas imprescindibles en Rabat es, precisamente, la Kasbah de los Oudayas. Esta antigua alcazaba (ciudadela fortificada) de época almohade (siglo XII) es una auténtica maravilla arquitectónica, reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2012. Pero no solo eso. Este pequeño pueblo amurallado de aire mediterráneo, enclavado dentro de la ciudad, es también un lugar mágico en el que aún resuenan las leyendas de antiguos imperios norteafricanos, recias tribus del Sahara y moriscos expulsados de al-Ándalus. 

  1. Más de mil años de historia
  2. El barrio azul de Rabat

Más de mil años de historia

Tras la romanización de la desembocadura del río Bu Regreg y el posterior abandono de la ciudad de Sala o Sala Colonia (actual necrópolis de Chellah), distintos gobernantes bereberes y almorávides se hicieron con el control de la zona, estableciendo un fortín o ribat aprovechando los riscos que marcan el punto de unión del río con las aguas del Atlántico. Sin embargo, no sería hasta finales del siglo XII, ya bajo dominación almohade, que la Kasbah de los Oudayas comenzaría a tomar la forma que conocemos actualmente.

Sin duda, el testimonio más relevante de aquella primera época es la puerta monumental de Bab El Kebir, también conocida como Bab Oudayas, con su gran arco de herradura apuntado y los intrincados motivos geométricos que caracterizan su decoración. Más adelante, sobre todo tras la expulsión de los moriscos de España en 1609, la Kasbah resurgiría de una época de abandono para adquirir el marcado carácter andaluz y mediterráneo que aún hoy se percibe claramente en su interior. Incluso, Rabat, junto con la vecina Salé, formaron durante casi medio siglo (1626-1668) una república independiente de corsarios moriscos cuyo principal centro de poder fue la propia Kasbah. 

Antigua muralla y puerta principal de la famosa Kasbah de los Udayas en el centro de Rabat en Marruecos

Ya en la segunda mitad del siglo XVIII, tocaría el turno a la dinastía alauí de realizar las modificaciones más amplias experimentadas por la alcazaba en su dilatada historia, incluyendo la construcción de la Residencia Real Alauita, la Mezquita de Yamaa el Atiq, la Torre Squala y tantos otros elementos significativos dentro de este singular rincón de Rabat. Además, a principios del siglo XIX, un conflicto entre la actual casa reinante en Marruecos y la tribu de los oudayas –árabes provenientes del Sahara– terminó con estos últimos como residentes de la antigua alcazaba, razón por la cual lleva el nombre por el que se le conoce actualmente.  

El barrio azul de Rabat

Estrechas callejuelas y callejones de aspecto laberíntico, formados por incontables casas pintadas de azul y blanco –herencia andalusí–, hacen de la Kasbah de los Oudayas un lugar realmente mágico, conocido coloquialmente como el barrio azul de Rabat.

En este sentido, su peculiar aire mediterráneo invita a perderse por la alcazaba mientras se van descubriendo esos encantadores rincones y pequeños matices que aún cuentan la historia del lugar. Macetones con todo tipo de plantas y flores, fuentes que refrescan el ambiente, puertas ricamente decoradas, la celosía que guarda una ventana de las miradas ajenas, un arco y un lienzo de muralla que parecen haber estado siempre ahí, balcones que miran al mar, una pintoresca plazoleta… 

Por supuesto, el barrio azul de Rabat tiene sus “imprescindibles”, como la puerta de Bab El Kebir, el palacio alauí, las mezquitas y la Torre Squala, pero también lugares tan especiales como el Café Maure, una parada obligatoria para tomar un té con menta y disfrutar del ambiente. O como el Museo Nacional de Joyería y Artes Decorativas, alojado en el antiguo palacio de Moulay Ismail (siglo XVII), que muestra una excepcional colección de cerámicas, latones, joyas, vestidos tradicionales…, así como objetos arqueológicos e históricos que narran la historia de la propia Kasbah y de la tribu de los oudayas.

También al interior de la Kasbah de los Oudayas se encuentra un auténtico oasis dentro de la ciudad: los Jardines Andalusíes. A pesar de ser una adición realizada durante los años del protectorado francés (a principios del siglo XX), este exuberante rincón es uno de los espacios verdes más populares de la ciudad. Un remanso de paz que, salvando distancias y dimensiones, recuerda a los jardines de la Alhambra de Granda o el Alcázar de Sevilla.