La primera visita a Tánger suele dejar un sabor agridulce, quizás porque se tienen en mente ciudades como Marrakech o Fez. Sin embargo, esta urbe portuaria a tiro de piedra desde España tiene algo que atrapa, que enamora y que te hace volver una y otra vez. Por allí han pasado artistas como Delacroix, Paul Bowles y Matisse, y todos ellos sucumbieron a sus encantos.
Si llegas en ferry, la primera imagen que tendrás es desde el mar y percibirás el ajetreo de su puerto, el ir y venir de barcos y mercancías. Desde allí puedes llegar caminando a su centro histórico donde se desarrolla la vida de sus habitantes, volcados en gran medida en el comercio y el turismo.
Organiza bien tu estancia si sólo tienes tres o cuatro días porque necesitarás al menos dos jornadas para recorrer las cosas que ver en Tánger, sus museos, la medina, los zocos y, por supuesto, disfrutar de sus playas poco masificadas. Tampoco estaría de más reservar otros dos días para hacer excursiones por los alrededores. Entre las visitas cercanas que te pueden interesar se encuentran las cuevas de Hércules, y las poblaciones de Asilah y Tetuán. Aunque puedes ir por tu cuenta, lo idóneo es hacerlo en una visita guiada para conocer la historia que rodea cada uno de estos lugares.
Qué tienes que ver en tu visita a Tánger
Si ya estás paseando por la ciudad, te habrás dado cuenta de que es de gran tamaño; de hecho, tiene en torno a un millón de habitantes. Sin embargo, las cosas que tienes que ver en Tánger se concentran en pocos barrios, lo que facilita que se pueda recorrer caminando sin muchos problemas. Entre las visitas imprescindibles están la Kasbah, la Medina, la Plaza 9 de Abril, la Gran Mezquita y el afamado Café Hafa. Sé prudente por los lugares donde te mueves de noche y aléjate de calles solitarias (normas básicas en cualquier ciudad).
La Kasbah y su museo
Una de los sitios más bonitos de Tánger es la llamada Kasbah, nombre con el que se conoce el espacio fortificado situado sobre una de las colinas de la ciudad. Este enclave en la zona más alta de la medina, amado por locales y viajeros, está compuesto de un entramado de callejuelas que se esparcen aparentemente sin orden ni concierto y que ocultan placitas, talleres y uno de los mejores miradores sobre las murallas. En la Kasbah de Tánger no sólo deberías deambular a tu antojo sino también localizar puntos de interés como el antiguo palacio Dar-el- Makhzen (o del Gobernador), del siglo XVII, donde se sitúa un museo que merece mucho la pena. En su interior podrás admirar la arquitectura propia de un palacio de aquella época, además de restos arqueológicos de ciudades romanas como Volúbilis y artesanía propia del país.
Medina
La Medina es otra de las cosas para ver en Tánger sí o sí. Esta barriada popular se corresponde con la zona situada alrededor de la Plaza 9 de Abril, incluida la Kasbah, Este barrio representa el centro histórico y, como tal, brinda una vida muy animada durante el día. Como en todos los trazados árabes, las callejuelas no siguen un trazado urbano y las tiendas y vendedores callejeros son una constante. Tómate tu tiempo para pasear por ella, conocer sus bazares, y si te gusta la fotografía llévate la cámara para inmortalizar algunos de los sitios más bonitos de Tánger.
Plaza del 9 de Abril
Esta histórica plaza del 9 de abril recuerda el día que la visitó Mohamed V, en el año 1947, para comunicar el deseo de independencia de Marruecos. Es un espacio de encuentro de gran tamaño, con zonas de bancos, una gran fuente de mármol y palmeras. Recorre su perímetro para conocer la mezquita de Sidi Bou Abib, cuyo origen se remonta al siglo XVII, y acceder tanto al Gran Zoco como al Pequeño Zoco. La mejor manera de empaparse de la vida de la plaza es sentarse en una terraza, disfrutar de un té marroquí a la menta y dejar pasar los minutos.
Gran Mezquita de Tánger
La Gran Mezquita de Tánger no pasa desapercibida ni por su color ni por su altísimo minarete. Desde su construcción en 1684 no sólo se ha ido modificando su estética sino también a quien rinde culto, durante la etapa portuguesa de la ciudad incluso funcionó como catedral. Desde el siglo XIX, y con una buena reconstrucción que le aportó una nueva estética alauita retomó su senda como mezquita. Puedes llegar hasta ella a través del Zoco Chico. No te la pierdas porque es una visita que hay que hacer en Tánger.
Parque Rmilat
Situado en la zona Oeste de Tánger y frente al mar, el Parque Rmilat es uno de los espacios verdes más extensos y queridos por los habitantes de la ciudad. Un espacio, también conocido como Parque Perdicaris, que tiene un concepto entre lo natural y lo humano. De hecho, aquí se encuentran las residencias de algunas de las grandes fortunas tangerinas y también han construido en este entorno sus casas de recreo ocasional muchos europeos.
Se encuentra a unos 7 kilómetros del centro de la ciudad y ofrece unas excepcionales vistas al mar, con zonas arboladas, fundamentalmente de pinos, y lugares ideales para hacer un picnic o pasar el tiempo practicando todo tipo de deportes.
Café Hafa
Un placer al que no hay que renunciar en Tánger es visitar el centenario Café Hafa. Compuesto por varias terrazas que brindan unas maravillosas vistas al Estrecho, se mantiene envuelto en una atmósfera bohemia a la que contribuyeron grupos y personajes del mundo de la música y la literatura como los Rolling Stones, Juan Goytisolo o Paul Bowles (que vivió y murió en Tánger durante la mayor parte de su vida). Su paredes encaladas y con un llamativo toque de añil son el marco perfecto para las mejores fotos de Instagram. Aunque fundado en 1921 para ser casi un “bar de barrio”, del barrio de Marchane, pronto se convirtió en uno de los lugares más demandados por famosos y turistas.
Zoco de Tánger
En Tánger encontrarás centenares de tiendas por toda la ciudad pero sólo hay dos zocos fundamentales, el Gran Zoco y el Zoco Chico. En el grande, ubicado alrededor de la Plaza 9 de Abril, encontrarás todo tipo de artículos, puestos de productos frescos e incluso algunos días acuden a este lugar productores locales con sus mercancías. En el pequeño fundamentalmente verás puestos y talleres vinculados con la artesanía. Tómate tu tiempo para elegir y para regatear, un arte en el que los vendedores son auténticos especialistas. Babuchas, alfombras, lámparas, orfebrería… seguro que encuentras algo que te interese.
Playa de Tánger
Tras un día de compras o de callejear por la Medina de Tánger, lo que más apetece es disfrutar de la arena fina y dorada de las playas de Tánger. No hay que alejarse mucho para disfrutar de un baño de mar o de sol ya que esta ciudad dispone de una amplia playa urbana paralela al paseo marítimo. Además, no sólo disfrutarás de una ensenada limpia y bien cuidada de día sino que es habitual que los vecinos de Tánger bajen al atardecer, extiendan sus manteles y cenen en familia mientras escuchan el rumor de las olas. También puedes optar por acercarte a otras playas más alejadas, como las del cabo Espartel o cerca de las Cuevas de Hércules, donde no es extraño ser el único usuario de las mismas si se acude en temporada baja. Sorprendente, ¿verdad?
Puerto de Tánger
Al puerto de Tánger ahora se lo conoce como Tangier Ville, diferenciándolo de esta forma del cercano Tangier Méd, que entró en funcionamiento en el año 2007, para dar servicio a grandes buques de mercancías y también a parte del tráfico de pasajeros entre esta zona de Marruecos y los puertos del sur de España.
El puerto de Tánger es el origen de esta ciudad y prácticamente una prolongación de su medina, con la que está conectada a través de la Bab al Bahr, es decir, la Puerta del Mar. Se sabe que en este lugar ya existía un puerto, como tal, en la época en que los fenicios expandieron sus rutas comerciales por el Mediterráneo. De hecho, ya aparece mencionado en escritos jónicos del siglo VI antes de nuestra era. Ese mismo atracadero sería conquistado, defendido y modificado por las diferentes civilizaciones y pueblos que por aquí han pasado a lo largo de los siglos: cartagineses, romanos, rífenos, portugueses, británicos, españoles y finalmente los propios marroquíes.
En la actualidad el puerto de Tánger está siendo sometido a una gran remodelación y modernización, con vistas a convertirlo en escala habitual no solo de ferries intercontinentales (algo que ya es, con cerca de 1,5 millones de pasajeros anuales), también para cruceros. De hecho, la nueva terminal de pasajeros es un alarde de arquitectura a la última, utilizando como motivo principal los característicos arabescos.
Antiguo barrio español
En el paseo por la zona antigua de Tánger y junto a su medina puede parecer confuso el hecho de que haya construcciones que podrían contemplarse en cualquier ciudad de España. Tiene sentido: baste recordar que durante buena parte del siglo XX (hasta 1956), esta gran urbe y su puerto formaron parte de lo que se conoció como la Zona Internacional de Tánger, gobernada por varios países europeos.
Entre ellos, España que, además, ejerció el dominio absoluto sobre la ciudad durante el periodo de la II Guerra Mundial (1939-45). Hoy se pueden ver las huellas de esa presencia, sobre todo, en el entorno de la actual plaza de Kuwait y en la zona de San Francisco. Espacio éste al que casi todos conocen como el barrio español y que fue precisamente urbanizado por empeño de la orden franciscana que quiso dotar de viviendas dignas a los trabajadores de la ciudad, dotándolo con colegios, iglesias y un hospital.
Pero son muchas otras las construcciones que quedan de la época española en Tánger. Entre ellas, la actual sede del Instituto Cervantes y las de los institutos Severo Ochoa y Ramón y Cajal. También la llamada Casa Toledana, además del icónico Teatro Cervantes que, pese a su lamentable estado actual, fue la sala de espectáculos más grande del Norte de África, con sus más de 1.400 butacas.
Museo de la Legación Americana
Este edificio e institución es uno de los mejores ejemplos para comprender cómo fue y qué supuso el Tánger de principios a mediados del siglo XX, cuando la ciudad tuvo la consideración de ciudad internacional, con un estatus especial. El nombre completo de esta construcción es Tangier American Legation Institute for Moroccan Studies y muchos lo conocen por su siglas: TALIM.
Además de un museo sobre ese periodo y la presencia estadounidense en la ciudad, también es un centro de investigación y de estudios, centrado en la relación entre Marruecos y ese país norteamericano. Una relación de amistad y cooperación que se remonta a los tiempos del Sultán Moulay Slimane, allá por el siglo XIX.
En cuanto al edificio donde se sitúa el Museo de la Legación Americana, se trata de un espectacular juego arquitectónico entre los estilos andalusí y europeos. Alberga numerosas obras de arte y también objetos y documentos pertenecientes al escritor estadounidense Paul Bowles, tan ligado a Tánger durante buena parte de su vida.
Excursiones desde Tánger
Una escapada a Tánger se puede convertir en un viaje combinado en el que se incorporen excursiones por Marruecos a pocas horas desde esta ciudad. Además, las excursiones guiadas son muy cómodas y económicas, te olvidas de complicaciones para llegar (las indicaciones en las carreteras no son muy buenas) y en algunas visitas incluso tienes incluida la comida.
Cabo Espartel
Esta es una de las excursiones que se ofrecen desde Tánger y que más éxito tiene. El destino es el cabo Espartel, declarado Reserva Natural y con un faro de mediados del siglo XIX construido por el arquitecto François Léonce Reynad que se inspiró en los diseños de las mezquitas. El faro tiene una altura de 30 metros y, aparte, una gran linterna cuya luz es visible hasta 23 millas náuticas. Además de disfrutar del entorno, si vas a última hora de la tarde también gozarás de uno de los atardeceres más bonitos sobre el mar.
Cueva de Hércules
Si tu escapada a Tánger es en familia, la visita a la Cueva de Hércules es obligada ya que a los más pequeños les chiflan las historias de mitos y héroes. Estas cuevas reciben el nombre de Hércules porque según cuenta la leyenda, este mito (Heracles en griego y Hércules según la mitología romana) descansó en esta cueva tras separar la tierra para crear el Estrecho de Gibraltar y colocar una columna en cada continente. Es una visita corta, que tiene un precio económico (al cambio sale aproximadamente por un euro). A pesar de la sencillez del acceso, no sería apta para personas con problemas de movilidad. En su interior se aprecia la extracción de la piedra de sus paredes, que forma un curioso esgrafiado, y se puede ver el batir de las olas.
Chefchaouen
Si hay una ciudad marroquí que enamore a primera vista esa es Chefchaouen. Su calles y casas teñidas de azul y blanco inundan el plano urbano de una luz que llena de vitalidad a cuantos la visitan. En una excursión de un día desde Tánger tendrás el tiempo justo de recorrer su medina, pasear por la Kasbah y por sus jardines, curiosear en las decenas de tiendas de artesanía, y hacer una parada en su museo. Si buscas una alfombra, estarás en el lugar indicado para hacerte con una original y a buen precio.
Tetuán
Con una medina declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, la ciudad de Tetuán es una visita muy recomendable desde Tánger. Sólo por recorrer su medina habrá merecido la pena la escapada. Es un placer observar a los artesanos trabajar en la puerta de sus talleres o tiendas, y recorrer las callejuelas jalonadas de casas blancas y verdes. No te pierdas el Barrio Judío, el Mellah, donde se sitúan las joyerías y que conduce al Palacio Real, otra parada esencial. Si tienes oportunidad, haz coincidir la excursión con alguno de sus afamados festivales como el Festival de Cine del Mediterráneo o el Festival de las Historietas.
Asilah
A unos 45 kilómetros de Tánger se sitúa Asilah (Arcila o Assilah), un coqueto pueblo de pescadores donde parece haberse detenido el tiempo. Es el lugar ideal para desconectar del bullicio y dejarse llevar por sus calles hasta el zoco o curiosear en las tiendas de artesanía o antigüedades. Tarde o temprano terminarás sentado en un tramo de muralla, frente al mar o junto al puerto observando a los pescadores mientras arreglan los aparejos ajenos al bullicio del turista. En cualquier restaurante podrás degustar un rico pescado a la brasa acompañado de ricas ensaladas. Aunque Chefchaouen se lleve toda la fama de rincones bonitos para fotografiar, aquí también encontrarás lugares idílicos.
Cómo moverse por Tánger
Pese a que existen algunos transportes públicos, por ejemplo las líneas 13 y 17 de bus urbano, que comunican muchos de los principales puntos de interés de la ciudad, lo cierto es que para moverse por Tánger lo mejor es el taxi.
Los hay de dos categorías diferentes: los pequeños y los grandes. Lo primeros están pintados de azul, tienen tarifa oficial y suelen ser más baratos que los grandes. Éstos son de color crema y no son oficiales. Al permitir una mayor cantidad de pasajeros, también son más caros, aunque esto siempre depende de la capacidad de negociación con el conductor.
También existe la posibilidad de alquilar un vehículo. Algo no del todo recomendable, fundamentalmente por los malos hábitos al volante de muchos conductores locales. Si pese a esta advertencia te animas a hacerlo, entonces el medio más ágil para moverse por Tánger es la moto.
En la medina y, en general, en toda la zona histórica de Tánger la mejor y casi única forma de moverse es caminando y haciendo uso de la paciencia ante las muchas personas que intentarán ofrecerte algo durante el paseo.
Dónde comer en Tánger
Son muchísimos los establecimientos donde comer en Tánger. La mayoría, obviamente, a base de cocina típica marroquí y el Magreb. Pero también están surgiendo restaurantes de comida internacional, incluso fast foods, sobre todo en la zona nueva de la ciudad. Aquí tienes una pequeña selección de locales muy recomendables:
- Ahlen (8 Rue des Postes): restaurante muy concurrido donde, no obstante, con tiempo y paciencia se suele encontrar sitio. La espera lo merece pues es uno de los mejores locales de Tánger para degustar una cocina tradicional marroquí de calidad. Tan agradable como la comida es el servicio, con numerosos detalles de gentileza que te hacen sentir como en familia.
- La Cañada de Tánger (Leonor Offices, Ave. Louis van Beethoven): sorprende la decoración de este local, a base de motivos vegetales. Casi tanto como la carta, donde lo mismo caben los mejores platos de la cocina tradicional local que sándwiches estilo croque, croissants rellenos, crêpes, tapas españolas, paellas y ensaladas variadas. Muy interesantes los menús de desayunos internacionales.
- Al Maimouni (junto al puerto y la muralla): este es el sitio ideal para vivir una auténtica experiencia culinaria al estilo marroquí. Por el tipo de cocina, por la decoración y por el ambiente que se respira entre sus mesas. Sus cuscús y tajines son realmente deliciosos como también lo son las pastillas de pollo. Y, dado que estamos junto al mar, no hay que olvidar los platos de pescado fresco.
- El Morocco Club (Place Tabor, Kasbah 90): una experiencia de altísimos vuelos. Es lo que espera a los comensales de este restaurante que se sale bastante de los estándares de calidad en Tánger. El precio también es muy diferente, pero merece la pena pagar algo más y a cambio disfrutar de la sofisticada cocina marroquí e internacional sofisticada que ofrece este local. Muy recomendable es la experiencia de cenar en la torre, solo para ocho comensales, desde donde se domina una magnífica panorámica de Tánger.