Varsovia fue destruida en un 85% por la II Guerra Mundial, pero los polacos se preocuparon y mucho de reconstruirla para que volviera a renacer de sus cenizas y recuperara el esplendor de cientos de monumentos históricos. Por eso, ver su Castillo Real, la muralla, la Barbacana, sus plazas y sus señoriales edificios de colores resulta tan increíble.
Además, cuenta con grandes zonas verdes en las que se pueden disfrutar de increíbles palacios decimonónicos, fuentes, lagos y enormes paseos.
No hay que olvidarse en la visita de zonas tan diferentes como el gueto judío, el más grande de toda Europa, o el barrio de Praga, el más bohemio y alternativo de la ciudad.
El corazón de la capital polaca es un lugar encantador y, sobre todo, fuertemente marcado por la historia. Sin duda, una visita imprescindible.
Este histórico edificio, cuyo origen data del siglo XIV, fue destruido por los nazis y reconstruido después con donativos de la población
Auschwitz, el mayor campo de exterminio nazi, es un viaje a lo peor de la humanidad, pero también un aviso de lo que no puede repetirse.
La Guarida del Lobo era el cuartel secreto donde Hitler dirigió a su ejército gran parte de la II Guerra Mundial y donde pudo morir.
El gueto judío de Varsovia fue completamente destruído por el ejército alemán a finales de la II Guerra Mundial. Hoy, se puede recordar a través de museos, monumentos y algunos restos de edificios y del muro.
En Polonia hace mucho frío en invierno. Y esto determina una gastronomía en la que sopas, cremas, guisos y asados ocupan la mayor parte de la carta de los restaurantes y las cocinas más tradicionales.
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