Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, el Casco Histórico de Varsovia, conocido como Stare Miasto o Starówka, es decir, Ciudad Vieja, es uno de los principales atractivos de la capital polaca. Un lugar en el que la historia ha dejado registrados algunos de sus capítulos más sombríos, pero también algunos de los más inspiradores.
En 1944, los nazis se encargaron de hacer desaparecer cerca del 85% de la zona, que, sin embargo, fue capaz de resurgir de sus cenizas, cual ave fénix, para recuperar su esplendor de siempre. La meticulosa y casi épica campaña de restauración llevada a cabo tras la guerra, que incluyó todo tipo de edificios públicos y privados, murallas, iglesias, palacios, plazas y mercados, se ha convertido en un ejemplo paradigmático de recuperación de un patrimonio que abarca del siglo XIII al siglo XX.
En todo caso, disfrutar de un agradable paseo por las calles de la Ciudad Vieja de Varsovia, descubriendo sus plazas, monumentos y rincones llenos de encanto, mientras se siente el fascinante peso de la historia, es una de las experiencias imprescindibles para cualquiera que visite la capital polaca.
- La Plaza del Castillo
- El Castillo Real
- La Catedral de San Juan
- La Plaza del Mercado
- Starówka, una colección de hermosos rincones
La Plaza del Castillo
La puerta de entrada a la Starówka –no la única, pero sí la más importante– es esta gran explanada que se abre entre el Castillo Real de Varsovia y el propio casco histórico. Un punto de encuentro habitual, y siempre muy animado, tanto para turistas como para los habitantes de la ciudad.
Además del propio Castillo (Zamek Królewski), en este amplio espacio de forma más o menos triangular se sitúan monumentos tan importantes como la Columna de Segismundo, uno de los clásicos “puntos de encuentro” de la ciudad. La alta columna corintia de granito, del siglo XVII (también reconstruida tras la guerra), conmemora al rey Segismundo III Vasa (rey de Polonia y Gran Duque de Lituania entre 1587 y 1632, y también rey de Suecia entre 1592 y 1599), figura clave en la historia del país y responsable del trasladó de la capital de Polonia de Cracovia a Varsovia, a finales del siglo XVI.
En torno a la plaza también hay varios edificios históricos (en la cara opuesta al Castillo) que hoy albergan distintos comercios, bares, restaurante y un útil punto de información turística. Además, desde ahí parte (o en ella desemboca, según se mire) la famosa calle Krakowskie Przedmieście, una de las más importantes y majestuosas de la ciudad, flanqueada por numerosos palacios, iglesias y demás referencias a su rico origen aristocrático.
El Castillo Real
Entre la Plaza del Castillo y el río Vístula, el Zamek Królewski, la antigua residencia oficial de los reyes de Polonia (hasta 1795) marca el extremo sur de la Ciudad Vieja. Y si bien es cierto que su origen se remonta al siglo XIV, su fisionomía actual corresponde a modificaciones realizadas en los siglos XVI y XVII, sobre todo bajo el reinado de Segismundo III (sí, el de la columna).
Como el resto de la Starówka, el sobrio complejo real de ladrillo rojo fue destruido por las bombas de la Alemania nazi, pero volvió a la vida gracias a la determinación de los varsovianos. Así, hoy en día, el lugar es uno de los tesoros históricos más importantes de la ciudad (perfectamente musealizado) y, también, un lugar lleno de vida, en el que habitualmente se llevan a cabo conciertos, exposiciones temporales y demás actividades artísticas y culturales.
En la parte trasera del edificio, de cara al río Vístula, los Jardines del Castillo (el Alto y el Bajo), la Arcada Kubicki y el adyacente Palacio del Techo de Cobre (s. XVIII) son también una auténtica maravilla.
La Catedral de San Juan
A escasos cien metros del Castillo Real, entrando hacia el corazón de la Ciudad Vieja por la calle Świętojańska, se encuentra una de las iglesias más antiguas de la capital polaca y sede episcopal de la arquidiócesis de Varsovia, la Basílica Archicatedral del Martirio de San Juan Bautista o, como la conoce todo el mundo, la Catedral de San Juan.
Construida originalmente en el siglo XIV, la de San Juan es una de las tres catedrales de la capital polaca, pero es la única con la dignidad de archicatedral, es decir, la sede del arzobispo metropolitano. Reconstruida tras la guerra recuperando el que muy posiblemente fuera su aspecto original, en estilo gótico mazoviano, la iglesia fue, durante siglos, lugar de bodas reales, de coronaciones de reyes polacos y de enterramiento de distintos personajes ilustres, desde los antiguos príncipes de Mazovia y el último monarca polaco, Estanislao II Poniatowski, hasta presidentes de Polonia y artistas destacados, como el premio Nobel de Literatura, Henryk Sienkiewicz.
Además de la cripta, en su interior se encuentran interesantes elementos decorativos, desde diversas pinturas y esculturas dispuestas en varias capillas, hasta una réplica del coro barroco original.
La Plaza del Mercado
Rodeada de tiendas, cafés y restaurantes, esta histórica plaza –la más antigua de la ciudad– es el palpitante corazón de la Starówka de Varsovia. A lo largo de sus más de siete siglos de historia, ahí se ha visto de todo, desde ferias y mercados hasta ejecuciones públicas. Por suerte, hoy en día es simplemente un lugar de lleno de encanto, bordeado por bonitos edificios históricos del siglo XVII (en realidad, reconstrucciones realizadas entre 1948 y 1953), ideal para tomar algo y disfrutar de su animado ambiente.
En el centro de la plaza, una pequeña escultura de bronce realizada por Konstanty Hegel representa a la famosa (y omnipresente) Sirena en Varsovia, tradicional escudo de armas de la capital polaca. Y en el lado norte, el Museo de Historia de la Ciudad es el lugar perfecto para conocer los múltiples avatares que ha vivido esta fascinante urbe a lo largo del tiempo.
Starówka, una colección de hermosos rincones
Además de sus puntos más representativos, si algo caracteriza a la Ciudad Vieja de Varsovia son todos esos lugares, más o menos visibles, que la convierten un sitio lleno de encanto, repleto de historias grandes y pequeñas… En definitiva, en un lugar que merece la pena explorar sin prisas.
El pequeño insurgente
Emplazada al abrigo de las murallas medievales de la Starówka, sobre la calle Podwale, esta pequeña estatua de un niño soldado, conocida como Mały Powstaniec (‘El pequeño insurgente’, en polaco), es un homenaje a todos los que lucharon en el Alzamiento de Varsovia, la mayor rebelión civil contra la Alemania nazi, que se llevó a cabo entre el 1 de agosto y el 2 de octubre de 1944. Una tragedia descomunal que concluyó con la destrucción prácticamente total de la ciudad.
La Barbacana
En el lado opuesto del casco histórico (al final de la calle Nowomiejska, conectando la Ciudad Vieja con la parte nueva de la capital polaca), esta joya excepcional de la arquitectura medieval representa el rostro más antiguo de la Starówka. La estructura (originalmente edificada a mediados del siglo XVI y reconstruida a mediados del XX) está compuesta por cuatro torres y un gran bastión semicircular que, en su día, fueron parte del sistema defensivo de la ciudad.
Las murallas
Hacia ambos lados de la Barbacana, siguiendo el trazado de la actual calle Podwale, el doble anillo de murallas de ladrillo, también reconstruido tras la guerra, delimita buena parte de la Ciudad Vieja y permite visualizar también esa Varsovia medieval. Pasear a lo largo de todo el trazado permite ir descubriendo una multitud de detalles, desde elementos arquitectónicos hasta interesante esculturas y objetos conmemorativos.
La campana de Kanonia
A espaldas de la Catedral de San Juan, en una pequeña plazoleta (que en su día fue un cementerio), descansa directamente sobre el suelo una gran campana que concede deseos. Solo hay que rodearla tres veces (tocándola con la mano derecha) pensando en aquello que se quiere conseguir… ¡y listo! Un detalle al tétrico es que en algunos muros de la plaza aún se pueden ver los impactos de bala de los enfrentamientos sucedidos durante el Levantamiento de Varsovia de 1944.
El mirador de Gnojna Góra
A una calle de la Plaza del Mercado, asomado hacia la ribera del Vístula, este mirador ofrece unas bonitas vistas del entorno (la Catedral de San Florian, el barrio de Praga, el Estadio Nacional, el propio río…) y, además, su barandilla está repleta de candados “del amor”. Un dato curioso es que está construido sobre gran montículo de desperdicios (un basurero) de época medieval.
En cualquier caso, recorrer las calles de la Stare Miasto, la vieja Varsovia, supone ir desvelando sus innumerables secretos. Un lugar fascinante, marcado por una larga historia que incluye capítulos realmente trágicos, pero también episodios llenos de magia, de color, de esperanza…, todo ello formando un gran mosaico realmente apasionante.