Los amantes de la arquitectura tienen un motivo más para visitar Praga. En medio de un entorno de elegantes construcciones neoclásicas, el viajero se detiene ante un original, extraño y atrayente edificio deconstructivista. Se trata de la Casa Danzante, una creación de los arquitectos Frank Gehry y Vlado Milunić. Las dos torres que lo componen dan la impresión de estar moviéndose, atrayéndose la una a la otra en un seductor baile sin final.

Situada en la orilla derecha del río Moldava, cerca de la estación de metro de Karlovo Námestí, la construcción resulta sorprendente. Cuando se levantó en 1996 cambió la fisonomía del entorno. Los sectores más conservadores de Praga fueron muy críticos con el proyecto desde un principio. No creían apropiado romper la armonía de la zona histórica. Con el tiempo, la Casa Danzante, con su toque de dinamismo, se ha convertido en un puente entre lo antiguo y lo moderno.

La Casa Danzante de Praga, una sorpresa entre edificios neoclásicos

Si hay una construcción que sitúa a Praga en la ruta de la arquitectura más moderna es la Casa Danzante. Irregular, caprichosa, inesperada, supone todo un contraste. Resulta absolutamente llamativa entre los ordenados y tradicionales edificios neoclásicos que la rodean, de los siglos XVIII y XIX.

 

 

En un primer momento, su creador, Frank Gehry, pensó en llamar a la construcción ‘Fred and Ginger’, como homenaje a los célebres bailarines Fred Astaire y Ginger Rogers. El nombre fue descartado y se optó por el de Casa Danzante. Pero los praguenses utilizan indistintamente las dos denominaciones al referirse al edificio.

Una joya de la arquitectura más moderna de Praga

El contraste entre lo estático y lo dinámico caracteriza esta singular obra. Los dos bloques que la conforman evocan a una pareja de bailarines. La parte femenina, inclinada hacia su acompañante, imita el movimiento de una bailarina. Es una torre de cristal montada sobre columnas curvas y ventanas distribuidas siguiendo las ondulaciones. Cuenta con la peculiaridad de estrecharse a la mitad de su altura, punto en el que se ubica la terraza. El pequeño bosque de pilares inclinados que la sostienen es la entrada del edificio.

La parte masculina permanece firme. Sus  ventanas entrantes y salientes consiguen un efecto de tridimensionalidad. El edificio culmina con una cúpula, elemento característico de las construcciones de la capital checa. Su incorporación al conjunto supone un guiño de afinidad. La cúpula de la Casa Danzante es una original escultura. Está formada por tiras metálicas que se entrelazan y forman una media circunferencia.

Los materiales utilizados lucen sus colores naturales. El verde del vidrio, el gris del hormigón y la estructura plateada del acero contribuyen a potenciar la extraña belleza de la construcción.

Casa Danzante iluminada
La Casa Danzante de Praga iluminada

Qué visitar en la Casa Danzante de Praga

La Casa Danzante, o Dancing House, cuenta con más de 5.000 metros cuadrados, distribuidos en ocho niveles. Su nombre oficial es Nationale-Nederlanden Building, en honor a su promotor, la Compañía del Grupo Internacional ING. Las plantas intermedias albergan sus principales oficinas en Praga, pero el edificio se distingue de otras áreas de despachos porque está abierto a distintos usos.

Los visitantes pueden hospedarse en su hotel, el Dancing House Hotel, situado en la planta baja. A nivel del suelo se ubican también distintas tiendas y un pequeño café con vistas al río Moldava. Y en el último piso se encuentra su conocido restaurante. Un espacio ideal para contemplar magníficas vistas de la capital checa.

La historia de la Casa Danzante de Frank Gehry

El edificio donde se ubica la Casa Danzante, en la céntrica calle Resslova, fue derribado durante la Segunda Guerra Mundial. La parcela fue adquirida por la compañía holandesa de seguros Nationale-Nederlanden, con la intención de crear un edificio con personalidad, que los diferenciara. Para ello, se pidió asesoramiento a Vlado Milunić, arquitecto checo, de origen croata. Este les presentó un interesante boceto. Se trataba de un edificio angular, con una alta cúpula de vidrio, homenaje al escultor ruso Vladimir Tatlin.

El diseño entusiasmó a los empresarios, pero para potenciar la imagen de la nueva construcción, decidieron que había que contar con un arquitecto conocido a nivel mundial. Milunić contactó con Frank Gehry y empezaron a colaborar juntos. Gehry partió de la idea original, pero añadió elementos y perspectivas que enriquecieron el proyecto. Contaron con plena libertad creativa para hacer lo que les apeteciera y con un elevado presupuesto.

El diseño quedó terminado en 1992 y la construcción empezó en 1994. Dos años después, en 1996, ya estaba en pie. Obtuvo premios y reconocimientos internacionales pero los sectores más conservadores de la ciudad se resistían a valorarlo. Se referían a él como ‘The Drunk House’, la Casa Borracha. Las críticas no lograron impedir que la obra fuera cada vez más admirada y visitada por los turistas. El tiempo ha demostrado la indiscutible y original aportación de la Casa Danzante a la geografía urbana de Praga.

Václav Havel y su defensa de la torre danzante de Praga

Frente a las corrientes críticas, fue decisivo el apoyo de Václav Havel, escritor y dramaturgo que acabó convirtiéndose en el primer presidente democrático de la República Checa. Su nombre es fundamental al recrear la historia de la Casa Danzante. Havel vivió durante décadas en un edificio cercano, de estilo Art Nouveau, diseñado por su abuelo. La parcela vacía, tras el bombardeo de los aliados en 1945, tenía un significado especial para él. Ideaba construir allí un centro cultural, un símbolo de la esperanza de un nuevo país, tras la caída del comunismo en 1989.

El proyecto original de Vlado Milunić fue un encargo de su amigo Václav Havel. Los planes cambiaron cuando Nationale-Nederlanden compró el terreno. Pero el presidente checo siempre defendió la construcción de un edificio rompedor en el centro de Praga. Su apoyo contribuyó a hacer frente a las críticas. Hoy en día muchos praguenses consideran a este edificio, ya emblemático, un símbolo de libertad, liberación y democracia.

El sello de Frank Gehry en Praga

Los grandes arquitectos se han convertido en estrellas y su sello personal se hace notar en las urbes más importantes del mundo. En la Casa Danzante Frank Gehry juega con el movimiento y consigue un efecto magnético, altamente cautivador. La imagen de las dos torres danzantes es una especie de imán que se graba en la memoria de quienes la visitan.

Las señas de identidad de Frank Gehry, su innovación y talante rupturista, son muy reconocibles. Sus edificios crean un efecto llamativo, impactante, en el entorno en el que se sitúan. Sucede con la Casa Danzante, pero también con el Museo Guggenheim de Bilbao y el resto de sus obras. Todas se caracterizan por la sensación de movimiento, de fluidez y de mutación constante.

Inscrito en la corriente del deconstructivismo, Gehry rompe las reglas básicas de la arquitectura. Para él los edificios son como obras de arte, como esculturas. Pero esto no está reñido con su funcionalidad y su integración en el entorno. El metal en las fachadas, el juego de volúmenes y la mezcla de formas geométricas identifican su trabajo. El arquitecto canadiense cuenta en su haber con el Premio Pritzker, máximo reconocimiento, a nivel mundial, en el terreno de la arquitectura.