A apenas 200 km de Praga se levanta Český Krumlov, delicadamente envuelta por el río Moldava, una ciudad medieval que bien podría ser escenario de más de un cuento de hadas. Esta joya de la Bohemia meridional es, sin duda, una de las poblaciones más bonitas de la República Checa y, gracias a su cercanía con la capital, una de las mejores opciones a considerar para realizar una excursión de uno o dos días desde allí.
Con poco más de 13.000 habitantes, la ciudad cuenta con un imponente palacio levantado sobre un cerro y uno de los cascos históricos más peculiares y encantadores. La Unesco añadió su nombre a la lista de los lugares declarados Patrimonio de la Humanidad y, desde entonces, muchos han sido los turistas que la han visitado atraídos por el reclamo. Český Krumlov, sin embargo, no ha perdido su esencia. ¡Te invitamos a descubrirla!
QUÉ VER EN ČESKÝ KRUMLOV, UNA ESCAPADA DESDE PRAGA
Castillo de Český Krumlov
Sin lugar a dudas, si hay una visita imprescindible en Český Krumlov, es la de su imponente castillo (no en vano, se trata del segundo más grande del país tras el Castillo de Praga. Junto al río Moldava (el mismo cuyo cauce, un poco más adelante, baña la ciudad de Praga), que moldea la forma del municipio, el castillo es el símbolo de la ciudad. Se trata de una construcción del siglo XIII de estilo gótico con elementos renacentistas y barrocos. Allí vivió, en primer lugar, la noble familia Rosenberg, y luego pasó a manos de los Schwarzenberg.
Y aunque se habla popularmente de “el castillo de Český Krumlov”, en realidad se trata de un gran complejo que incluye las instalaciones del castillo, el palacio y varias decenas de edificios como establos, lecherías y otras construcciones. También incluye un impresionante jardín y un foso ¡lleno de osos pardos! Mención a parte merece el teatro barroco que data del siglo XVIII y que se conserva en excelentísimo estado.
Se pueden recorrer los exteriores del castillo, y visitar sus instalaciones para admirar las otrora estancias reales, los numerosos patios, el salón de los bailes de máscaras y los frescos de alegres colores que aún brillan en sus paredes y techos. La subida a la torre del campanario también es más que recomendable: desde allí se avista una panorámica de 360 grados de toda la ciudad.
El casco histórico
Unido al castillo por un puente sobre el Moldava, el casco histórico creció con la forma del meandro del río, lo que le otorga a la ciudad su singularísima configuración. El casco histórico es una amalgama de callejuelas, comercios y restaurantes, con edificios góticos, renacentistas y barrocos. El mejor de los planes es perderse en sus calles (casi todas son convenientemente peatonales) pero, eso sí, hay algunos puntos de obligada parada como la plaza del Ayuntamiento o la iglesia de San Vito (del siglo XV).
El barrio de Letrán
Es otro de los barrios históricos. Se encuentra en la otra ribera del río, respecto al casco histórico, amoldado a una colina en el lateral del castillo. Se considera el barrio de los artistas y los bohemios, por lo que su calle principal es el lugar perfecto para comprar un recuerdo, ya que está repleto de preciosas tiendecitas de artesanía.
Egon Schiele Art Centrum
Un centro de arte dedicado en exclusiva a la vida y obra del artista vienés Egon Schiele (1988-1918), discípulo de Gustav Klimt. Su pintura representa uno de los grandes exponentes del expresionismo austriaco.
Museum Fotoatelier Seidel
Este museo-taller se ha consagrado a la fotografía clásica. Es, a su vez, un viaje por el tiempo y la nostalgia: en concreto, al siglo XIX, cuando las cámaras llevaban carretes y las fotografías se revelaban en salas oscuras con fibra de vídeo, con el encanto añadido de que tanto el mobiliario como las máquinas fotográficas y el resto del equipamiento son originales.
Comer y beber en Český Krumlov
Si se visita Český Krumlov, no debe perderse la oportunidad de disfrutar de lo que se conoce como el “festín bohemio”, un contundente plato que lleva carne de conejo, pollo y faisán, así como patatas, jamón cocido y otras guarniciones, perfecto para reponer energías y seguir explorando la ciudad. La casa de comidas U Dwau Maryí (‘la casa de las dos Marías’) es uno de los sitios más tradicionales para hacerlo.
Por otra parte, la cerveza checa es célebre, no sólo por su precio, muy barato para el turista español, sino por su calidad. Parece que sabe mejor si se disfruta tranquilamente en uno de los bares de la ribera del río cuando acompañan las temperaturas: una excelente opción para disfrutar de un trago al caer la tarde o de una cena romántica al caer la noche.