Si cruzamos el Puente de Carlos desde el barrio de Malá Strana hasta el de Staré Město, pronto desembocaremos en el Clementinum —Klementinum, en checo—, un gigantesco edificio histórico que desde 1782 alberga la Biblioteca Nacional de la República Checa. De hecho, con 20.000 metros cuadrados de superficie, cinco patios interiores y tres iglesias, dicho edificio puede presumir de ser el segundo complejo arquitectónico más extenso de la ciudad —por detrás del Castillo de Praga—, así como una de las mejores muestras de arquitectura barroca en Praga. Primitivamente habitado por los jesuitas del siglo XVI, cuando tan sólo era una pequeña capilla, y más tarde ampliado y reconvertido en parte de la Universidad Carolina de Praga, el Clementinum y su larga historia esconden un pasado rebosante de intelectualidad, ciencia y cultura.
Actualmente abierto al público por medio de visitas guiadas, el interior del Clementinum nos revela lugares tan interesantes como la capilla de los Espejos, la sala de los Meridianos o la sala Barroca de la biblioteca, así como unas vistas inmejorables de la ciudad de Praga desde lo alto de su antigua torre Astronómica. Por si fuera poco, también existe la posibilidad de asistir a uno de los numerosos conciertos de música de cámara que celebra cada año. O si buscamos una opción más íntima (pero igual de romántica), debemos saber que también se organizan recorridos nocturnos por el complejo exclusivamente para parejas, con el descorche de una botella de champán incluido.
El Clementinum de Praga. Conoce sus orígenes
El origen más antiguo del Clementinum ha de buscarse alrededor del siglo XI, en torno a la humilde iglesia de San Clemente —de la que hereda el nombre—. Este pequeño templo, en tiempos primigenios de estilo Gótico, fue ocupado por la orden dominicana en 1227; y vendido a su vez a los jesuitas a partir de 1556. A partir de entonces, la pequeña iglesia fue conociendo sucesivas ampliaciones y remodelaciones que, además de adoptar el estilo Barroco, terminaron por convertirla en uno de los colegios jesuitas más grandes del mundo. El complejo pasó a acoger cinco patios, tres iglesias, dos torres, un colegio, una biblioteca, un teatro, un observatorio y hasta una imprenta. Tal fue el crecimiento, que en 1622 los jesuitas también pasaron a dirigir la antigua Universidad Carolina, histórica rival de la institución religiosa en Praga.
Tal acumulación de poder por parte de los jesuitas llegó a su fin en 1773, cuando estos fueron expulsados del país por decreto del papa Clemente XIV. Así, el complejo constructivo pasó a manos del Estado, quedando declarado como Biblioteca Imperial y Real Universitaria y Pública, la primera biblioteca de depósito legal de Europa Central. La creciente acumulación de ejemplares a lo largo del tiempo —fruto de leyes que obligaban a las imprentas de toda Bohemia a entregar ciertos ejemplares— culminó en 1918, cuando la recién creada Checoslovaquia cambió el nombre de la institución por el de Biblioteca Nacional —Národní knihovna, en checo—.
En la actualidad, la biblioteca acumula más de 6 millones de libros, con incrementos anuales cercanos a los 70.000 ejemplares. Además, desde la consideración de Praga como Capital Europea de la Cultura en el año 2000, los espacios del Clementinum han sido renovados y abiertos al público por medio de visitadas guiadas.
Biblioteca de Praga, torre Astronómica y otras visitas
Estando ubicado muy cerca del río Moldava, en la mismísima puerta de entrada a la Ciudad Vieja de Praga, la visita al Clementinum se vuelve asequible, y casi obligatoria. Dado el tamaño ingente de este complejo monumental, a nadie debería sorprender que el mismo posea tres grandes entradas: por la calle Mariánské náměstí, por la calle Křižovnická y por la calle Karlova.
A grandes rasgos, el Clementinum nos ofrece tres espacios para visitar:
Capilla de los Espejos
Se trata de la primera sala que encontramos durante nuestra visita al Clementinum. De recargado estilo Barroco, sus paredes acogen multitud de espejos y pinturas, así como el órgano que supuestamente tocó Mozart durante una de sus visitas a la Praga del siglo XVIII. Además, la conexión histórica de esta sala con la música clásica la ha convertido en el escenario por excelencia de los conciertos que el Clementinum organiza regularmente, con partituras de grandes músicos como Vivaldi, Mozart, Dvořák, u otros. La parte negativa de todo esto es que la visita a este espacio queda suspendida si coincide con una actuación.
Sala Barroca de la biblioteca
Aparte de la enorme sala de estudio que el Clementinum posee (y de la cual hacen uso cada día los estudiantes de Praga), la gran joya del complejo se encuentra en su sala Barroca. Se trata de un espacio de estilo Barroco con una amplísima y variada ornamentación que se ha mantenido intacta desde el siglo XVIII. Se pueden ver numerosos frescos de santos jesuitas y mecenas de la universidad dibujados en el techo, hileras de globos terráqueos y relojes astronómicos en el centro, o estanterías repletas de antiguos manuscritos y valiosos facsímiles como el Códice de Vyšehrad o la Crónica de Dalimil. No por casualidad, el escritor argentino Jorge Luis Borges decidió ubicar la narración de uno de sus relatos en la Biblioteca del Clementinum. En él, uno de los bibliotecarios terminaba encontrando a dios escondido en un viejo ejemplar.
La sala de los Meridianos y la torre Astronómica
La visita al Clementinum siempre termina por todo lo alto. Literalmente, el trayecto por su interior finaliza en lo alto de la torre Astronómica construida a mediados del siglo XVIII, y utilizada por científicos como Josef Stepling para realizar los primeros pronósticos meteorológicos. Con 68 metros de altura, sus vistas 360 grados permiten contemplar en la distancia lugares tan representativos como el Castillo de Praga, o la sombría iglesia de Nuestra Señora de Týn. Si bien un tramo del ascenso puede realizarse en ascensor, los últimos 87 escalones han de subirse a pie.
Consejos prácticos para la visita
El Clementinum solo permite visitas acompañadas de un guía. Las mismas dan comienzo todos los días a las 10:00 de la mañana, y van sucediéndose cada 30 minutos. Por lo tanto, a pesar de que no hace falta reservar con antelación —salvo grupos de más de 20 personas—, sí deberemos apuntarnos en el mostrador de la entrada a nuestra llegada.
Además, los idiomas disponibles por norma general son el inglés y el checo, por lo que, si no entendemos ninguno de los dos, debemos ponernos en contacto con ellos previamente para intentar concertar de manera excepcional una visita en nuestro idioma.