A tan solo una hora de Praga, en pleno corazón de la región de Bohemia central, se encuentra Kutná Hora, una localidad que llegó a rivalizar con la capital checa en relevancia política, económica y cultural. Hoy lo hace únicamente como destino de interés histórico-artístico.
En 1995 su casco antiguo fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. El principal polo de atracción para los visitantes de todo el mundo por la ciudad tiene que ver con un interés, digamos, “algo macabro”. Consiste en visitar el célebre osario de Sedlec, una capilla repleta de huesos humanos dispuestos de forma, si no artística, al menos sí imaginativa y que hace las delicias de los turistas menos aprensivos.
Pero más allá de este lugar de pesadilla, existe un buen puñado de razones por las que pasear por las calles de Kutná Hora y disfrutar del aroma gótico de sus edificios singulares, comenzando por la imponente iglesia de Santa Bárbara. Pero antes, conozcamos algo más sobre la historia de esta ciudad.
Kutná Hora, una visita desde Praga
Conocida a lo largo de los siglos como la Ciudad de Plata, son precisamente las minas de este metal que se explotaban en la zona la causa del auge y posterior caída de Kutná Hora. Se tiene constancia que ya se extraía la plata en el siglo X, si bien no fue hasta el siglo XIII cuando cobró mayor importancia. Fundamentalmente, gracias al título que otorgó el rey Wenceslao II de Bohemia a las minas y que especificaba la forma en que debía explotarse y comerciar con el brillante producto.
La tensión social entre la alta nobleza de colonos alemanes que controlaban de facto los recursos económicos de Bohemia frente a la cada vez más empobrecida población checa, así como el auge de una corriente reformista del cristianismo comandado por el teólogo Jan Hus dio como resultado las llamadas Guerras Husitas entre 1419 y 1434. Finalmente, el general checo Jan Zizka, seguidor de Hus, tomó la ciudad de Kutná Hora.
Durante este periodo, la ciudad vivió un nuevo momento de esplendor. Esta etapa duró poco, ya que posteriormente las tropas imperiales, recelosas, consiguieron incendiarla. No fue hasta finales del siglo XV cuando se pondría punto final al conflicto entre católicos y los seguidores de Hus.
A partir del siglo XVI se constató el declive definitivo de Kutná Hora como centro económico, político y cultural. Las minas de plata se inundaron quedando inutilizadas. El desafío de sus lugareños frente al poder imperial de Fernando I de Habsburg hizo que éste retirara todos los privilegios a la ciudad. Se ponía así fin a la hegemonía de esta localidad, que llego a representar el 40% de todo el abastecimiento de plata en Europa entre los siglos XIV y XVI. Ya en el siglo XVII, una epidemia de peste, así como los estragos de la larga Guerra de los Treinta Años supusieron la puntilla a la decadencia de la villa.
Qué ver en Kutná Hora
Osario de Sedlec: la capilla de los Huesos
Bajo la iglesia gótica del Cementerio de Todos los Santos, en Sedlec, a las afueras de la ciudad, se encuentra uno de los lugares más perturbadores de la República Checa, y la principal atracción de Kutná Hora. Se trata del osario de Sedlec, una pequeña capilla decorada con todo tipo de huesos humanos. Se cree que hay restos de unos 40.000, aunque hay quien eleva la cifra a 60.000. Estas personas habrían fallecido entre los siglos XIV y XV.
El elevado número de restos indica que el cementerio atrajo a cristianos de toda la región de Bohemia. En la zona ya existía un monasterio cisterciense en el siglo XIII, cuyo abad acompañó a los cruzados a Tierra Santa y trajo arena del Gólgota (la colina donde fue crucificado Jesucristo). Dicha arena la esparció en el cementerio del monasterio, lo que atrajo fieles de toda la región que buscaban el mejor refugio para sus cuerpos. Males más mundanos como la peste negra (siglo XIV) y los caídos en las guerras husitas llenaron el cielo de almas y el camposanto de Sedlec de cadáveres.
En el centro del cementerio se levantó, en torno al año 1400, una iglesia gótica cuya capilla situada en el sótano sirvió como osario de los múltiples restos humanos que emergieron en su construcción. No fue hasta siglos después, en 1870, cuando se encargó a un artesano, el tallista Frantisek Rint, que ordenara los viejos huesos apilados de forma caótica por toda la capilla.
El resultado es una sala de pequeñas dimensiones cuyas sensaciones en los visitantes transitan entre la admiración y la alucinación. Domina la estancia lo que parece una gran lámpara de araña decorada con tibias, calaveras y demás restos óseos. Las columnas, paredes e incluso un escudo de armas, todo está diseñado con estos restos humanos. Un lugar, sin duda, que hace las delicias de los cazadores de selfies y de imágenes “instagrameables”, pero que, recordemos, no por ello deja de ser un santuario y se debe visitar con decoro y respeto. Por las mismas fechas en las que esta capilla se decoró de forma tan “original”, la iglesia de Santa María della Concezione dei Capuccini de Roma hizo lo propio con los restos óseos de sus monjes difuntos.
Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y de San Juan Bautista
Muy cerca del osario se encuentra esta bella iglesia de la Asunción y de San Juan. De hecho, la entrada a la capilla de los huesos suele incluir también la visita a este templo, el más grande de Chequia hasta que se hizo la Catedral de San Vito en Praga. En cualquier caso, ostenta el reconocimiento de ser la primera iglesia de estilo gótico de la región.
Perteneciente a la orden del Císter, su primera construcción se culminó en 1320 y se financió, como no podía ser menos, con la extracción de plata en las inmediaciones de la propiedad del monasterio. Las guerras husitas, a comienzos del siglo XV, destruyeron buena parte de la iglesia, dejándola en ruinas durante tres siglos. No fue hasta principios del siglo XVIII cuando se iniciaron las labores de reconstrucción en un estilo autóctono difícil de contemplar en otro lugar: el gótico barroco.
Iglesia de Santa Bárbara
El barrio de Sedlec dista en torno a 1,5 kilómetros del centro de la ciudad. Un agradable paseo nos adentra en sus apacibles calles dominadas por la imponente presencia de las finas y elevadas agujas de la catedral de Santa Bárbara. Se trata de un ejemplo paradigmático de iglesia gótica por excelencia. No por ello es baladí reconocer que estamos ante la construcción gótica más célebre de Europa Central.
La magnífica iglesia, de cinco naves, comenzó a construirse a partir de 1388 pero no fue hasta principios del siglo XX cuando se dio por finalizada. Su intención era rivalizar con la Catedral de San Vito. Totalmente dependiente de la actividad extractiva de las minas para su construcción, el declive de este sector en el siglo XVI paralizó las obras.
La profusión de la decoración de los contrafuertes en el exterior, con figuras humanas y mitológicas pacientemente trabajadas en piedra, así como la bella iluminación de las vidrieras en el interior y los interesantes frescos medievales de las capillas con escenas de la vida secular de la zona son algunos de los elementos que hacen de ella una cita obligada para los amantes del arte.