Deleitarse con las mejores vistas de Praga desde un parque con una frondosa vegetación y senderos sinuosos mientras se disfruta de un picnic se convierte en toda una tentación. Sobre todo, cuando las jornadas precedentes en la capital checa han terminado siendo agotadoras. Es lo que, a priori, ofrece el Monte Petřín. Pero nos engañaríamos si pensáramos que este lugar sólo cuenta con bellas vistas de la ciudad.
El Monte Petřín ofrece una serie de planes culturales y científicos que hará las delicias de aquellos viajeros que prefieren salirse del itinerario al uso: observatorios astronómicos, miradores con mucha historia, un curioso laberinto de espejos o una cervecería centenaria son algunos de los motivos que convierten a este parque, que se encuentra a más de 300 metros de altitud, en un destino atractivo tanto para turistas solitarios como para familias con niños.
Qué hacer en el Monte Petřín de Praga
La colina de Petřín es un estupendo lugar para pasear. Se trata de un verdadero bosque en el que se suceden encinas, hayas y castaños. En su momento, la ladera de la colina estaba alfombrada por viñedos.
Buena parte de los elementos que se pueden disfrutar hoy dentro del parque son los testigos que sobrevivieron a la gran Exposición Universal de Praga de 1891. Entre ellos, se encuentra el funicular, el mirador y Bludiště (el laberinto de los espejos).
Funicular y parque de Petřín
Hay varias formas de acceder al Monte Petřín, pero quizá la más interesante y espectacular sea a través del funicular. Se trata del teleférico más antiguo de la República Checa. Inaugurado en 1891 para la Exposición de Praga, tiene una longitud de 510 metros. En su avance ofrece unas vistas de Praga increíbles, aunque si sólo se puede coger en un sentido, tal vez sea mejor acceder al funicular a la vuelta de visitar el parque de Petřín, y si es posible, al anochecer, que es cuando la capital de Chequia regala su panorámica más espectacular.
Al funicular que lleva al Monte Petřín se accede frente al número 36 de la calle Újezd, que queda algo más arriba del puente Legií.
Mirador de Petřín
Desde lo alto de esta singular Torre Eiffel de pequeñas dimensiones podemos deleitarnos con las que son, sin duda, las mejores vistas no sólo de Praga, sino también, y siempre que el tiempo lo permita, de los bosques del centro de Bohemia.
Al igual que el funicular, se construyó en 1891. Y se hizo a imagen y semejanza de su hermana la Torre Eiffel de París, que fue inaugurada dos años antes. Los 62 metros que tiene este mirador no son casuales. Contando con la altitud de la zona en la que está ubicada, el conjunto forma los 300 metros de elevación, similar a la altura de la torre de París. Cuenta con 299 escalones, aunque también hay un ascensor.
Bludiště, el laberinto de los Espejos
Muy cerca de la torre-mirador de Petřín se encuentra este pabellón que también se levantó para la Exposición de 1891 aunque en otro emplazamiento. Sirvió de inspiración al Prater de Viena, el célebre parque de atracciones de la capital austriaca. En la actualidad Bludiště alberga un divertido laberinto de espejos así como un imponente diorama que recrea la batalla que libraron los praguenses contra los suecos en el Puente de Carlos en 1648.
Muro del Hambre
Como curiosidad, en la zona se levantó una peculiar muralla durante el siglo XIV por orden del gran emperador Carlos IV; hoy se encuentra muy restaurada. El muro atraviesa todo el Parque Petřín, extendiéndose desde el río Moldava, cerca de la estación de Újezd, hasta la zona del monasterio Strahov, llegando a Hradčany. Rematado en su parte superior por pináculos, troneras, ánditos y bastiones, uno de estos bastiones sirve precisamente de base para la cúpula del observatorio Štefánikova (ver infra). En su día, el muro tenía una altura de hasta 4,5 metros y 1,8 metros de ancho.
Lejos de tratarse de una contención defensiva contra hipotéticos invasores, Carlos IV mandó edificar el muro para luchar contra un enemigo mucho más devastador: el hambre. En efecto, como consecuencia de la gran hambruna que sufrió la región a mediados del siglo XIV, el emperador empleó a los más pobres en su construcción con el fin de darles trabajo y un salario para alimentar a los suyos. El muro se edificó entre 1360 y 1362 y el emperador quedó desde entonces como un monarca generoso y bueno en la memoria colectiva de los praguenses.
Observatorio Štefánikova
Desde el funicular se accede a este interesante observatorio astronómico, cuyo telescopio de 650 mm permite la observación solar (manchas, corona, etcétera) en pleno día y planetaria, lunar y estelar al caer la noche. Además, en sus salas se exponen todo tipo de instrumentos antiguos de cálculo y observación, así como bellas fotografías del cosmos e incluye una didáctica explicación sobre el funcionamiento del célebre Reloj Astronómico de la Ciudad Vieja. No es extraño ver estudiantes retozar en el cuidado césped de los alrededores.